Revista Cine

’12 años de esclavitud’: un clásico contemporáneo

Publicado el 04 diciembre 2013 por Cintasperdidas @cintasperdidas

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El director británico Steve McQueen logra algo muy complicado de hacer en el panorama cinematográfico: rodar un nuevo clásico atemporal que está a la altura de los más imprescindibles. El tema de la esclavitud no es ninguna novedad pero si los hechos están basados en hechos reales y además en la cinta aparece el dúo Fassbender-Pitt, la audiencia no tiene más que hacer fila para las palomitas. Todo vendido.

12 años de esclavitud es la historia real de Solomon Northup, un hombre negro nacido libre que es engañado y secuestrado para ser vendido como esclavo. El cambio de vida (antes, un hombre culto de familia que trabaja a veces como violinista; ahora, un negro esclavizado y sometido a lo que sus diferentes amos deseen) queda patente con unos flashbacks muy bien diluídos tanto en el espacio como en la memoria del personaje. El título da una pista sobre el final de la cinta (‘sólo’ 12 años) pero la continuación de la historia no goza de menor interés.

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McQueen ha vuelto a llamar a su estrella preferida, Michael Fassbender, con el que ya trabajó en sus dos anteriores largometrajes, Hunger y Shame, como protagonista. La elección está perfectamente justificada porque, al igual que lo hizo en las anteriores, el actor marca con fuerza sus apariciones en pantalla y sabe jugar al máximo todas sus cartas. El papel de déspota amargado y frío le permite expresar intensamente una ira y una frustración que bien merecen una nominación al Oscar.

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Otro que se ha ganado indudablemente esa nominación (y seguramente el galardón, cuidado Hanks) es el protagonista, Chiwetel Ejiofor (American Gangster) que interpreta al autor del libro en que se basa la película, Solomon Northup. Su mirada logra cautivar y engatusar al espectador, al que, por poca empatía que tenga, va a sentir la angustia, la amargura y los latigazos que recibe en las escenas más duras. Decepciona un Brad Pitt que se hace esperar demasiado para luego aparecer dos minutos en pantalla, a pesar de que su papel sea el más relevante en cuanto a significado final.

Los gritos se mezclan con canciones de esclavos, el algodón que recogen con las llagas que provoca el látigo en sus espaldas y la valentía, que sólo puede entenderse gracias a la esperanza. Un nuevo clásico ha nacido porque, como bien sabe McQueen, a la tercera va la vencida. 


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