Revista Coaching

361.- "La meta, si se alcanza o no, hace grandiosa la vida; trata de ser Shakespeare, y deja lo demás al destino."

Por Ignacionovo
Autor: Robert Browning. Olvidamos más veces de las que deberíamos, que la meta es sólo una fracción del camino y en ningún caso todo el camino; que la culminación final del propósito que perseguimos puede que ni tan siquiera resulte lo más emocionante. Olvidamos demasiadas veces que la meta es la simple consecuencia de todo lo demás.
No imagino que grado de goce (aunque lo supongo) puede tener una persona que consigue sus metas instantáneamente y con apenas un simple chasquear de sus dedos. Y aunque tal vez la inmensa mayoría piense que ese bien podría ser un ideal de felicidad (lograr cualquier deseo sin esfuerzo alguno), estoy en el lado de la teórica minoría que pueda opinar, que alcanzar lo que queremos debe ser un proceso más o menos largo y que ha de contener estaciones intermedias tan esenciales como soñar, planear, partir, construir, avanzar, superar y al fin, y sólo al fin, lograr.
El alpinista que se propone escalar una gran montaña y que se afana con emoción en la preparación de la expedición; estudiando y planificando cada detalle de la ruta, proveyéndose de todo el material, entrenando en cimas más asequibles, compartiendo todo el proceso de maduración de la aventura con sus allegados y finalmente partiendo en busca de la cordillera soñada, apenas disfrutaría si un helicóptero le recogiera a pie de monte y le situará directamente en la cumbre. ¿En ambos supuestos uno se elevaría lo mismo? Sin duda, pero no hay comparación posible entre los grados de deleite y de emoción.
La frase de hoy ataca la esencia de nuestro verdadero trabajo: tratar de ser mejores y si lo quieres: el mejor.  Esa es nuestra labor. Tratar de aprender algo nuevo cada día que nos capacite más sólidamente para afrontar cada reto. Tratar de superarnos y de no caer, pero si caemos, volar de nuevo tan rápido como podamos. Lo demás (tal cosa como el resultado final de lo que hacemos) no nos debe importar; que el destino se ocupe de la minucia y el trabajo menor de concretar las metas.
No centrándote en el cuándo llegarás, podrás concentrarte mejor en lo que verdaderamente te corresponde; el curso, la evolución y el desarrollo de lo que has de hacer para llegar.
Celebra tus logros, claro que sí, pero disfruta más de cuando te encaminas hacia ellos. La celebración es multitudinaria, el sendero que te lleva hacia ella es solitario. Y cuando los demás te feliciten por lo logrado, tú lo agradecerás, pero reconociendo íntimamente que el mejor momento no es ese, porque para ganar, antes te tuviste que convertir en 'Shakespeare' y esa transformación es la que verdaderamente se goza. Los demás sólo verán el 'Shakespeare' en el que te has convertido y se habrán perdido todo lo anterior.
Reflexión final: “Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños.” (William Shakespeare)

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