Revista Salud y Bienestar

11 de septiembre

Por Pedsocial @Pedsocial

11 sept

Hoy es fiesta en Cataluña. La efemérides conmemora un desastre: la caída de Barcelona ante el ejército borbónico después de 14 meses de sitio. Y las consecuencias que tuvo.

En Chile conmemoran otra tragedia: el asalto al palacio de la Moneda y la muerte de su presidente, Salvador Allende, pediatra de profesión. En los Estados Unidos y, particularmente, en la ciudad de Nueva York recuerdan el tremendo atentado que destruyó las Torres Gemelas del World Trade Center, llevándose la vida de varios miles de personas.

Las conmemoraciones, además de las connotaciones históricas tienen, sobre todo, un carácter político. Muy notable en Cataluña donde hoy tienen lugar demostraciones de la voluntad política de su pueblo, de amplio respaldo y eco sonoro. La Pediatría social suele mostrar una reticencia a incluir la política en su discurso, principalmente por no incurrir en discrepancias que puedan parecer partidistas y, con ello, limitadoras y divisorias. Es algo común en el mundo científico y académico: no mezclar la política con la ciencia.

Pero nosotros ya hemos sostenido en otros foros que renunciar a la política representa también una forma de hacer política. Y en esto no estamos solos. Renunciar a la política viene a ser acceder a un mantenimiento del status quo, a una estabilidad que, de una forma u otra, limita el progreso: estarse quieto significa no avanzar.

El ámbito de la Pediatría social incluye múltiples circunstancias, experiencias, actuaciones y propuestas que requieren una conciencia claramente política. Una infinidad de problemas sociales de los niños se enraízan en situaciones de carácter netamente político, y no querríamos limitarlo a las más dramáticas, como las guerras. Que Von Clausewitz definiera la guerra como “otra forma de hacer política”, presupone que la política puede tener consecuencias similares, con mayor o menor violencia. El hambre, las dificultades en la educación, las migraciones, las deficiencias asistenciales, las epidemias y su control, hasta las mismas vacunas, reconocen un determinante político. Como políticas acaban siendo sus posibles soluciones. Institucionalmente, la Sociedad de Pediatría Social dedica sus mayores y mejores esfuerzos a influenciar los poderes públicos, políticos, en el beneficio de los niños y sus familias, promoviendo políticas que contribuyan a ello.

De ahí que, con los debidos respetos y consideración, como reza una antigua fórmula de cortesía, entendemos que incluir la política en el discurso de la Pediatría social es, simplemente, natural.

Recordar, en las efemérides, eventos históricos que tienen carácter político, también nos parece natural. Y ello sin pretender una aquiescencia de todos. El ataque a las Torres Gemelas no tiene la misma lectura en Kabul o en los suburbios de Baghdad que en Manhattan. Quienes dieron apoyo al asalto del palacio de la Moneda en Santiago y seguidamente a la dictadura de Pinochet, quisieran recordarlo de otra manera. Que los habitantes de viejas naciones como Cataluña o Escocia deseen cambiar la relación que hasta ahora mantienen con los estados que las acogen, va a tener partidarios y opositores. Algo que sólo puede dirimirse consultando libre y democráticamente a la población.

Que los niños y las familias recuerden las efemérides también sirve para que, en el recuerdo, entiendan que conquistar el futuro requiere avanzar. Que de un hito al del año siguiente podamos, puedan, comprobar si se ha progresado, mejorado. Y que hay que seguir esforzándose para el bien de todos.

X. Allué (Editor)

 


11 de septiembre

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