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15 claves que quizás no conozcas de "El Tercer Hombre"

Publicado el 19 julio 2012 por Fimin

19 de Julio del 2012 | etiquetas: Manel Carrasco, Cine clásico Twittear 15-claves-que-quizas-no-conozcas-de-el-tercer-hombre

¡Ah, Viena! La capital de la música clásica, la ciudad de Sigmund Freud y de Gustav Klimt, el centro neurálgico de la cultura europea bajo el Imperio Austro-Húngaro… La bonita Viena. Claro que también es la capital anexionada por los nazis, el símbolo de las políticas expansionistas del Tercer Reich, la urbe golpeada por la guerra, y una vez finalizada ésta, la ciudad rota, hundida en la depresión, dividida en distritos por las potencias aliadas, convertida en un guirigay políglota en el que se habla ruso, inglés, francés y alemán. Casi nada. El marco es muy atractivo, y pedía a gritos una película que estuviera a la altura. ¿Quizá una de cine negro? Mira, no es mala idea. Podríamos coger algún guión de Graham Greene, buscar a un director más que competente, una música pegadiza y… Oye, ¿ése que pasa por ahí no es Orson Welles?.

El resultado del experimento no necesita muchas presentaciones: Holly Martins, un escritor de segunda regional, llega a la Viena de posguerra sólo para descubrir que su mejor amigo ha muerto en un accidente. Como que estamos en el género negro, pronto Holly se da cuenta que algo no cuadra en la versión oficial de la muerte. Alguien miente. Puede que todos lo hagan. Con estos mimbres, Carol Reed presenta uno de esos títulos que están en todas las antologías del séptimo arte; una película irrepetible, por la gente que trabajó en ella y por el aroma que desprende una ciudad muy especial en un momento extraordinario. El tercer hombre (1949) es cita ineludible para el cinéfilo universal, una de esas raras ocasiones en las que todo acabó saliendo bien. Pasen y compruébenlo ustedes mismos, pero si no conocen la película véanla primero, que hay spoilers

1-Como la vida misma: Joseph Cotten y Orson Welles eran también amigos en la vida real. Sus caracterizaciones en esta película son algo curiosas, porque funcionan como un buen espejo de su vida real y de las carreras que desarrollaron cada uno.Cotten era una figura relativamente cotizada en la industria que nunca alcanzó el relumbrón de otras estrellas: De igual modo, Holly Martins es un escritor de segunda fila que goza de cierta popularidad pero que nunca pasará de ese estatus. Welles, en cambio, era un genio carismático cuya libertad personal y capacidad para la subversión le enemistaron con el establishment de Hollywood: Lo mismo podemos decir de Harry lime, aunque su carácter subversivo y aventurero lo llevan a la delincuencia y, por extensión, su enemigo jurado es la ley y sus cuerpos policiales. En la escena de la noria, el reencuentro entre Martins y Lime es el de una amistad medio rota y contaminada por la traición y el engaño. Welles también debió de sentir algo parecido: Tras el rodaje de El cuarto mandamiento (1942), los estudios aprovecharon la ausencia del director para remontarla, con la aprobación del equipo y (a regañadientes) del propio Cotten. Toda una puñalada para Orson Welles. Con el tiempo, al pensar en El tercer hombre sabemos que Holly Martins es el personaje positivo, pero nos ocurre como en la vida real: Entre Cotten y Welles, nos acordamos más de Harry Lime.

2-Orson, ¿dónde estás?: Un día, el pobre Carol Reed descubrió que Welles había dado esquinazo al ayudante de dirección y había desaparecido. Cuando se recuperó del síncope, decidió salvar el bache rodando planos para la escena de las alcantarillas usando varios dobles de cuerpo de Welles (entre ellos el burlado ayudante de dirección). Con el antagonista fugado, Reed echó el resto y logró salvar los muebles. Welles volvió al cabo de dos semanas.

3-Que la fiesta no pare: El ritmo de trabajo de Carol Reed y de David O. Selznick (el productor) era demencial. Sus horarios incluían dos escasas horas de sueño. Selznick era un adicto al “speed”, y su debilitada mente empezaba a notar los perjuicios de la droga. Agotado por el rodaje, Reed se enganchó a la misma sustancia. Está bien, no sería la única vez que pasaría algo así, pero tener al productor y al director de la película hasta arriba de droga en medio del rodaje debía ser todo un cuadro.

4-Tres unidades: Reed tenía motivos para estar agotado. El equipo constaba de tres unidades que rodaban escenas de manera autónoma: una diurna, otra nocturna y una tercera para las cloacas. Pese a que no estaba obligado a hacerlo, Reed insistió en dirigir las tres. Acabóextenuado.

5-Yo aquí no me meto: Orson Welles se negó a hacer los planos de las alcantarillas en el subsuelo de Viena. Aquello debía oler fatal, y hacía frío. Por ello, el equipo de arte tuvo que reconstruirlas en Inglaterra. Para colmo, Welles cambió de idea y, entusiasmado, aceptó rodar en el escenario original.

