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Publicado el 12 noviembre 2014 por Claudia_paperblog

dream

También acabé odiando los sueños. Para quien no esté muy familiarizado con mi blog, os remito a Y un sueño…, para que veáis a qué tipo de sueños me refiero: no a nuestros deseos más profundos ni planes de futuro, sino al precioso regalo que se nos da cada noche…

Los acabé odiando porque me decían cosas que no quería oír, pero supongo que lo que más me molestaba de esos sueños es que tenían razón. Y encima lo que me decían era lo que yo pensaba realmente porque los sueños los crea tu mente, tu subconsciente. Ese odio, en realidad, iba dirigido a mi ser, a mi alma. Esos horribles sueños inconexos, sin historia ni argumento, sin objetivo ni finalidad, sin sentido, con un constante cambio de escenarios y de personajes que daban vueltas a mi alrededor, mareando a mi sentido de la lógica.

“Estás más agria desde que te cortaste el pelo”. Eso decían en mi sueño todos mis amigos y lo peor de todo es que no se equivocaban. Me corté el pelo, pero de manera bastante radical, y con cada mechón que caía al suelo de la vieja peluquería se iba un pedacito de mí, de mi belleza y de mi seguridad. Mi identidad. Pero el pelo es lo de menos; lo importante es mi actitud, que en los últimos días ha cambiado. Y sí, me noto más “agria”.

“Tú serás la única capaz de querer, de encontrar a alguien con el que te quedarás toda la vida”. Estas palabras se las decía a mi hermana porque me conozco (y a mi hermano también) y sé que somos fríos, que nos da miedo querer y poner toda nuestra confianza en una persona que cuando menos te lo esperas te puede fallar y herir.

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Y llegó el desencadenante de mi repentino odio hacia los sueños; el mejor sueño de mi vida, precioso. Un sueño en el que me enamoraba, y es triste pensar que es algo que hasta el momento no he conseguido en la vida real. Sus intensos ojos azules y su piel tan morena… Rasgos que tal vez me recordaron que sí he estado enamorada, pero que lo he querido olvidar porque él está muy lejos y cada vez que pienso en sus caricias me echo a llorar desconsoladamente. Déjalo ya, déjalo ya, se quedó frío. Cada momento tiene que ser especial.

Lo mejor de todo es que tengo tres exámenes la semana que viene y estoy dedicándome a escribir estas estupideces y a jugar a Candy Crush en el móvil antes de arreglarme para salir a emborracharme. Soy idiota.

PD: No os preocupéis, me vuelven a encantar los sueños. El pelo también me ha crecido ;)


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