Revista Opinión

12 de octubre: la ingratitud del descastado

Publicado el 12 octubre 2016 por Vigilis @vigilis
En medio planeta el 12 de octubre es un día de celebración porque es la fecha en la que los españoles descubren el Nuevo Mundo. Este momento de la historia del hombre es único porque de momento no hemos llegado a otros planetas y en puridad lo único que se podría comparar al descubrimiento del Nuevo Mundo es... descubrir otro nuevo mundo. Descubrirlo, llegar allí y hacer cosas ya que no sólo la fe basta.
Por sus implicaciones en todas las cosas que son propias del hombre esta fecha de 1492 es la que inicia lo que podemos llamar historia universal: la idea que el hombre tiene del planeta se completa y encima trae el bonustrack de que a la Biblia le faltaban páginas: había una parte del mundo que no aparecía en la Biblia. El descubrimiento y evangelización de una parte de la humanidad hasta entonces desconocida es la mayor empresa conocida del hombre. Ya digo, al menos hasta que nos toque llegar a otro planeta y establecer una nueva comunicación con seres sobre los que en su momento debatiremos si son hombres o no.
El problema de celebrar el 12 de octubre por el gigantesco significado que tiene es que se encuentra con ignorantes, ingratos, ignaros y otras cosas que empiezan por i. Hablo de la recientísima moda de pequeños grupos que quieren darle la vuelta a la historia y al hacerlo rechazan a sus propios antepasados.

12 de octubre: la ingratitud del descastado

Esto es como si ponen un cartel anunciando cocacola. La estupidez es una enfermedad dificil de curar.

Un ejemplo de esto lo tenemos en grupos extremistas de Madrid que cuelgan una "bandera idígena" de un edificio oficial no porque les guste (la bandera es bonita: tiene colorines) sino como acto político de rechazo a la "colonización" y de reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas, etc. Ya sabéis de qué va la historia.
El acto reivindicativo tendría un pelín más de sentido de no ser porque la bandera es un diseño basado en un refresco boliviano de los años 40, la champancola (champán-cocacola), pero oye, son neocomunistas, nadie espera que sepan nada de historia.
De forma similar, ese compendio de vicios hispanos que son los irredentistas que calzan alpargatas, piden que el monumento a Colón de la ciudad de Barcelona (la española, no la venezolana, brasileña, filipina o arubeña) sea sustituido por una "obra alegórica de la resistencia de los pueblos indígenas". Estas cosas se dejan decir en voz alta y aunque la mayoría pasa del asunto siempre hay quien traga.
Algún griego muerto hace mucho tiempo dijo algo sobre que para establecer comunicación las personas tenían que ponerse de acuierdo en el significado de las palabras. Bien, a mí que me expliquen qué diablos entienden los descastados por "pueblo indígena" y por "resistencia". Porque yo no dejo de ver ahí un anacronismo —como la champancola. Y es que el significado político del sintagma "pueblo indígena" no deja de ser un invento de las facultades de humanidades del primer mundo de finales del siglo XX. Es, digamos, la forma que tienen los progres de ser racistas: señalar, etiquetar, publicar un artículo académico, inventarse un crimen y culpar a alguien que no comulga con sus ideas.

12 de octubre: la ingratitud del descastado

Por favor, que alguien me vuelva a explicar el concepto de "pueblo indígena".