6-El final (Spoiler): La mayor polémica con Graham Greene se produjo al plantear el epílogo de la historia, cuando Holly se detiene en el camino y espera a Anna, que se acerca lentamente. Greene quería un final positivo, que insinuara que la pareja tenía un futuro. Reed y Selznick no lo veían del mismo modo e impusieron un final más triste. Greene se desquitó poco tiempo después en la novelización que publicó de su propio guión. Negro sobre blanco, los personajes acabaron bien.

7-El productor: El equipo de rodaje acabó hasta el moñode David O. Selznick. El legendario productor estaba muy lejos de sus mejores tiempos, y de vez en cuando soltaba ideas de bombero. Su relación con Alexander Korda, coproductor de la película, fue de mal en peor. Si a eso le sumamos su adicción a las drogas, pública y notoria, verlo entrar en el set debía provocar sudores fríos a más de uno.

8-El casting: Salvo AlidaValli, que convenció a todo el mundo, los papeles principales no estaban claros. Aunque el reparto pueda recordar al de Ciudadano Kane (1941), inicialmente estaba más cerca del de Historias de Filadelfia (1940): Carol Reed quería a James Stewart para interpretar a HollyMartins, y para Harry Lime se barajó el nombre de un simpático actor británico llamado CaryGrant.

9-No hay manera: Orson Welles ya tenía una reputación bastante nefasta cuando se unió al reparto de El tercer hombre. Selznick no lo quería ni en pintura porque lo consideraba “veneno para la taquilla”, y de hecho sus producciones eran tan geniales como ruinosas económicamente. Por eso, no es de extrañar que cuando pactaron su retribución prefiriera cobrar un sueldo base en lugar de percibir un porcentaje de los beneficios que generara la película. Si todo iba como ya era habitual, el proyecto sería un fracaso. Pero por una vez la película fue un gran éxito, y el porcentaje que le ofrecían superaba ampliamente el sueldo que acabó cobrando. El pobre Welles debió darse de cabezazos contra todas las paredes de Viena.

10-La noria: Es una de las escenas más famosas de la película, pero el marco en el que Harry y Holly hablan por primera vez ya era conocido antes. Sigmund Freud utilizaba la noria para producir mareos a los pacientes bajo el efecto de la cocaína.

11-El reloj de cuco: “¿…mientras que 500 años de democracia en Suiza que han producido? El reloj de cuco”.La frase de Harry es magistral, pero totalmente errónea. El análisis del Renacimiento italiano es correcto, pero los suizos no se andaban con chiquitas en aquella época. Lejos de ser un remanso de paz, llegaron a contar con uno de los ejércitos más poderosos de Europa, y participaron en varios conflictos internacionales. Y por cierto: el reloj de cuco no es suizo, es alemán.

12-Al César lo que le corresponde: Reed es el director de la película. Punto y final. Sin embargo, durante años corrió la leyenda de que Orson Welles había sido el verdadero hombre tras la cámara. El propio Welles alimentó el rumor, arrogándose la paternidad de la realización y del guión en todas las escenas en las que salía él, solo para negarlo todo más tarde y reivindicar el trabajo de Reed. Al final, la contribución del genio de Kenosha se reduce a su más célebre frase en la película: La del reloj de cuco. El resto es de Carol Reed.

13-El nivel: Los planos inclinados son una constante en El tercer hombre.Tras el estreno de la película, William Wyler mandó un nivel con una nota a Reed, a quien le unía una gran amistad. La frase supuraba sarcasmo: "Carol, la próxima vez que hagas una película, simplemente pon el nivel sobre la cámara, ¿podrás hacerlo?”

14-Las manos de Harry: Tras la persecución en las alcantarillas, Harry empuja una reja para salir al exterior y muestra un plano detalle de sus dedos a través de los orificios en el metal. En realidad, son los dedos de Carol Reed, que aceptó hacer de doble de manos para un plano que le sugirió el mismo OrsonWelles.

15-La cítara de Anton Karas: Mientras trabajaba en la película, Carol Reed descubrió a un músico austríaco en una fiesta del rodaje. Algún tipo de resorte se movió en el interior del director, que no dudó en invitarlo a su hotel para colaborar en la música de El tercer hombre. AntonKaras trabajó en algunos temas y la cosa debió quedar ahí, pero días más tarde, el músico austriaco recibió una invitación para volar a Londres y componer toda la banda sonora. Seis semanas más tarde, Karas tuvo listo un tema musical que lo haría famoso. Una pieza (dicen) endiabladamente complicada de tocar, pero capaz de dar a la película una personalidad aún más característica. El anónimo músico austriaco se hizo muy famoso, e incluso abrió un bar en Viena al que llamó, como no podía ser de otra manera, El tercer hombre.


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