Revista Coaching

256.- "Lo que cuenta no es necesariamente el tamaño del perro en la lucha, es el tamaño de la pelea en el perro."

Por Ignacionovo
Autor: Dwight Eisenhower. Quiero pensar que buena parte de los que nos reunimos en torno a este blog (nunca me ha importado cuántos, sino quiénes) tenemos una sensibilidad parecida y quizá algunos otros puntos en común.
Me gustaría pensar que somos gente, que aunque entendemos perfectamente que la vida presenta serias y a veces graves dificultades, no nos arredramos por ello y somos capaces de luchar para sacar las cosas adelante.
Me gustaría también pensar que somos de ese tipo de personas, que aunque veamos que la vida a veces se torna injusta y llegamos a plantearnos de vez en cuando tirar la toalla al comprobar que a otros las cosas les resultan más sencillas, no nos desanimamos por ello y seguimos insistiendo en nuestro camino, aunque este parezaca inevitablemente más largo y tortuoso.
Y me gustaría pensar que somos también gente honesta, de la que sabe que no es tan importante alcanzar lo que se pretende, sino que cuenta y mucho, la forma en que lo hagamos. Es decir, prescindiendo de las trampas, del perjuicio ajeno y de la traición a nuestros principios morales o de cualquier otro tipo.
La frase de hoy, prescindiendo del tono bélico (entendamos que la pronunció un militar) me gusta especialmente porque retrata una verdad inapelable.
Quizá algunos duden y se retraigan a la hora de emprender la lucha en pos de sus sueños (sean estos los que sean), por considerar que no poseen las ‘armas’ de las que otros si que disponen. Siempre, si establecemos la maldita comparación, encontraremos gente mejor, más alta, más guapa, más inteligente, más talentosa, más, más, más… tantos ‘mases’ como queramos.
Si así lo admitimos, no deberíamos emprender jamás nada, ya que es indudable que siempre habrá otros que lo llevarán a cabo de forma más óptima.
Afortunadamente, la vida es más sabia que todo eso y si a otros les otorga una serie de cualidades, estas se pueden suplir con otras, que no sólo equilibran la partida, sino que la pueden inclinar a favor de cualquiera. Hablo del coraje, de la perseverancia, de la determinación, del ahínco, de la ilusión, de las ganas, de la pasión… Quien tenga todas o algunas de ellas, no deberá preocuparse del tamaño de las dificultades a las que se enfrente o de los rivales a los que deba oponerse. Su fuerza es invulnerable.
Reflexión final: No nacimos para ser felices; sólo para intentarlo. Sin embargo, todos tenemos el derecho (y el deber) de luchar por nuestra felicidad.

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