Revista Comunicación

«21 maneras de hervir una rana» de Rafa Moya

Publicado el 04 abril 2018 por Carmelo Carmelo Beltrán Martínez @CarBel1994

El artículo «21 maneras de hervir una rana» de Rafa Moya es propiedad de Carmelo Beltrán.

Hace mucho tiempo tuve la ocasión de entablar contacto con Rafa Moya. Es el autor de Hormigas en la playa, una de las novelas que más me ha gustado reseñar. Ahora vuelve a lanzarse al panorama literario con 21 maneras de hervir una rana. Una obra de relatos que tenía muchas ganas de disfrutar. Esta es su reseña.

21 maneras de hervir una rana Rafa Moya

Reseña de 21 maneras de hervir una rana de Rafa Moya

Título: 21 maneras de hervir una rana
Autor: Rafa Moya
Editorial: Autopublicado
Páginas: 234
Año de publicación: 2017
ISBN: 978-1978044548
Cómpralo: Edición Física | Edición Digital

Sinopsis de 21 maneras de hervir una rana

Si ponemos una rana en una olla con agua hirviendo, inmediatamente intenta salir, pero si la ponemos en agua a temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila y a medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida y aunque nada se lo impide, se queda ahí y hierve. Reaccionamos a los cambios bruscos, al dolor repentino, pero no a los cambios progresivos que pueden llevarnos a una situación insoportable. 21 Maneras de hervir una rana de Rafa Moya contiene veintiún relatos inquietantes que hierven lentamente en la olla de la empresa hasta provocar una ebullición de los aspectos más relevantes de este mundo: la competitividad, la motivación, el liderazgo, el poder, la envidia, el lenguaje empresarial, la estupidez, el aburrimiento, la burocracia, el machismo y todo aquello que hacen de la empresa (y de la vida) un lugar idóneo para hervir ranas sin ninguna compasión. Todo ello narrado a través del humor negro, el sarcasmo, la ironía y una sutil perspectiva crítica con el fin de que el lector pueda mirar a su alrededor y saltar de la olla antes de que hierve.

Opinión sobre 21 maneras de hervir una rana

La vida de un trabajador

Esgrimo estas palabras desde la breve experiencia laboral de un joven cualquiera de España. Armo este mensaje a base de observar a tantos compañeros como han pasado por mi vera. Tras mirar sus sonrisas, satisfacciones, lágrimas y deseos frustrados, hoy enarbolamos en forma de relatos una dura realidad que existe en toda oficina.

En la pluma de Rafa Moya nace un retrato de la sociedad contemporánea y la forma en la que nos absorbe el trabajo. Vivimos en un sistema laboral que no respeta al trabajador. Debería de ser lo más importante. Cuidarle, mimarle incluso. Ser conscientes de que gracias a él sale adelante el día a día. Que muchos se dejan la piel cada jornada en su puesto de trabajo.

No hace falta siquiera entrar a valorar la precariedad y dificultad de acceso para todos aquellos que pugnan por un mañana tranquilo. Yo tengo la suerte de que cuando escribo estas líneas disfruto de uno, pero el horizonte de su fin se acerca amenazante. No tendrá piedad.

El trabajador se ha convertido en una mera posesión. Bañado de horarios que no le respetan. Circunstancias que cada día le atan más a un lugar que raramente sea su pasión. Cadenas en forma de teléfonos móviles e internet que le mantiene unido a la rutina. No hay lugar donde esconderse.

En este panorama, la conciliación familiar es un sueño en el que es improbable caer dormido. El mundo se ha convertido en un circo y nosotros somos quienes hacemos malabares para ver a quienes nos importan. A nadie le importan tus circunstancias y ante bajas de maternidad y paternidad solo te regalan malas caras.

Se concibe la falsa creencia de que la oficina es todo. Utilizan su brujería para obligarnos a olvidar que la realidad que aguarda fuera es más importante. Accedimos al mundo laboral para poder disfrutar del parque de la epifanía. A veces las cadenas son tan fuertes que solo podemos mirar a la oscuridad.

Si alguna vez te has sentido de alguna de las maneras que he narrado, esta es tu obra. 21 maneras de hervir a una rana es una historia que te comprenderá. En ella encontrrás cobijo entre las sensaciones de no poder más y el deseo fehaciente de desconexión.

Las historias bajo la superficie

En la retahíla de reseñas que se habían efectuado en los últimos meses, tocaba ya un cambio de paradigma. Tras haber trabajado en mostrar contenido literario con un mensaje evidente, 21 maneras de hervir una rana de Rafa Moya plantea un concepto distinto. Una obra que parece insustancial, pero cuyo fondo oculta veintiún relatos que esconden un mensaje mucho más potente del que aparece a simple vista.