Todo lo que rodea el concepto de indígena es muy difuso y aleatorio. Se dice que indígena es aquel que pertenece a un grupo de personas que conserva características estéticas o idiomáticas previas al contacto con la civilización europea (es decir, que para ser indígena hace falta que exista la civilización europea, hay que reconocerla). El problema que plantea esto es que si nos referimos a los nativos de Nuevo Mundo antes de la llegada de Colón estos no formaban un cuerpo homogéneo. Existían varias comunidades lingüísticas y estéticas en distintos grados de desarrollo.
Tras las dos décadas de campañas militares que ponen fin a los imperios azteca e inca, con la alta mortandad derivada de las enfermedades y con el mestizaje, indígenas lo que se dice indígenas quedaron más bien pocos. En época tan reciente como el siglo XX se han descubierto pequeños grupos humanos en la jungla cuyas reivindicaciones políticas y relevancia histórica son nulas. Ciertamente había "indios" en la América española que eran súbditos de la Monarquía. Tenemos constancia en documentos oficiales del XVII en adelante de lo mal que lo pasaban estos "indios" a quienes se les exigía para vivir dentro de una ciudad que aprendieran un oficio y taparan sus partes pudendas.
  • Ni genocidio, ni saqueo
Más allá hay constancia de los célebres "indios amigos" que eran tropas auxiliares del ejército de la Monarquía Hispánica. A estos se les pagaba por mantener fuertes, montar guardia y hacer de correos. No pocos montaban a caballo, lo que muestra el grado de colaboración que había. Ciertamente estos "indios amigos" eran vilmente explotados pues cuando se trataba de operaciones punitivas contra levantamientos de otros indios (a veces para rescatar a indios secuestrados que es algo alucinante que sucediera) no se les pagaba. Y no se les pagaba por estas acciones porque los oficiales españoles tenían órdenes de dejarles tomar botín.
Caray, parece que estoy hablando de la romanización de Europa occidental. ¡Qué cosas!
Así que la idea de "resistencia" no sé exactamente de dónde se la sacan estos ingratos que defecan sobre la memoria de sus padres. No se conoce enfrentamiento entre indios y españoles en el que no hubiera una mayoría de indios en los dos bandos. Es más, el principal punto de conflicto armado —década de 1520— no es tanto la conquista española de dos imperios como el aprovechar guerras civiles y tomar partido por ciertos bandos (asunto que recuerda a la extraña caída de los visigodos).
Esta gente de la que hablo con desprecio (revolucionarios de 140 caracteres) no tienen ni la decencia de sustituir la historia real por otra falsa, como hicieron y siguen haciendo nuestros malvados amigos ingleses, sino que simplemente sustituyen la historia por frasecitas. Y se quedan tan anchos.
Hay quien piensa que parte del problema de vivir rodeados de gente que tiene una historia y la sustituye por hamburguesitas de tofu se debe a la oprobiosa dictadura franquista en España y a los movimientos nacional-populistas de Hispanoamérica.

12 de octubre: la ingratitud del descastado

Los ainu, civilizados por los japoneses, ¿cuentan como indígenas? ¡Es que igual el mundo no cabe en 140 caracteres!

La primera trató de establecer una historia canonica de España al mismo tiempo que reprimía libertades civiles y por tanto se toma la parte por el todo. La dictadura franquista tuvo, al menos durante las primeras décadas, la aspiración de ideologizar a la población (así por ejemplo había comparaciones entre los soldados del 18 de julio con los conquistadores de América y con los caballeros de la Reconquista, la "España eterna", la cruz y la espada, etc.). Esto es evidente que no hay por donde cogerlo pero es que ya ha pasado tanto tiempo desde el fin de la dictadura hasta hoy como el que duró la dictadura. Por no mencionar el pequeño detalle de que los libros de texto del primer franquismo eran los mismos que en el periodo republicano (pero la educación republicana era buenísima, algo no cuadra).

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Ah, la antigua y venerable tradición incaica de posar para una foto antes de jugar al fútbol.

Los segundos tratan de imitar modelos de construcción del estado-nación propios de Europa (apelar a mitos de un pasado remoto), el problema es que los países hispanoamericanos no pueden apelar a un pasado remoto porque en su pasado más remoto ya había policía y alcantarillado. Desde luego que se puede (y se debe) estudiar lo que se sabe de los habitantes del continente antes de la llegada de los españoles pero las historias nacionalistas de esos países como mucho pueden establecer sus mitos inventados en la época de la independencia (y aparece entonces otro problema: las guerras de independencia eran más guerras civiles que otra cosa).
Yo supongo que llegará algún momento en el que el franquismo deje de servir como excusa para despreciar la historia española por una parte y por la otra se desarrolle algún concepto histórico-político que explique la existencia de países americanos como subdivisiones soberanas de una misma nación política. Ojalá poder traer a frailes del XVII a nuestra época.
 

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