Revista Coaching

303.- “Tengo mi propia versión del optimismo. Si no puedo cruzar una puerta, cruzaré otra o haré otra puerta. Algo maravilloso vendrá, no importa lo oscuro que esté el presente.”

Por Ignacionovo
Autor: Rabindranath Tagore. Hoy nos vamos a detener en un concepto inexistente, teniendo en cuenta que la Academia de la Lengua no reconoce el término. Estoy hablando de la palabra ‘positivizar’ (no confundir con su casi homófono positivar fotográfico)
En todo caso, nos vamos a permitir la licencia y emplearemos 'positivizar' para describir la actitud con la que deberíamos poder encarar cualquier acontecimiento que nos ocurra, con el fin no sólo de seguir adelante superándolo, sino incluso tratando de sacarle el mayor partido.
¿Y para qué 'positivizar' un acontecimiento negativo? Pues podría enumerar una pila de razones, pero digamos que, por ejemplo, porque cada vez son más las evidencias científicas que asocian el estado de felicidad con salud.
Un estado mental positivo, según diversos estudios, ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, oncológicas y psicológicas ya que se asocia a un sistema inmunológico más potente (con más defensas), con una mejor capacidad de responder a situaciones estresantes y recuperarse de ellas, así como a una menor predisposición a sufrir trastornos como la depresión y la ansiedad. ¿Te parece poco?
Y esto, que está muy bien, no es lo único. Cuando nos ocurre algo negativo con unas consecuencias pésimas en apariencia, nadie nos puede asegurar que se convertirá más adelante en una especie de bendición. Es el famoso y sabio refrán: no hay mal que por bien no venga.
Seguro que todos conocemos más de un caso de gente que terminó con su pareja y vivió aquello como el drama más terrible… hasta que después se encontraron con el verdadero y gran amor de su vida. Personas que fueron despedidas de su trabajo y que posteriormente montaron un negocio propio y prosperaron como nunca lo habían siquiera imaginado. Personas que llegaron tarde, que llegaron pronto o que no llegaron a no sé qué citas y por ello cambiaron el rumbo de sus vidas; en principio parecía que a peor, con el tiempo sin duda que a mejor.
Me dice un colega, y con razón quizá, que soy demasiado positivo. Pero es que me parece mucho más interesante serlo, que sucumbir al desanimo y dejarse abatir, no ya por cualquier suceso dramático que nos pueda acontecer (eso está justificado), sino por cualquier pequeño contratiempo que descarrile las cosas por donde pretendíamos llevarlas. ¿Y si resulta que el camino bueno es el que llega y no el que se fue?
Reflexión final: 'positivizar' no es un verbo 'legal’, pero eso no exime de su aplicación, si así lo queremos.
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