Esta reseña muestra la patente dificultad que conlleva hablar de obras literarias compuestas de relatos sin conexión. Sin posibilidad de ahondar en ninguno de ellos por miedo al destripe, es posible decir que Rafa Moya presenta un trabajo a dos niveles. Una capa superficial que muestra meros relatos para pasárnoslo bien o invocar al miedo. Otra más profunda que solo estará disponible para aquel que quiera entender la oscuridad detrás de las historias. Para descubrirla habrá de pagar la penitencia de la lectura pausada. En ella el escritor ahondará en el subconsciente del lector y en su faceta de trabajador.

El hastío del trabajador

21 maneras de hervir una rana presenta veintiún historias independientes. No existe un hilo conductor entre las diversas narraciones. No obstante, en todas ellos hallamos la pauta común del hastío del trabajador.

Cada relato nos presenta situaciones de lo más estrambóticas. La mayoría inverosímiles. Surgen de la semilla del oficinista que pierde el sentido común al estar sometido al estrés, la burla o la humillación.

El destino de cada historia es incierta. Alcanzaremos finales extraños, pero coherentes dentro de las reglas de nuestro propio mundo (al menos todos menos uno). Descubriremos la soledad en las palabras y actos de aquellas personas no satisfechas consigo mismas. Rafa Moya recupera el tema de Hormigas en la playa. Vuelve a hablar de la búsqueda de una sensación pasada que nos puede llevar a hacernos olvidar el futuro.

El riesgo de los libros de relatos

Siempre me ha gustado leer obras de relatos. Desde que dirijo un blog como este han pasado menos por mis manos, pero no deja de ser una práctica que satisface con nota mis necesidades lectoras. Son historias completas que no requieren demasiado de nuestro tiempo. Esto, en un contexto de prisa como el que vivimos, un hecho a valorar.

No obstante, no se puede negar el riesgo tangible que los libros de relatos como 21 maneras de hervir una rana encierran para el escritor. Como sucede en esta misma obra, el panorama suele encerrar historias sublimes y de gran trasfondo con otras que meramente hacen pasar un buen rato, sino aburren.

En una obra de relatos el escritor tiene la necesidad moral de marcar un ritmo constante. Es más, encontrar uno por encima de la media con una calidad excelsa puede llegar a jugar en contra de la sensación general del compendio. Todo lo que vengas tras él te parecerá peor. Los seres humanos somos muy exigentes, así que usaremos el adjetivo de malo o, cuando menos, poco bueno.

Hecho que acontece leyendo esta historia. La obra de Rafa Moya está compuesta por veintiún relatos. Muchos extraordinarios, pero otros solo quieren que te dejes llevar. Con extensiones variables, el contraste entre historias es algo evidente.

La templanza del que ansiaba más

Cierro la obra en una sensación de templanza. Momentos cálidos que han conseguido que no me despegara del compendio de relatos, instantes fríos donde he tenido que ser yo el que incitara a la mente a volver a leer.

Uno de mis problemas ha sido la mala gestión de las expectativas. Hormigas en la playa es un libro que significó mucho para mí.

Cuando una historia nos cambia, nuestra mente la idealiza. Su calidad aumenta exponencialmente para nosotros. En toda obra se presente como potencial sustituta en nuestra imaginación buscamos esa calidad anhelada. La vida de ese protagonista me representó. Esa sensación solo ha aparecido a ratos en esta obra.

Conclusiones sobre 21 maneras de hervir una rana

Nos encontramos ante un libro de relatos con los habituales altibajos de estas obras. Si hasta las antologías de autores de la talla de Edgar Allan Poe las experimentan, pedir otra cosa sería rogar por lo imposible.

Las historias que sobresalen te ayudan a conocerte como trabajador. Mientras las lees sabes que te encuentras ante calidad literaria y quieres seguir deslizándote por las páginas en busca de esa enseñanza que está a punto de llegar.

21 maneras de hervir una rana es un libro que se lee muy rápido. Te invita a pasar un buen rato entre reflexiones, estupefacción y momentos de sonrisa. No toda literatura tiene que cambiar el mundo, a alguna le basta con hacernos pensar un poco.

Si estás buscando un libro de relatos, este es una buena apuesta. Te recomiendo que le des una oportunidad.

El artículo «21 maneras de hervir una rana» de Rafa Moya es propiedad de Carmelo Beltrán.


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