Revista Cine

'Bande à part', de Jean-Luc Godard

Publicado el 03 febrero 2010 por Avellanal

 

Nutriéndose de una variedad de fuentes e influencias, Godard consiguió en 1964 una de sus creaciones más recordadas. En Bande à part no sólo le rindió un peculiar tributo a la estética del film noir (por añadidura, a Fritz Lang, a John Huston y a Orson Welles), sino a la mismísima iconografía cinematográfica estadounidense de los años dorados de Hollywood. Empero, comprometido con las líneas rectoras de la nouvelle vague que había puesto en marcha años antes con À bout de souffle, se permitió, en el marco de su experimentación formal, asimismo parodiar el cine de género, deconstruyendo hasta rozar el absurdo la novela de Dolores Hitchens en que dice basarse el guión.

 

Ambientando la acción en los rincones menos fotografiados de París, en aquellas calles decadentes que no suelen aparecer en las postales turísticas, pero que también aportan su inusual encanto a la capital francesa, el pulso narrativo godardiano se centra en la historia de dos jóvenes “que no se toman la vida demasiado en serio” y su plan de robar una considerable suma de dinero. Pero antes de eso, conocerán en una clase de inglés a una ingenua muchacha –interpretada por esa inclasificable belleza llamada Anna Karina–, quien oficiará, casi sin quererlo, de inductora y cómplice en la ambiciosa empresa. De ahí en más, Godard juega con la psicología variopinta de los tres personajes, concentrándose en describir el triángulo emocional que, inevitablemente, surge entre Frantz, Arthur y Odile, y en el cual no aparecen ausentes la codicia y los sueños de realización frustrados.

 

 

El retrato de cómo el trío interactúa en el camino previo al golpe se convierte en la razón de ser del film, dado que al plasmar lo cotidiano y ordinario de las relaciones humanas, el director franco-suizo aprovecha para establecer su sello personal, imprimiéndole un revolucionario grado de experimentación al montaje, y, en consecuencia, relegando la (supuesta) intriga del robo, el elemento característico del thriller, solamente para la última etapa: lo esencial para la novela pulp transmuta en mera excusa para Godard.

 

Sin embargo, en ese ínterin que no es ínterin, aparecen algunas de las secuencias más memorables de Bande à part, y con esto, de la historia del cine francés. Como aquélla en el bar parisino –en la que también se le rinde una suerte de homenaje a los musicales de Hollywood–, cuando los protagonistas ensayan una inesperada coreografía delante de las mesas del café. Anna Karina, acomodada entre medio de sus dos compañeros, baila con ellos al tiempo que de tanto en tanto la música desparece de repente y una voz en off comunica al espectador (entre paréntesis) los pensamientos actuales del trío danzante (Arthur se mira los pies, pero piensa en la boca de Odile, en sus besos románticos. Odile se pregunta si se han fijado en que sus pechos se mueven debajo del suéter. Franz piensa en todo y nada, no sabe si el mundo se convierte en sueño, o el sueño en mundo). Aventuro que pocos números de Gene Kelly o de Fred Astaire configuran un momento más musical que esta escena de Godard casi desprovista de música. O, momentos antes, en el mismo bar: la apuntada poquedad e insignificancia de la conversación es tal que los propios personajes deciden realizar un minuto de silencio, y entonces el bullicio de fondo se esfuma por ese espacio de tiempo y la imagen muda cobra sentido por sí sola.

 

Pero mi preferida sigue siendo la hermosa corrida del trío por los pasillos del Louvre (cuya fachada esplendorosa se nos revela en una panorámica previa), dejando en ridículo a un incrédulo guardia de seguridad, y cumpliendo con el propósito de batir el récord de la visita más rápida a todo el museo (9 minutos, 43 segundos). Dicho recorrido exprés fue rememorado, como es sabido, por Bernardo Bertolucci en su oda al Mayo francés, The Dreamers.

 

 

Igualmente, es preciso destacar algunas de las referencias literarias que contiene la cinta (tan comunes en la filmografía de Godard): T. S. Eliot, Thomas Hardy, Jack London y William Shakespeare. Luego, las innovaciones que encontramos a lo largo del metraje columpian entre repeticiones de escenas idénticas pero desde diferentes perspectivas, largos planos secuencia y fallos deliberados de la continuidad cinematográfica (raccord). Bande à part es todo eso manifestado al comienzo: un relato concebido por un auténtico cinéfilo, una película que no se puede desentender del fenómeno cinematográfico (constante tensión entre recreación y realidad), un homenaje y una sátira al unísono (entrecruzamiento de los moldes genéricos), una maravilla que sólo podría haber firmado un revolucionario llamado Jean-Luc Godard.

 

Bande à part (Francia, 1964).
Director: Jean-Luc Godard.
Intérpretes: Anna Karina, Sami Frey, Claude Brasseur, Louisa Colpeyn, Chantal Darget, Danièle Girard.
Calificación: 8.


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