Revista Historia

1705, cuando Barcelona defendió a Felipe V y los ingleses la bombardearon

Por Ireneu @ireneuc

1705, cuando Barcelona defendió a Felipe V y los ingleses la bombardearon

Sitio de Barcelona de 1705

La Guerra de Sucesión, desde el punto de vista catalán, lo asociamos sobre todo a la derrota del 11 de septiembre de 1714, cuando las tropas borbónicas rompieron el sitio de Barcelona y la ciudad acabó por rendirse, abriendo la puerta a las durísimas represalias por parte de Felipe V, la cuales aún colean trescientos años más tarde. Sin embargo, la historia, si algo tiene es que es muy veleidosa y ahora parecemos olvidar que al principio de esta guerra, Catalunya estaba de parte de Felipe V y no del Archiduque Carlos, y que, incluso, Barcelona fue bombardeada por la Marina Inglesa. Me refiero al Sitio de Barcelona de 1705.

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Felipe V de Borbón

Aunque pueda parecer raro visto desde la perspectiva actual, Felipe V, antes del advenimiento de la Guerra de Sucesión, fue aceptado por las Cortes Catalanas sin ningún tipo de problema el 30 de septiembre de 1701. Pero no solo fue aceptado por Cortes, sino que incluso el monarca juró las Constituciones Catalanas y los privilegios que tenía, talmente como había sido hecho por todos los monarcas de la casa de los Austrias durante los siglos anteriores. Y no solo eso, sino que Felipe V aceptó casi todas las demandas que los grupos de poder le pusieron sobre la mesa. En esta época, muy a la greña no estaban los catalanes y el primer monarca borbónico de la Corona Española.
Tan buena onda había, que el Consell de Cent, el gobierno municipal de Barcelona, había dado su visto bueno al nuevo rey, al cual se debería obediencia plena. En contrapartida, el recién elevado al trono Felipe V, aprovechó el hecho de andar por tierras catalanas para casarse en Figueres con María Luisa de Saboya, convirtiéndola en reina consorte. Todo pintaba muy bonito para las relaciones entre la monarquía hispánica y los catalanes, pero la cosa iba a cambiar dramáticamente en los siguientes años.

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Mª Luisa de Saboya

Por un lado, el nombramiento de Francisco Antonio Fernández de Velasco y Tovar como virrey de Catalunya, el cual sabiéndose plenipotenciario del rey, mandaba con mano de hierro en todo el virreino. Ello lo hacía paulatinamente más popular (por decirlo irónicamente) entre la burguesía y la nobleza catalana, la cual empezó a cogerle una tirria que no lo podía ni ver. Si a esto le sumamos la italiana María Luisa de Saboya, que no hacía más que malmeter en contra de los fueros catalanes ante Felipe V, el cóctel cada vez era más y más agrio.

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El Archiduque Carlos

Por otro lado, el Archiduque Carlos, que no dio su brazo a torcer y reclamó sus derechos sucesorios a la corona española, lo cual le hizo ganarse cada vez más las simpatías de la burguesía catalana, y más cuando, sabiendo el problema con el virrey, el archiduque prometió el mantenimiento de las leyes y fueros catalanes. La nobleza, según tenía que jugarse las perras con el virrey, iba apuntándose cada vez más al carro de Carlos, al punto que llegaron a un acuerdo con sus aliados (sobre todo los ingleses) para dar un golpe de mano y hacer caer Barcelona en manos de los partidarios del futuro Carlos III. No obstante, Barcelona, no estaba por la labor de favorecer al Austria, bien al contrario.
En esta situación, la Armada Británica y Holandesa, con apoyos catalanes, hacen un primer desembarco en Barcelona el 1704, pero la falta de efectivos y la falta de apoyo desde dentro de la Ciudad Condal -la cual se puso de parte de las tropas de Felipe V-, hicieron que la flota, tras bombardear Barcelona el 31 de mayo de 1704, se dirigieran a Portugal. De camino, esta misma flota, fue la que tomó Gibraltar para el Archiduque Carlos (ver Catalan Bay o los catalanes que tomaron Gibraltar).

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Saló de Cent (Barcelona)

El virrey Fernández de Velasco, con su particular "diplomacia", se pasó por la piedra a todo aquel sospechoso de ser austracista, lo fuera o no lo fuera en realidad, lo que hizo que la gente cada vez más odiara al ínclito virrey, ganando cada vez más adeptos para la causa del Archiduque Carlos. Los aliados, no dudaron en volver otra vez a la carga para la toma de Barcelona.
El 22 de agosto de 1705, una flota con 180 barcos, cargada con 9000 soldados ingleses, holandeses y austriacos con unos 800 caballos desembarcaron en Montgat (al norte de Barcelona), al cual se unieron diversos regimientos de catalanes procedentes del interior de Catalunya, poniendo en sitio la capital catalana.

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Sitio de Barcelona (1705)

La ciudad, una vez más, se puso de parte de Felipe V, no porque tuviera simpatías por el virrey -que no tenía ninguna- sino porque como habían jurado fidelidad al monarca (ergo al virrey), como el sitio no funcionase, iban a pagar cara su osadía. Fernández de Velasco, tampoco las tenía todas consigo, ya que ante el ofrecimiento del Consejo de Ciento de armar "la Coronela" (la milicia urbana de Barcelona), prefirió no hacerlo, debido al miedo de que este grupo armado se revolviera contra el propio virrey.

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Montjuïc con Barcelona al fondo

Las tropas aliadas tomaron el castillo de Montjuïc el 14 de septiembre, y en una ofensiva conjunta, se bombardeó la Ciudad Condal tanto por mar -con las flotas inglesa y holandesa- como por tierra, sobre todo desde la misma fortaleza de Montjuïc. El ataque de las fuerzas austracistas hicieron que Barcelona capitulase el 22 de octubre de 1705 al aceptar el virrey Fernández de Velasco las clausulas de la rendición. No obstante, la población ya estaba hasta el moño del virrey y se levanta en armas en contra de él, haciendo buena las sospechas de que aceptar "la Coronela" hubiese sido ponerse la soga al cuello. Levantamiento que acaba el 7 de noviembre, cuando el Archiduque Carlos entra en Barcelona, jura las constituciones catalanas y es nombrado Carlos III.
La historia nos da ejemplos de cómo una simplista reducción de buenos contra malos, acostumbra a ser una visión sesgada de la realidad. Lo que hoy es malo, mañana puede ser bueno; los que ayer eran amigos, hoy pueden ser enemigos y lo que hoy interesa, mañana puede no interesar para nada. En este caso, Catalunya no era en su mayoría austracista, pero el despotismo y la irresponsabilidad de unos políticos y una política, hicieron que la gente odiara a Felipe V y abrazara la causa del Archiduque Carlos, a pesar de haberlo defendido repetida y fielmente. Después todo acabó como acabó (ver Nova Barcelona, el exilio de los vencidos el 11 de septiembre de 1714), pero es el claro ejemplo de que el ser humano, si algo es, es incongruente y que el uso de la fuerza y el nepotismo siempre consiguen el efecto contrario al deseado.
La importancia de la memoria histórica.

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Documento de las capitulaciones del Sitio de Barcelona de 1705


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