Revista Regiones del Mundo

25. La Península Valdés

Por Lagunamov @Lagunamoc
- ¡Curioso y más que curioso!


Alicia en el País de las Maravillas
El ruido del despertador parecía que me iba atomizar la cabeza, la noche anterior había estado hablando con los coreanos hasta que se fueron a dormir y, luego, estuve bebiendo cerveza con Juan mientras veíamos South Park.
Eran las 8:30 am de un sábado y eso en España habría significado que podría dormir unas cuantas horas más, pero no, estaba en Argentina y quería aprovechar el día, además, los desayunos del hostal estaban de muerte (echaré de menos esa mermelada de frutas untada en pan casero mucho tiempo). Así que me levanté y me pegué una ducha rápida para despejarme la cabeza.
Hay gente que dice que ducharse es como limpiarse el alma, pues bien, creo que esa mañana estuve de acuerdo con ellos. Me quedé como nuevo y salí del baño con una sensación parecida a la que tuvo Andy Kaufman cuando se fue de la serie Taxi.

25. La Península Valdés

A dos metros impresionan mucho.


En la mesa estaban los koreanos y otra pareja desayunando.
-Best Korea is the best, han ganado el mundial según la televisión de Kim Jon- Comenté entre risas mientras me sentaba.
-Somos de Seoul - Me respondió Tom riéndose.
Tom (si este era su verdadero nombre no lo sé, yo le llamaba así porque el real no lo podía ni pronunciar) y Jenny, eran una pareja de koreanos (del sur, los del norte no pueden viajar) que llevaban un año y medio pegándose una vuelta al mundo y planeaban estar dos años más en tal aventura.
El día anterior habían llegado a Madryn y, gracias al sentido del humor de ambos, no tardamos mucho en congeniar.
Normalmente se suele decir de los asiáticos que son secos, sosos y con poca vida. Ya os digo yo que estos dos eran todo lo contrario, no paraban de bromear y de probar hablar en español aunque no conociesen a la persona que tenían delante. Montaban cada espectáculo!
Durante ese desayuno, no pararon de decir 'esto es bien', 'disculpe caballero' o 'de nada' (aunque tú le hicieses el favor) en ningún momento. También me comentaron que cuando estuvieron en mi primer destino, es decir, Ushuaia, cogieron un barco hacia la Antártida y estuvieron 15 días entre glaciares y pingüinos, menuda pasada!
El "sexto" continente abre sus puertas desde Octubre hasta Marzo, si tienes la suerte de estar en Ushuaia durante esa época, puedes tomar una especie de ferry-crucero que te lleva. El pasaje suele costar unos 5000 euros, pero si te esperas al último minuto, Tom me contó que te puede salir por 3000. Me lo apunto para cuando tenga pasta (si llega ese día), debe ser genial.
-¿Qué vas a hacer hoy Teo?.- Me preguntó Jenny cuando estábamos acabando de desayunar.
-No lo sé, ¿vosotros?
-Vamos a ir a la Península Valdés, a Puerto Pirámides. ¿Te vienes?.
Desde que había llegado a Madryn no había visto todavía a las ballenas de cerca y, como me cayeron súper bien, acepté ir con ellos.
Para ver ballenas en Madryn tienes varias opciones, puedes verlas desde lejos en la ciudad, ir a la playa de El Doradillo par verlas de cerca (desde la costa) o bien ir a Puerto Pirámides y hacer un tour en barco. Esta última opción es la que iba a hacer ese día y creo que es la mejor (las tienes a dos metros).
Recogimos todo y pusimos rumbo hacía la estación de bus (Puerto Pirámides está a 1 hora y media en coche de la ciudad).
Cuando estábamos saliendo del hostal, nos encontramos con una pareja galesa (Barry y Dedra) que también se hospedaban allí, les comentamos el plan y se nos unieron , nuestro grupo iba creciendo, pero esa no iba a ser la última incorporación.
Esperando el bus, una pareja amiga de los koreanos llegó y se acopló, y también una alemana (Eyleen) que Vincent (el dueño del hostal) nos había mandado nada más hacer el check in, ya éramos 8, parecíamos la mismisima compañia del anillo que se había equivocado de película (o libro) y ya no iba a Mordor, sino a liberar a Willy.

