Revista Coaching

3 Prácticas de las empresas exitosas que deberíamos aplicar a nivel personal

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

3 Prácticas de las empresas exitosas que deberíamos aplicar a nivel personal

Hay muchos aspectos en los que las personas y las empresas se parecen. Al fin y al cabo, comparten objetivos en común, como por ejemplo, la premisa de generar valor. El principal objetivo de cualquier empresa debe ser generar valor para sus accionistas (y esto a su vez debería significar generar valor para sus clientes y empleados). En el caso de las personas, el sentido es el mismo: buscar y hacer todo aquello que les genere valor, es decir, que los haga sentir satisfechos, felices, útiles.

Y si las empresas y las personas tienen objetivos en común, ¿qué pasaría si las personas utilizaran algunas de las prácticas que implementan las empresas para alcanzar sus objetivos? ¿Será que somos capaces de replicar algunas de esas prácticas, y adaptarlas a un plano personal?

Se nos ocurren algunas:

1. Las empresas exitosas aplican procesos de segmentación con sus clientes, y entienden que no todos generan valor. A una empresa exitosa, contrario a lo que se podría pensar, no le interesa abordar a todo tipo de clientes. Una empresa exitosa sabe priorizar, sabe segmentar y sabe asignar eficientemente sus recursos. Por eso tiene muy claro que no todos los clientes son buenos, y se enfocan en conseguir y retener aquellos de alto valor, que van a volcar a su favor la balanza del costo/beneficio de traerlos y retenerlos. No tiene sentido invertir 10 pesos consiguiendo un cliente que solo va a consumir 7. Este sería un cliente que dejaría pérdidas. Estos procesos de segmentación y medición logran identificar los clientes que tienen más potencial de generación de valor. De esta manera, las empresas vuelven más eficiente su operación.

¿Cómo llevar esto a un plano personal?

Muy pocas veces analizamos cuales actividades, objetos o rutinas de nuestro día a día son innecesarios, y casi nunca somos capaces de identificar qué tanto esas actividades, objetos o rutinas innecesarias están afectando nuestra productividad y qué tanto tiempo nos están robando.

La solución es hacer una segmentación a nivel personal. El secreto está en aprender a identificar la relación costo/beneficio de todas esas actividades y rutinas. Haciendo esto, podremos segmentarlas en dos categorías: las que tienen relación costo/beneficio atractiva, y las que tienen relación costo/beneficio mediocre o negativa. Hay que aprender a segmentar qué es lo que sirve de lo que no sirve, y empezar a darle prioridad a lo que genera más valor.

Un ejemplo:

Actividades o rutinas innecesarias

- Ver televisión: quita mucho tiempo y aporta muy pocos beneficios.

- Demorarse más de 30 minutos bañándose, vistiéndose y desayunando.

- Leer las noticias en internet o verlas en televisión a primera hora de la mañana: nos roba tiempo productivo (la mayoría de personas son más productivas en la mañana), y a veces nos predispone negativamente (en la mayoría de los noticieros casi todas las noticias son negativas).

Actividades o rutinas necesarias y de alto valor

- Hacer una hora de ejercicio en la mañana: Mejora la concentración, el estado físico y predispone positivamente.

- Tocar un instrumento musical al menos 30 minutos diarios: Incentiva la creatividad, desestresa y libera la mente de la rutina diaria del trabajo.

2. Las empresas exitosas tercerizan las actividades que no son estratégicas dentro de su operación. Como una forma de optimizar su estructura de costos y de lograr utilizar sus recursos de la manera más eficiente posible, las empresas exitosas tercerizan muchos de los procesos y las actividades que no hacen parte de sus objetivos estratégicos. Para esto, contratan empresas o personas expertas en prestar esos servicios que desean tercerizar. Los típicos ejemplos de tercerización son los servicios de soporte técnico y tecnológico, call centers, personal de aseo, personal de mantenimiento, etc.

¿Cómo llevar esto a un plano personal?

A la mayoría se nos hace difícil entender y aceptar que no somos buenos en todo, y que no tenemos el suficiente tiempo ni la energía para hacer todo lo que quisiéramos hacer. Por eso tenemos que aprender a tercerizar, porque esto nos va a permitir liberar recursos para enfocarlos en aquello en lo que somos buenos, esas actividades en las que generamos más valor.

Así como las empresas tercerizan actividades que no son su fortaleza (pero que igual hay que seguir haciendo, que no se pueden eliminar ni evitar), nosotros también lo podemos hacer. Y para entender la verdadera importancia de tercerizar algunas actividades, es necesario que lo evaluemos en términos relativos, y no en términos absolutos. No siempre es conveniente medirlo en términos del dinero que nos gastaríamos. Hay que incluir la variable más importante, que no es el dinero, sino el tiempo.

Si te vas a demorar 5 horas arreglando el calentador de agua dañado de tu casa, y la mitad de esas 5 horas te la vas a pasar improvisando y tratando de descifrar cómo se hace, ¿No resultaría más eficiente (en términos del tiempo libre que tendrías para hacer algo más estratégico y que genere más valor) tercerizar esta actividad y contratar a un experto?

No lo evalúes en términos del dinero que te vas a gastar en contratar al experto, evalúalo desde el punto de vista de pensar qué actividad estratégica pudiste haber realizado en esas 5 horas. Siempre hay que pensar en términos del costo de oportunidad de los recursos utilizados.

En mi caso, prefiero contratar a un experto que haga ese trabajo, y utilizar esas 5 horas escribiendo uno o dos posts para el blog, que seguramente me van a generar mucho más valor que arreglar un calentador. Aparte de todo, me ahorraría varias horas de desespero por no tener idea de lo que estoy haciendo con ese calentador de agua.

3. Las empresas exitosas saben desinvertir en sus activos/procesos no estratégicos. Una vez las empresas han identificado cuales activos, procesos y actividades no "dan la talla" y no son lo suficientemente atractivos en términos rentabilidad y eficiencia, son capaces de entender que lo ideal debería ser venderlos y dejar que alguien más, que tenga la capacidad de utilizarlos más eficientemente, se quede con ellos. De esta manera la empresa libera recursos y puede seguir invirtiendo en activos, procesos y personas que vuelvan más eficiente su operación. La premisa es: no todo es bueno, no podemos abarcar todo al mismo tiempo. La clave está en saber identificar qué es lo más eficiente y qué aumenta considerablemente las probabilidades de generar el mayor valor posible.

¿Cómo llevar esto a un plano personal?

Lo primero que debes hacer es que, por fin y de una buena vez, tomes la decisión de deshacerte de todos esos objetos de tu escritorio, de tu oficina y de tu casa que no sirven, que no utilizas y que siempre has dicho que vas a sacar y nunca lo haces. Desprenderse de lo innecesario (objetos, procesos, rutinas) tiene un efecto positivo en la mente, ya que libera espacio para pensar en cosas más importes y eliminamos la necesidad de tomar decisiones innecesarias (y que quitan mucho tiempo) relacionadas con esos objetos, procesos y rutinas. Esto nos da desprendimiento y enfoque. Teniendo menos opciones con la cuales distraernos, tenemos más probabilidades de lograr sacar adelante las cosas importantes y que generan valor.

A veces, lo que nos falta, es simplemente capacidad de observación y de imaginación. Tal vez ahora podrás desempolvar ese libro de estrategia empresarial que tienes en tu biblioteca y encontrarle una nueva utilidad al aplicarlo a nivel personal...

Fuente https://thenewgeneration.co/2016/05/04/3-practicas-de-las-empresas-exitosas-que-deberiamos-aplicar-a-nivel-personal/

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