La llegada de nuestros hijos nos desvincula de muchas de las cosas que antes nos hacían felices. Es cierto que un hijo nos cambia y nos trae una nueva felicidad pero, no hay que hacer a un lado las vivencias que nos hacían sonreír como mujeres (y no como madres).
Poco a poco he encontrado un espacio para mi, la mujer, dentro del mundo de la maternidad. Quizás son espacios limitados o pequeños pero al final son espacios.
Esto es lo que he hecho para disfrutar ratos a solas (aunque esté acompañada):
Dejo que se adelanten. Mientras ellos van al frente, no solo los veo y respiro tranquilidad sino que, puedo disfrutar un poco de mi propio espacio y aire.
Mi esposo y mi hijo caminando en el Paseo de la Princesa en el Viejo San Juan.
Me levanto más temprano. Se que las mamás no dormimos mucho pero ya para qué me quejo. Mejor aprovecho esos ratos de silencio para hacer cosas que me gustan. Nada de deberemos hogareños. Más bien se trata de ir al balcón o a la terraza y disfrutar de una deliciosa taza de café viendo el amanecer.
Disfrutando un delicioso café.
Me envuelvo en mis propios proyectos. Es vital tener proyectos personales o profesionales que te permitan salir de la rutina y hacer lo que te apasiona. Son momentos que atesoro porque salgo de la zona de comfort donde muchas mujeres caemos cuando nos convertimos en madres.
De visita en Google en Nueva York. Este Blog me ha
traido muchas bendiciones y oportundiades.