Revista Cuba

2018: El cambio generacional llega a Cuba.

Publicado el 22 abril 2016 por Yusnaby Pérez @yusnaby
POSTABRIL22

Todo el mundo sabe que el sistema social, económico y político cubano está agotado, y eso no es nuevo. Lleva muchos años agotado. Es un agotamiento crónico que impide que el país progrese. Los cubanos critican las cosas que están mal, y algunos dirigentes ven esa crítica como un atentado a la patria y responden con represión. Pero la represión no va a revitalizar ese estado de agotamiento crónico. Eso solo se conseguirá realizando cambios y no unos cuantos, sino muchos.

De hecho, casi todos los cubanos coinciden en que en Cuba tienen que haber cambios.  Algunos piensan en cambios en el sistema económico, mientras otros piensan que el cambio debería ser radical y total. Algunos piensan que los cambios no deben ser demasiado rápidos mientras otros piensan que hay urgencia para hacerlos lo más rápido que se pueda porque el barco hace agua por todas partes.

Pero ese entorno de necesidad de cambios está condicionado por una creciente lucha interna por el poder, buscando posicionarse para suceder a Raúl Castro cuando éste se retire en 2018. Y esa lucha interna por el poder está plagada por la  intolerancia de los integrantes  de la cúpula dirigente y sobre todo por los que están involucrados en esa lucha interna. Para ellos, posicionarse adecuadamente es más importante que cualquier otra cosa. Por eso no existe sentido de urgencia para realizar los cambios que rompan el agotamiento del sistema. Sin embargo en 2018 el poder en Cuba pasará a una nueva generación.

Aunque es Raúl Castro quien da la pauta de todo lo que se debe hacer, hay muchas otras cosas que los altos dirigentes pueden hacer sin consultar a Raúl quien ha demostrado que es una persona que da lineamientos generales y no le gusta involucrarse en los detalles. De hecho, se percibe que está haciendo un trabajo que no desea hacer, pero que no tiene más remedio que hacerlo.

Y aún en sus lineamientos generales, Raúl tiene que cuidarse de no hacer nada que moleste a Fidel. Por eso dice que todo lo consulta con él, aunque yo no sé qué tanto pueda dar la mente de un deteriorado Fidel que cuando lo vimos aparecer para despedirse en el reciente congreso del PCC, se vio como una persona en mal estado y que puede morir cualquier día.  Y aunque Raúl por ser más joven, se ve en mejor forma, se nota que ya le pesan los años y que muchas veces se le traba la voz. Los demás dirigentes históricos también van biológicamente de salida. Estamos en un punto de inflexión. Es evidente que llegó el momento de una nueva generación.

Vivimos ese cambio generacional que traerá un nuevo y más joven presidente en 2018, un año donde lo más probable es que Fidel ya haya muerto y Raúl ya esté muy deteriorado y un año en que casi no haya dirigentes históricos con capacidad de pensar. Quien llegue al poder tendrá una papa caliente en las manos.  Recibirá un país en ruinas, con gran escasez de recursos, y con un pueblo que cada vez se manifiesta más y que ya no teme a la represión, porque el pueblo ha perdido el miedo.

Y es que cuando vemos las críticas al gobierno en las colas, en la calle, en los edificios, etc., los que protestan son las hermanas, los primos, las madres, los parientes y los amigos de los policías y militares que integran la fuerza pública. Y también hemos visto como cada día es más frecuente que el propio pueblo defienda a las personas cuando la policía intenta alguna acción arbitraria contra algún disidente o cuentapropista.

Esos policías y militares, saben que los dirigentes se cuecen aparte y no están dispuestos a reprimir a personas que son como ellos, que sufren como ellos y que pueden ser familia de ellos. Eso ya pasó en Rumanía con el régimen de Ceacescu que terminó trágicamente cuando la policía y el ejército se pusieron de parte del pueblo, porque ellos también son el pueblo.

La única opción que un nuevo presidente tiene para lograr la aceptación del pueblo y evitar un rechazo es hacer cambios y hacerlos rápido. La represión no será solución sino que agravaría todavía más el problema. Las opciones no son muchas y cada día son menos, porque los que presionamos por un cambio cada día somos más y los que se resisten a hacerlo cada día son menos.

Por eso tenemos que prepararnos. 2018 es el año del cambio, y debemos procurar que se realice de manera pacífica, porque ya ha habido demasiados muertos. Yo no deseo más muertos. Cuba no merece más muertos. Y desde luego, trabajar para lograr que ese cambio sea total y que de él salga una nueva Cuba, reconciliada y libre.


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