Revista Arquitectura

3_Estudios: Josep Ferrando _Arquitectura

Por Jaumep

Planos: Josep Ferrando_ArquitecturaFotos en color: Adrià Goula. Fotos en B/N + foto acceso: Jaume Prat3_Estudios: Josep Ferrando _ArquitecturaDónde?
   Barcelona. L’Esquerra de l’Eixample, en la calle Mallorca. Equidistante del Mercado del Ninot y de esa especie de sala a cielo abierto en que se ha convertido la calle Enric Granados, donde resulta tan agradable cenar. Tambié cerca, el Clínico y la Universidad Industrial, grandes piezas de equipamiento de más de una manzana. Mucha vida en la calle, que se está transformando, a marchas forzadas, en otra cosa. Las manzanas están formadas por bloques de viviendas entre medianeras de épocas desiguales, desde finales del XIX hasta los años sesenta, y algunas piezas más modernas. La sección de los bloques de viviendas decimonónicas es, siempre, muy compleja. Los interiores de manzana son privados. Las plantas bajas solían ocuparse con naves industriales o negocios de más medida, y su suma hizo que, durante décadas, los bajos den Ensanche fuesen uno de los polígonos industriales más grandes e importantes de toda Cataluña. Por agregación de piezas de medida similar. El primer piso era un principal de vivienda que, muchas veces, se ha tercializado. Actualmente el camino se está revertiendo. Más arriba, una mescolanza de vivienda y oficinas en proporciones desiguales. Hacia la calle, tiendas, bares, etcétera.    Una manzana estándar de vivienda mide, de eje de calle a eje de calle, 133 metros. 113 por la corona edificada. Si fijamos una profundidad edificable de, digamos, 22 metros, nos da un patio interior de unos 69-70 metros. La plataforma base suele fijar su cota cero en el primer piso, el del los jardines de los principales, que podían llegar a ser auténticas viviendas unifamiliares. Por debajo, locales iluminados por pequeñas claraboyas, etcétera, que, por tanto, obligan a los primeros pisos a unas servitudes de luz. Dos universos conviviendo en armonía. 3_Estudios: Josep Ferrando _Arquitectura

   Los locales en planta baja llegan a convertirse en auténticos espacios secretos, sorprendentes, diferentes. En uno de estos locales, ubicado bajo un patio interior de manzana, al que se llega a través de una especie de camino iniciático que atraviesa los 22 metros de anchura de un bloque de viviendas de principios del siglo XX, está espacio multidisciplinar donde conviven el estudio de Josep Ferrando y la empresa de remodelación de espacios ROOM, SL (Roman Ortega)   Su relación con el exterior es, pues, muy compleja. 3_Estudios: Josep Ferrando _Arquitectura

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el acceso

Cómo?
   Desnudando completamente el local en un primer momento, una nave industrial antigua ubicada en un espacio secreto, a la que se accedía por una especie de doble portería, la segunda consistente en un pasillo largo y ancho, cerrada por una reja metálica y segregada de la primera, que da acceso a los pisos superiores.    Una vez vaciado el lugar se intenta entender, fijar unas reglas de juego y acondicionarlo.    El local es un vacío de unos cinco metros largos de altura (quizá cinco y medio) cubierto por un forjado unidireccional de vigueta metálica y vuelta manual. La plana es un rectángulo relativamente alargado con su lado largo, que coincide con la estructura primaria, dos paredes portantes y una crujía intermedia formada por columnas de acero fundido soportando una jácena metálica, paralela a la calle. En suma: un espacio delimitado por cuatro paredes, con claraboyas pequeñas perimetrales de luz cenital y un pequeño patio mínimo entrando a mano derecha.    Las operaciones básicas de condicionamiento, realizadas por Josep Ferrando y Roman Ortega, llevadas a término por ROOM, SL, fueron dos: el vaciado antes mencionado y la inclusión, para tensar el espacio, de tres cajas de carácter y medida muy diferente en su interior.     La primera caja, la más pequeña, está fijada al lado del acceso, a mano derecha, pegada a una de las esquinas del local (coincidiendo con los bajantes). Contiene todas las partes húmedas: lavabos un office pequeño. No toca el techo y su cubierta puede usarse para almacenar cosas. Esta caja no marca propiamente el acceso, situándose a una cierta distancia del mismo: el camino que se ha tenido que hacer hasta llegar a la puerta ya es, por sí mismo, suficientemente complejo como para necesitar ningún artificio interior más.    La segunda caja queda justo delante del acceso, y nos enfrontamos a ella cuando entramos. Recorre longitudinalmente todo el local y, en planta forma un peine complejo de despachos y pequeñas habitaciones segregadas del espacio principal. Se queda a media altura. En su parte superior, a la que se accede mediante una escalera recta enfrentada con la entrada, su cubierta forma un altillo con dos salas de reunión adicionales, una a cada lado de la escalera, cobijadas tras un parapeto bajo que, por el interior, tiene estanterías donde se depositan libros. 
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   La tercera caja es una caja vacía, un espacio negativo: un patio de buena medida que obligó, para su formalización, a cortar toda la pared del testero de la nave. Es la única pieza de la intervención que toca estructura.
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   El patio tiene una forma compleja en L (o, más bien, en P maciza), Haciéndose más grueso en la parte descubierta y libre de la nave y más delgado cuando coincide con la anchura de la segunda caja. Este recurso le permite segregar del espacio principal una sala de reuniones apenas cerrada por una puerta corredera, un lugar donde estar tranquilo sin dejar de estar en el espacio principal, en contacto directo con las mesas de trabajo.    Estos recursos, por sí solos, formalizan el estudio.
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   Las mesas de trabajo se disponen, en el espacio grande, en batería, perpendiculares a la calle, cuatro mesas de buena medida construidas expresamente, servidas desde la pared noreste, la más pegada a la calle, a través de unas cañerías metálicas que van de la pared a la mesa desde una altura de unos dos metros. Los cables caen de la manguera a la mesa cuando ya no estorban y ésta puede ser electrificada sin estorbos ni necesidad de suelo técnico. Para evidenciar el sistema, los cables son naranja.    Nos sentamos en unas sillas Eiffel blancas, diseño Charles & Ray Eames. Las salas de reunión se condicionan de forma similar.

