Revista Coaching

395.- "Aunque muchas cosas son arrebatadas por el tiempo, otras muchas permanecen...

Por Ignacionovo
... y aunque no tengamos ahora la fuerza que en los viejos días fue capaz de conmover la tierra y el cielo, seguimos siendo quienes somos."


Autor: Alfred Tennyson. La tecnología, qué le vamos a hacer, nos va imponiendo nuevas formas de recordar, y aquellos viejos álbumes que todavía conservamos (porque jamás soportaríamos desprendernos de algo tan valioso) quedan recluidos -que no excluidos- en los rincones de las estanterías. Sin llamar en exceso de la atención y como constancia de un pasado más o menos remoto en el que otras prioridades, inevitablemente otros sueños y por supuesto, otras personas, ocupaban nuestras vidas.
Nunca desdeñemos reencontrarnos con quienes fuimos, aunque repasar uno de esos álbumes represente a veces un claro acto de valentía y también, digámoslo, una manera de tratar de recordar las cosas como exactamente se produjeron, porque, ¿cómo saber si no son falsos los recuerdos? ¿Cómo saber que no nos estamos inventando nuestro pasado? ¿Cómo saber que lo que hoy se nos antoja bello, fue feo en realidad o viceversa? ¿Cómo saber, aunque esto es más fácil, que seguimos echando de menos terriblemente a alguien?
Es difícil saber qué se olvida y qué se conserva en el "almacén" de la memoria y si bien hay recuerdos que somos incapaces de recuperar a voluntad, también hay recuerdos que duran unos segundos, para desaparecer inmediatamente porque ya han cumplido su finalidad.
Dicen que los recuerdos son maravillosos, si no tienes que afrontar el pasado, pero no hay que tener miedo de enfrentarnos él. Si decidimos coger hoy mismo uno de esos viejos álbumes que mencionaba, comprobaremos, efectivamente, cuánto hemos cambiado y que lejos -o no tanto- estamos de aquel niño cuya máxima preocupación (que tranquilidad) era cómo atarse los cordones de los zapatos, pero volveremos a evocar también los momentos en los que fuimos muy felices y sobre todo, a todos aquellos con quienes lo fuimos. Y a pesar de que la vida haya pasado, siempre más rápido de lo que imaginamos, es bueno para presente y futuro, tener constancia de que hemos progresado mucho desde entonces y que disponemos de un legado creciente que, en su conjunto, es el que otorga verdadero valor a nuestra vida.
Reflexión final: “Los recuerdos son las canas del corazón.” (George Villiers)


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