Revista Cultura y Ocio

03: Doble duelo (final)

Publicado el 21 agosto 2016 por Icastico

01: El último domicilio  02: El móvil 

Martín había tomado un único taxi de ida y vuelta. En su estado no podía conducir. También pensó que no sería fácil encontrar uno durante la madrugada de un domingo de verano en una turística localidad. Cada vez menos gente se la jugaba en un control de Tráfico. Pesa más el temor a una sanción y perder el carné de conducir que las evidencias contrastadas de los daños que provoca el flirteo entre bebida y volante. Al sector le traerá sin cuidado el matiz. Es posible incluso que haya jubilado a su Patrón, San Cristóbal, y celebre en su lugar a Santa Ginebra, visto el resurgir del negocio.

Tras el funesto trámite, Martín había ordenado al taxista que lo dejase en el quiosco de la ONCE ubicado a la entrada de la Calle Mayor y le esperase ahí para poder dirigirse sin testigos al punto donde hallaron el cadáver. Pretextó comprar cigarrillos en algún bar y dar un pequeño paseo. Al primer impulso que había tenido de llevarse el terminal a casa le sobrevino otro de mayor cordura. Iba a resultar un elemento importante en la investigación. A buen seguro, el juez pediría un informe a las operadoras sobre el posicionamiento y llamadas del móvil de Martín hijo. Convertirse en sospecho de su muerte no entraba en los cálculos, como tampoco inventar coartadas imposibles de escaso recorrido. Bastante había complicado su existencia. Prefirió arriesgar a quedarse sin batería. Conocida la reciente obsesión del hijo por grabar vídeos de casi todo se le ocurrió ir al archivo. Dio con uno que hubiese querido no haber encontrado nunca. Tenía poco más de tres horas. Horrorizado, contempló la agonía de Martín, su rostro, la sangre, sus últimas exculpatorias palabras. Tuvo el tiempo justo de ver varias llamadas perdidas de una tal Laura. Convirtió ese instante en un secreto que se llevaría a la tumba. Deseaba que los “asesinos” sufrieran lo mismo que él, complicarles la vida. Caminando por el muelle en dirección al taxi extrajo la batería y la arrojó a la ría junto al resto de las piezas. Descansa en Paz, hijo, pensó, como si hubiese esparcido sus cenizas.

– Por favor, déjeme en el mismo lugar en el que me recogió, instruyó al taxista.

– Señor, mientras esperaba hablé con un colega que regresaba de un servicio, horrible, parece ser que apuñalaron a un chico en casa de…

– Si, terrible, algo he escuchado por ahí. Si no le importa prefiero no hablar

– Si señor, disculpe, en veinte minutos estamos de regreso…Dios mio…

Desde el momento en que recibió el golpe pensó en cómo decírselo a Camila, su ex, madre de sus tres hijos. Las dos hermanas, una de ellas gemela del fallecido, vivían con ella. Se avecinaba otro duelo, este verbal, en el que sin duda habría heridas. Las palabras también se clavan como puñales. Al llegar se tomó un potente ansiolítico. Veinte minutos después la llamó. Aprovechó ese tiempo para prepararse. Las 6 de la mañana. De por si una alarma, preaviso de lo que estaba por vivir Camila. Pocas cosas buenas se pueden decir a esas horas entre dos personas que ya lo habían hablado todo.

– ¿Martín?

– Si, Camila, soy Martín. Vengo de Cabañal, del cuartel de la Guardia Civil. Han…

– ¡Martín!, qué pasa, por Dios – la voz se quebraba con la sospecha de algo malo.

– Han matado a nuestro hijo, Camila…¿me oyes?

– ¡Martín! – escuchó tras unos segundos de silencio – ¡dime que es un error, una broma pesada, dime que estás borracho, dime que!…

– No, Camila, ojalá se tratara de una broma macabra, aunque no me perdonases nunca o una venganza por tu forma de dejarme. Ocurrió en el interior de un domicilio habitado por un matrimonio mayor, jubilados, a las 2 de la madrugada, todo es muy confuso, ¿qué hacía allí?, ¿los conocía de algo?…

– ¡Oh Dios!, todo esto es culpa tuya, te lo advertí, te dije que lo notaba raro, distante, algo le ocurría y a ti no te importó, estabas en tu puto mundo con tus putos negocios, siempre fuera, te odio, ¡oh Dios!, no sabes cuánto, has arruinado mi vida, jamás te lo perdonaré…

– Camila, ¡por favor!, escucha…

– No, no quiero escucharte ni un segundo más, me produces nauseas, muérete, cabrón hijoputa. Ahora mismo voy para el cuartel.

Martín estaba roto. No había conseguido mantener la conversación bajo control. Inútil volver a llamarla. La separación era demasiado reciente, no había dado tiempo a enfriar el odio. En el fondo disculpaba la reacción de Camila ante una situación tan dramática.

No se había repuesto del shock cuando sonó el fijo.

– ¿Si?…Diga…

– Buenas noches, ¿eres el padre de Martín?

– Si

– Soy Laura, una amiga de Martín, ¿está en casa?, le he llamado al móvil varias veces y no responde, lo he vuelto a intentar hace un rato y sale que está apagado o fuera de cobertura.

– Laura, Martín está muerto, apareció acuchillado tras un muro, enfrente a la farmacia…

– Hostia, ¡qué dices!, joder, joder, ¡que fuerte!, no jodas, no puede ser, ¿cómo lo sabes?

– Vengo de ahí, me llamó la guardia civil para comunicármelo, estoy destrozado…

– Joder, no nos enteramos de nada, nos movemos por el otro extremo del pueblo. Martín sale mucho de los baretos, le molesta el humo, por eso no damos importancia a sus escapadas, tenemos un circuito y sabemos que nos acabamos encontrando o nos guasapeamos, ¡qué fuerte!

– Laura, ¿tú le notabas extraño últimamente?

– Bueno, si, desaparecía por más tiempo.

– ¿Os decía adonde iba?

– Me dijo que hoy tenía que ir a casa de unos primos, ni idea, desde que vio “Following”…

– ¿Following?, preguntó el padre.

– Si, una película, nos habló muchas veces de ella, de un escritor joven, sin trabajo, en crisis de creatividad que para inspirarse decide seguir a gente por la calle, ver qué hacen, a dónde van, esperando sacar alguna idea para escribir. Cambia una de su reglas y un día decide seguir siempre a la misma persona, el perseguido se da cuenta, habla con su perseguidor y le propone entrar en casas para observar la vida de su ocupantes.

(esta serie de tres relatos está inspirada en hechos reales, nunca se resolvió el misterio y los autores de la muerte del muchacho fueron absueltos por el jurado popular)


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