   Todo el espacio se ha resuelto con cuatro materiales: Pino, acero, cristal… y blanco.    El pino forma la estructura de las cajas, las carpinterías interiores y el pavimento del patio. También los cerramientos opacos de los volúmenes, y se encuentra en forma de viguetas, carpinterías macizas con montantes de buena medida y tableros de viruta orientada (OSB).   El acero forma las carpinterías exteriores (las que cierran la tercera caja, es decir, el patio), los soportes de las mesas y la puerta de acceso, una caja de acero que aprovecha la pequeña sobreelevación de la puerta para formar un pequeño escalón desde el que tener una primera visión total del espacio.

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vista desde el acceso

     El cristal; forma el cerramiento de dos cajas: la segunda y la tercera. El frente de los despachos está, por tanto, abierto a la sala principal. Se juega con la capacidad del cristal de pasar de opaco a transparente según la posición relativa con la que nos enfrontamos a él, y las condiciones con que se ilumine la banda opuesta a la que nos encontramos, para duplicar el espacio del estudio o hacer desaparecer, casi, la segunda caja, en un juego ambiguo en que ésta pierde, según donde nos encontremos, toda su potencia conceptual para fundir los dos espacios en uno y recordar que es tan sólo un mueble. Explica que el espacio es dinámico, que se usa moviéndonos. También quiere explicar el espacio duplicándolo cuando estamos tangentes al cerramiento del despacho.
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   El blanco. Mayoritariamente pintura. Cubriendo todo el resto del espacio, techos, pavimento (continuo, de resinas, que se extiende por todo el estudio menos por el patio, que es de pino) y muebles incluidos. El blanco, según me contó Josep, unifica y matiza el resto de materiales. El blanco, creo, sobretodo cuando se usa como pintura, no anula la textura, tan sólo la matiza, la unifica. El blanco nos remite, también, a diversas velocidades de observación. Un espectador indolente no atenderá a estas diferencias. Uno más atento sí, dando diversas profundidades de lectura al espacio.   En circunstancias normales, una descripción del estudio terminaría aquí. Pero en este espacio hay un estudio de arquitectura, arquitectura en él mismo, usado para producir arquitecturas que, eventualmente, son ellas mismas piezas de otra arquitectura que las engloba. El contenido del estudio, por tanto, pasará a ser y a formar arquitectura con la misma potencia que el continente. De hecho, lo modifica de tal modo que no se entiende el espacio sin su función.    Primero, la biblioteca: Josep Ferrando tiene una biblioteca privada espectacular. Muy importante. Los libros se adosan a la pared noreste (la misma que alimenta las mesas) ubicadas sobre unas estanterías de acero que no tocan la pared del fondo. Después veremos por qué. El modo de ordenar estos libros merecería un artículo aparte. También se encuentran a lo largo de los antepechos de la cubierta de la segunda caja. Los libros, a parte de para lo que sirven, forman una textura diferente, multicolor, activa, superpuesta a las otras texturas del espacio. Formando parte de ellas. No en vano, la dimensión de muchos de estos libros es equiparable a la de un ladrillo.

