Revista Coaching

375.- "Cuando nuestras actitudes superan nuestras habilidades, aún lo imposible se hace posible."

Por Ignacionovo
Autor: John Maxwell. Que grandioso sería que pudiéramos pulsar un simple botón como el del ascensor, y sin más demora que el retardo tras la espera de su descenso, pudiéramos subir a él y ponernos en marcha para cumplir con todo aquello que hemos creído que podríamos hacer. O que en el mismo instante que soñáramos poder construir una simple choza o la más grande de las catedrales, un resorte nos activara y no transcurriese un día sin que la primera piedra de esa idea hubiera sido edificada.
Pero no, eso sería demasiado sencillo y nosotros tenemos tendencia a complicar las cosas y a preguntarnos: ¿seremos capaces? Y ahí entramos ya en el territorio de la indecisión y de los postergamientos y pasan los días y pasan los años y pasa la vida…
¿A qué tenemos miedo?, ¿a que no sea un buen propósito?, ¿a que no tengamos el talento o el coraje suficientes?, ¿a que la coyuntura no sea la más favorable?, ¿a que ocurra algo inesperado que nos aporte más convicción y confianza? Todo esto no son más que dilaciones arbitrarias y razones que nos damos para no admitir que tenemos pánico de empezar.
Lo que somos capaces de hacer y lo que realmente hacemos, como dijo Ghandi, alcanzaría para solucionar los mayores problemas del mundo. Somos, las más de las veces, un Formula 1 que apenas cambia su primera marcha y recorremos los 'circuitos' sin darnos casi nunca la oportunidad de correr cuanto podemos. Pero por mucho que nadie nos diga, la asunción de retos y el hecho de ir a por nuestros sueños, es una decisión personal que necesita de una total convicción interior para hacerla posible.
Y resulta curioso, pero hay demasiadas veces que nos apoyamos en otros para no tomar directamente la decisión y dependiendo de lo que nos digan, nos retraeremos o seguiremos adelante, cuando somos nosotros y sólo nosotros quienes tenemos la responsabilidad.
Al hilo de esto -pedir aprobación y opinión a los demás antes de decidir si haremos algo-, hay una vieja fábula que ilustra la situación mejor de lo que yo lo pueda hacer.
Un grupo de guerreros indios de la zona se reunió en torno a la montaña más alta de su territorio y cuya cima jamás había sido coronada. Nadie conocía el mejor camino para la ascensión, porque, simplemente, jamás ningún hombre había hollado sus laderas.
Algunos de los guerreros abandonaron ya antes incluso de alcanzar la falda de la montaña; asustados al acercarse y comprobar desde cerca que el reto de escalar aquellos riscos era un empeño aún más colosal.
De aquellos hombres que abandonaban muchos gritaron a los que pretendían seguir frases como : ¡NO PODREÍS LLEGAR A LA CIMA!, ¡ES IMPOSIBLE QUE LLEGUÉIS!, ¡NUNCA LO LOGRARÉIS! y otras muchas arengas similares cargadas de pesimismo. El desánimo fue cundiendo y haciéndose general; las palabras negativas de los que habían abandonado, habían logrado que todos los hombres desistieran del intento… todos menos uno, que siguió corriendo hacia la cima.
Al final, el guerrero que continuó escalando sin mirar atras alcanzó su objetivo, convirtiéndose en el más famoso y envidiado de todos.
Poco después, una vez reposado el esfuerzo, los otros hombres le rodearon y le preguntaron cómo hizo para lograr llegar hasta la imposible cima de aquella montaña.
De repente un guerrero de la misma tribu que el nuevo héroe les interrumpió bruscamente:
- Desistid de preguntarle nada. ¡Es completamente sordo!
Reflexión final: escuchar a los que nos desaniman es dar autoridad al pesimismo. Puede costar, pero a veces hay que seguir nuestro propio instinto, confiar en nosotros, creer en nuestras habilidades y no desertar de nuestras ilusiones.

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