25. La Península Valdés

Nuestro grupo

A la hora más o menos, el bus paró y un tipo subió. Para entrar en la Península Valdés hay que pagar (es un parque natural). Mientras que la gente iba soltando el dinero, escuché como el trabajador preguntaba acerca la nacionalidad a los pasajeros. Por lo que pude entender, si eras de Madryn pagabas 20 pesos, si eras Argentino 50 y si eras de afuera 160.
Cómo vi que no pedía carnet ni nada, intenté probar suerte.
-¿De dónde sos? - Me preguntó
-Disculpe caballero.- Respondí haciendo un fuerte énfasis en la pronunciación de la ll - Vengo de Ushuaia.
-Ah, español, yo también lo soy jeje. Serán 160 pesos.- Me dijo.
No coló, así que no me quedó más remedio que pagar como el extranjero que era. Tras media hora más de trayecto, llegamos a Pirámides. Puerto Pirámides es como una especie de asentamiento en una costa, solamente se compone de una calle llena de agencias para tomar barcos de tours y algunos restaurantes.
No había mucho que hacer, así que nuestra compañía se dirigió a contratar un tour (550 pesos por persona) nada más bajar. Debido a que era sábado, todos los de la mañana estaban llenos y, si queríamos ver ballenas, teníamos que esperar a la salida de las 2 PM, lo que nos daba 2 horas de tiempo libre sin nada que hacer.
Menos mal que, por fruto del aburrimiento, le pregunté a una recepcionista si había algo para hacer por allí, y ella nos indicó el camino hacía unas cuevas marinas.
Durante la caminata, todos compartimos experiencias de nuestros viajes, nos dábamos consejos sobre qué lugares merecían la pena y cuáles no. Fue un paseo bastante entretenido y enriquecedor. Lo único que rompía la conversación era que, cada vez que veíamos un perro, yo miraba a Tom, le guiñaba un ojo y le decía:
-Bon apetitte!
Dos de esos perros se nos unieron y nuestra Compañía del Anillo ya pudo presumir de que no solamente contaba con humanos. Aún así, no encontrábamos las cuevas y, tras 15 minutos de búsqueda, abandonamos nuestro cometido y dimos media vuelta.
Entonces, Tom y yo vimos un camino que subía hacia una colina y, sin pensarlo dos veces, empezamos a hacer algo de trekking. A mí me apasiona hacer todo este tipo de cosas y no iba a desperdiciar la oportunidad (Fran, cuando vuelva queda pendiente el Everest, eh? ;) )
-No creo que las cuevas marinas estén en lo alto de una montaña- Nos gritó la amiga de los koreanos. - Barcelona, baja y pregunta a alguien!.
Pero nos daba igual, era eso o estar haciendo el tonto sin rumbo y tenía pinta de que, en la cima, íbamos a tener unas buenas vistas.
Cuando escalamos esa colina descubrimos que había merecido la pena, estábamos encima de un precipicio sobre el mar, las vistas eran espectaculares, nos dejaron anonanados y solamente deseaba una cosa en ese momento, poder tener el tamaño de una hormiga para subirme a una diente de león y así poder sobrevolar esas aguas cristalinas (ala Flick sobre el lecho del río en Bichos, incluyendo la música de la escena). El paisaje era impresionante.
25. La Península Valdés

25. La Península Valdés

El sol bañaba con sus rayos una especie de golfo y nosotros, al estar arriba de una de sus caras, veíamos todo el panorama como si estuviésemos en el palco de un estadio de fútbol.
TG y yo estuvimos un rato observando la gran belleza de Puerto Pirámides hasta que los otros nos alcanzaron.
-Qué bueno. - Exclamó Jenny al ver el atlántico desde ese punto.
No sé si habéis estado alguna vez en un precipicio al borde del mar, la sensación de libertad que te da la brisa marina a tal altura es impagable. Me hubiese quedado allí toda una eternidad y, al acabar esta, hubiese firmado para pasar otra entera. Por cosas como esas hay que viajar.
Los perros que nos habían seguido desde abajo también subieron, y uno se plantó en una de las colinas a lo rey león, estaba quieto, sentado y mirando pensativo el horizonte, parecía, que el perro fuese consciente de la realidad que le envolvía, su mirada (o mi extrapolación) denotaba raciocinio. Parecía que estuviese disfrutando las vistas igual que nosotros.
A las 2 PM tomamos el barco para ver las ballenas. Mientras íbamos hacía el punto de avistaje, el guía turístico nos explicó qué hacían las ballenas, sus hábitos, sus características y etc, pero nada me pudo preparar para lo que iba a ver.
Nos explicó que las ballenas que se pueden avistar en todo Madryn son las de la especie Eubalaena Australis, cuya principal característica definitoria es que tienen un crustáceo (o varios) pegados a la piel.
Llegan a Madryn desde la Antártida para parir y así poder refugiar al bebé de las peligrosas aguas del océano, ya que el golfo les ofrece una seguridad que no pueden encontrar en toda la parte sur del continente américano.

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TG y Jenny

En una de estas charlas del guía, este se tuvo que callar, ya que todo el barco se puso a mirar hacia adelante. Habían dos ballenas saltando. Me quedé con la boca abierta, no os podéis hacer una idea de lo que es ver a un bicho de a saber cuantas toneladas saltando delante vuestro como si nada. Me impresionó mucho, es un verdadero espectáculo de la naturaleza. ¡Qué majestuosidad!
- Las ballenas os están haciendo un regalo, normalmente no hacen esto. - Dijo el guía (seguramente diga lo mismo en cada barco).
Luego, nuestro tour se empezó a acercar más y más a un grupo de ballenas que se estaban apareando, hasta que las tuvimos a dos metros, estábamos tan cerca que se podìan tocar. Si ya me habían impresionado desde lejos, desde cerca lo hicieron más.
25. La Península Valdés

Tener a un bicho (o a cuatro cómo teníamos nosotros en aquel momento) tan grande a tu lado te da consciencia del auténtico poder de la naturaleza y de que nosotros, los humanos, realmente no somos nada. Creo que es una de las experiencias que todo el mundo debería vivir una vez en la vida, son hermosas y te hacen sentir como parte de un todo. Además que, repito, son muy impresionantes.
A la hora y media, el tour volvió a la costa y nosotros a Puerto Madryn. Mientras volvíamos en el bus, íbamos satisfechos con el avistamiento que habíamos tenido la oportunidad de presenciar. Había válido la pena.
Se hizo el silencio gracias a que el cansancio había mermado el cuerpo y la mente de todos los pasajeros, la jornada terminaba mientras que una puesta de sol impregnaba todo el ambiente. Para no destacar en ese bus de somnolientos, permití a mi mente desconectarse hasta que quedé dormido deseando volver algún día a Puerto Pirámides.
PD: En la Galeria hay fotos de las ballenas.
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