Revista Cultura y Ocio

160.- Represión franquista en Euskal Herria

Publicado el 06 febrero 2012 por Javiersoriaj

160.- Represión franquista en Euskal Herria a

Esta tarde me llegaba este documento oficial sobre la represión franquista. No me ha sido difícil imaginar que si por llamar a un niño por su nombre la multa era de 500 pesetas (¡¡¡de 1938!!!), qué supondrían otro tipo de “delitos”… 
Así que me ha dado por investigar un poco, y, sin mucho esfuerzo, he encontrado un texto que desvela con claridad buena parte de lo ocurrido… y que por desgracia, dada la sociedad sociológicamente franquista en la que todavía vivimos, sigue estando, con más o menos intensidad, en la conciencia de demasiada gente, que sigue considerando un crimen el hecho de la diferencia. 

Juan Ramón Garai es miembro de Debagoieneko Fusilatuen Senitarteko eta Lagunen Batzordea (Lau Haizetara Gogoan), y publicó en Viento Sur (nº 113, diciembre de 2010) un artículo donde explicaba la necesidad de seguir luchando por la memoria, por la reparación de las víctimas y por la derogación de la Ley de Amnistía del 77… Ahí os dejo un fragmento de ese texto, que entre otras cosas, aborda las sanciones recogidas en el documento de arriba… 

Crímenes de lesa humanidad. No a la Ley de Punto Final
Juan Ramón Garai
Viento Sur, nº 113, diciembre-2010

Al igual que en el conjunto del Estado español, en Euskal Herria, los rebeldes franquistas asesinaron por sus ideas políticas y sindicales a seis mil personas, otras tantas murieron en los frentes de la guerra y en los bombardeos indiscriminados de muchas poblaciones: Bilbao, Otxandiano, Elorrio, Elgeta, Durango, Gernika… Son más de 12.300 personas. Todas ellas van dejando de ser tan sólo un número para pasar a tener nombre y rostro en el recién inaugurado Museo de la Guerra Civil de Elgeta. La gran mayoría de las personas fusiladas –muchas continúan desaparecidas– eran personas civiles.

En Navarra se cometieron, durante los dos primeros meses de la rebelión militar, 12 crímenes por cada mil habitantes. En el conjunto de Euskal Herria y en este mismo periodo, el saldo fue de 5 crímenes por cada mil habitantes.

Estos datos se sitúan muy por encima de los de Sudáfrica, Argentina y Chile, que no alcanzan la cifra de un crimen por cada mil habitantes. Las “carta blanca” de la que disfrutaban los Mola, Camilo Alonso Vega o García Valiño, con la cual intentaban contentar a sus tropas, afectó sobre todo a mujeres y niñas que fueron violadas y asesinadas.

Especificidades represivas

Se da en Euskal Herria un hecho destacable y que conviene señalar: La represión sobre el clero vasco y sobre el uso del euskera. En Gipuzkoa, Bizkaia y Araba, 16 sacerdotes y religiosos fueron fusilados por las tropas franquistas. Fueron fusilados sin juicio. 

130 sacerdotes fueron encarcelados, de ellos, 37 eran capellanes de los gudaris. Más de doscientos sacerdotes, religiosos y seminaristas se exiliaron. Trescientos noventa y dos fueron desterrados. Fueron pues más de ochocientos los curas reprimidos.

Para ilustrar la persecución del idioma hay innumerables ejemplos. En plena guerra, en la prensa franquista se comenzó a decir: “Una única lengua cultural para el imperio. El idioma castellano es el que tiene a cargo esas funciones”. “La preocupación de toda autoridad debe ser el eliminar las causas que tienden a desunir a sus gobernados: Hablad Castellano”. Varios escritores en euskera fueron fusilados: José María Azkarraga “Lurgorri”; Jesús Peña Etxebarria “Aitza”; Estepan Urkiaga, “Lauaxeta”. “Habla en cristiano”, era la forma en la que se dirigían los franquistas a muchas personas cuyo idioma y única forma de expresión era el euskera. En la dictadura franquista a las alumnas y alumnos que únicamente conocían su lengua materna, se les obligaba a hablar en castellano. Pagaban con palizas, amenazas y castigos si no lo hacían. Se veían obligados a aprender de memoria frases en castellano sin saber su significado. Imponían multas a padres y madres por llamar en euskera a sus hijos e hijas; hubo incluso requisitorias para cambiar los nombres en euskera de las placas del cementerio. Miles de personas fueron exiliadas, presas, torturadas, fusiladas, robadas. Cargos políticos, militares y civiles fueron responsables de un sin fin de atrocidades por las que nunca han sido juzgados. Ello nos sitúa ante un escenario evidente de “crímenes de lesa humanidad”, tipificados en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional que comprenden como tal: asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, encarcelación, tortura, violación, prostitución forzada, esterilización forzada, persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos u otros definidos expresamente, desaparición forzada, secuestro o cualesquiera actos inhumanos que causen graves sufrimientos o atenten contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque. Los crímenes contra la humanidad tienen la especial característica de ser imprescriptibles, es decir que pueden ser perseguidos en todo tiempo (…)

Para completar, quizá no estaría de más echar un ojo al blog de Nieves Uriarte (perdón, ahora Edurne Uriarte, porque no le dejaron inscribirla en 1960 en el registro con su nombre vasco). Eso sí, a ella le sirve para justificar una supuesta similitud con políticas lingüísticas actuales, en lugar de condenar la necedad que suponían las uniformización “por el imperio hacia Dios” a través de la lengua única y obligatoria…  Escribe: “Aún recuerdo mi indignación adolescente de cuando mis padres me explicaban que, aunque mi nombre era Edurne, habían sido obligados a poner Nieves en el registro porque estaba prohibido poner nombres en euskera (nací en 1960) Por supuesto, el euskera, mi lengua materna, estaba proscrito de la escuela. Y, por supuesto también, quienes lo hablábamos o trasladábamos su acento al castellano éramos tildados de paletos, entre ellos, por bastantes de los que luego se hicieron muy nacionalistas”

Pues eso, que cómo no rebelarse…

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