Presentación en Casa Asia (Barcelona), el 4 de diciembre
Jaume Sanllorente rehúye con vehemencia la imagen de gurú que le forjó la prensa, y que llegó a agobiarle hasta la angustia. Entre mil otras razones, la novela gráfica deSusanna Martín, Sonrisas de Bombay, le gusta porque lo humaniza al presentarlo tal y como es: un emprendedor solidario que, frente a la pasividad de algunas ONG enquistadas en la consecución de socios y en su propia burocracia, fue capaz de crear a su alrededor las oportunidades necesarias para evitar a muchos niños deBombay situaciones de miseria económica, física y de explotación sexual. Por eso la portada no está centrada en él, sino que se mantiene a un lado, dejando buena parte del protagonismo a la ciudad.
Susanna Martín ha sabido ir más allá de las imágenes llenas de misticismo y color que estamos acostumbrad@s a ver en documentales, novelas románticas y de viajes o en películas como Slumdog Millonaire. Ya hizo lo mismo en su anterior trabajo junto aIsabel Franc, Alicia en un mundo real, que es mucho más que un libro sobre el cáncer de mama. En esta ocasión, Martín nos muestra la durísima realidad de la vida en los barrios más miserables de Bombay (los slums) a través de la aventura de un joven tenaz que ha dejado su huella en el mundo, y lo hace sin limitarse a copiar la realidad, porque Martín tiene el don de interpretar con sus trazos a las personas, los lugares y las cosas que contempla desde una mirada llena de humildad y respeto.De Sonrisas en Bombay me quedo sobre todo con los dibujos de los niños, a los que Martín siempre pone nombre, aunque sea falso, para darles una voz, una identidad de la que carecen en la implacable dureza de su mundo devastado. Como la historia de Noor, a quien amputaron las piernas para dar lástima a los turistas:
Parte de los beneficios de la venta se destinan a la fundación Sonrisas de Bombay.Una buena ocasión para hacer realmente algo, por pequeño que parezca, en nuestro mundo limitado, caótico y egoísta. Por todas esas ocasiones en las que no vemos más allá de nuestras necesidades; por tantas veces que nuestra existencia se limita a comer, dormir, facebookear y ver la tele: días que no volverán y que perdimos sin sentido.
No creas que este libro espera que te hagas miembro de la ONG; ni de ésta ni de ninguna otra. Este libro aspira a que en algún momento, quizás estas Navidades, dejes de lado los automatismos con que nos atontan, como las películas edulcoradas de sobremesa o los villancicos a todo volumen con que nos bombardean en cualquier centro comercial. Date el privilegio de sentir, aprender y vibrar de veras con esta historia apasionante y bien contada, que hace diana en el corazón.