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   Segundo, las maquetas. Avanzándome al tercer apartado, Josep Ferrando trabaja en maqueta. Hay decenas y decenas, muchísimas, dispuestas por todo el estudio. Es importante el hecho que sean de escalas diferentes, y usadfas para funciones muy diferentes: hay algunas a escala 1:1, otras a escala urbana. También son de diferentes materiales, del papel al acero o al hormigón. Las maquetas están todas a la vista. Unas cuantas en su taller, ubicado en la segunda caja, cerrado por aquello del polvo, el resto por todo el espacio: tras la biblioteca de la pared noreste, por ejemplo. A la textura de los libros se une el hecho que estén retroiluminados, con maquetas que aparecen, eventualmente, tras suyo. Maquetas en el techo, como un pedazo de cielo raso del restaurante japonés Icho, realizado para evaluar su efecto, convenientemente reciclado como lámpara de uno de los espacios de reunión.    Recuerdo el taller de Constantin Brancusi: el tema no era la producción de esculturas, sino como éstas se ubicaban en el espacio. Esto convertía el estudio en una metaobra, en el lugar donde realmente tomaban sentido las otras obras que después terminaban desparramándose por el mundo. Igual que en el taller de Josep: la posición de las maquetas cualifica el espacio de un modo tan decisivo que éste no puede entenderse sin ellas. Hay maquetas que no se pueden mover separando visualmente el espacio de reunión del patio. Maquetas adosadas a una medianera. Maquetas matizando el acceso. Maquetas privatizando su propio despacho, uno de los cubículos interiores todo madera y luces bajas. Maquetas marcando recorridos. Maquetas de trabajo recicladas en maquetas de trabajo de maquetas de trabajo que, simultáneamente, son maquetas de exhibición privada para cualquiera que necesite servirse de ellas.

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maqueta separando el patio de la sala de reuniones

     El estudio digiere constantemente sus propios procesos de trabajo y los convierte en arquitectura pura y dura, un juego ambiguo y complejo que podría recortarse por cualquier lugar, y este corte ambiguo sería un principio y un final de su arquitectura: una estructura rizomática pura.

Para qué?
   El estudio es un reflejo perfecto de la arquitectura de Josep Ferrando. Ésta empieza trabajando sobre el lugar. Entendiéndolo. Dibujándolo y redibujándolo. Estudiando, presentando, representando y arquitecturizando a través de él. Haciéndose las preguntas adecuadas.    Josep Ferrando mantiene un estudio poblado, con mucha gente y actividad. La mediana de edad de sus integrantes es muy joven. Y se nota. Su trabajo se alimenta de las dos vías clásicas: encargos privados y públicos mediante concursos hechos donde se pueda: de Suiza a Chile, las Españas, Cataluña. Josep viaja mucho, apoyado, también, en su pata docente: es un profesor solicitado en facultades de todo el mundo.    El espacio diseñado por Josep y Roman tiene un carácter muy doméstico. Si tuviese una cama sería, tranquilamente, una casa. Este carácter hace que pueda ser usado de muchos modos: cmo espacio de trabajo. Como aula. Como sala de estar. Como biblioteca donde, sin más, ponerse a leer un libro en los múltiples rincones agradables que crea. Es por eso que Josep tiene allí la biblioteca: en el estudio se está bien. Es un espacio que permite ser usado indolentemente. El sistema de iluminación es importante: tanto luces de ambiente, indirectas, buenas para generar actividad, como luces más bajas para crear intimidad. Te puedes relajar allí. Tranquilamente. Se puede reflexionar. Su ubicación en un patio interior de manzana le da un silencio casi religioso, conseguido a tan sólo veintidós metros de una calle del Ensanche.    La presencia del exterior dentro, mediante el patio, es, también, muy importante. Su parte cubierta permite estarse, sacar una silla, pensar y hablar fuera. Incluso trabajar.    En el estudio se hacen concursos en colaboración, con muchos arquitectos involucrados. Reina un buen ambiente que se palpa con sólo entrar. Cuando los proyectos se vuelven corpóreos, una o dos personas (un equipo reducido), más Josep, llevan todo el proyecto desde el principio hasta el final, huyendo de tareas especializadas. No hay dibujantes de carpinterías o expertos en planos de saneamiento, tan sólo diversos grados de intensidad: alguien que se mete a fondo y Josep con una visión en perspectiva del conjunto.    Se trabaja mucho a mano: dibujos, maquetas. Impresiones constantes de la documentación. Incluso se introduce el trabajo a mano directamente en la pantalla del ordenador. No hay un método prefijado ni un estilo determinado de dibujo: cada propuesta impone el suyo.    Esto tiene un doble propósito: el control del proyecto (cualquiera de nosotros que haya trabajado en un estudio construyendo físicamente un edificio lo sabrá) y la producción, en cada momento, de un documento que pueda ser, él mismo, arquitectura. El trabajo de un arquitecto siempre ha sido incierto, y Josep, como todos nosotros, ha visto cancelados proyectos en casi cualquier estadio de su desarrollo. Si la documentación de trabajo es susceptible de convertirse en arquitectura, la inversión de tiempo realizada sobre el proyecto siempre se podrá recoger y reciclar.    Toda la documentación es, pues, finalista: de los paneles de concurso a los proyectos de ejecución. Obviamente cualquiera de las maquetas en cualquier estadio. Todo tiene entidad, de modo que, cuando Josep se sienta a tu lado mostrándote el proyecto, en realidad te está mostrando arquitectura: la tiene siempre en sus manos independientemente de si lo que está manipulando es un ladrillo, una maqueta, un mueble o un plano: el propio proceso es arquitectura.    Quizá ésta sea la única manera de tener fotografías sin gente que puedan tener entidad, aunque en algunos edificios dobla la sesión: con gente y sin ella. La arquitectura siempre está presente, en un proceso continuo, rizomático, del que su propio estudio es un buen reflejo.
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