Revista En Femenino

5 creencias que estropean la comunicación con tus hijos

Por Mapilar @pilarcasota

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La labor educadora de los padres es indiscutible: somos una guía para nuestros hijos mientras van descubriendo el mundo y los acompañamos en su desarrollo personal y social. Sin embargo, tendemos a tener un punto de vista “adulto” sobre casi todo lo que les sucede, usando el filtro de nuestra propia experiencia actual, con lo que “robamos” literalmente a los niños la oportunidad de reflexionar y aprender de lo que viven:

1. Los conflictos se terminan cuando intervenimos y cortamos la agresión física o verbal

Esto es un mito, ya sea a nivel consciente o por experiencia personal, los conflictos no desaparecen por no hablar de ellos o solo porque los implicados se separan y dejan de discutir y agredirse. En realidad el efecto es justo el contrario, los asuntos no tratados quedan pendientes con lo que las personas acumulan resentimiento y tienen situaciones abiertas sin resolver. Esto influye en la relación posterior en forma de resentimiento, conflictos cíclicos, confusión en la comunicación… el “déjalo ya” puede ser un recurso excepcional pero no la norma para cuando discutimos o estamos en desacuerdo

2. Los adultos sabemos más de la vida y tenemos que enseñar a los niños

Esto es otro mito que dificulta enormemente la escucha real y activa de lo que nos cuentan los niños. La creencia de que son personas “en desarrollo” o incluso “casi personas” nos pone en una situación de superioridad con lo cual abandonamos muy pronto la intención de tener en cuenta lo que nos proponen, piensan, o incluso sienten. Es esa manía que nos da de minimizar cualquier suceso que les afecta con una falta de sensibilidad y empatía que los confunde y crea en ellos sentimientos de rechazo y baja autoestima. Sencillamente porque no creemos en ellos, ellos dejan de creer en sí mismos. Los constantes “no es para tanto” pueden tener ese efecto

3. Mentir a los niños es necesario para evitarles sufrimiento

Esta es quizá una de las costumbres más extendidas entre padres y cuidadores. Recurrir al engaño para que haga lo que yo quiero está a la orden del día y van desde el inocente “no te va a doler”, hasta el “si te portas mal, los Reyes no te traerán nada” o el más doloroso “no te voy a querer”. Los niños están mucho más preparados de lo que pensamos para escuchar la verdad, siempre que nosotros estemos a su lado para transitar por ella. Y su confianza en nosotros será auténtica y duradera

4. Para que los niños aprendan tengo que hacer algo si su conducta no me gusta

Rara vez nos paramos a dialogar con los niños sobre un suceso, salvo para  apabullarlo con preguntas retóricas (“¿te parece bien lo que has hecho”? “¿en qué estabas pensando?” “¿cuántas veces tengo que repetirte las cosas?”) con lo cual perdemos ocasiones valiosísimas para reflexionar con ellos, para motivarlos a ponerse en el lugar del otro, para que verbalicen lo que sienten y vean cómo influye en su forma de actuar y decisiones…

5. Cuando llamo a mi hijo su cerebro capta automáticamente mi voz y me escucha

Este mito es quizá uno de los que más conflictos causa en la vida diaria de una familia: llamar a un niño varias veces y que no conteste, o bien que responda con el conocido “ya voy” y tarde diez minutos en aparecer… seguro que te suena. El quid de la cuestión está en el modo en que nos dirigimos a ellos y en nuestro propio ejemplo.  Hablar con 3 paredes y un piso de por medio o con peques concentrados en un juego, un documental o una lectura es lo habitual ya que los niños están casi constantemente enfrascados en alguna actividad, así que suele ser mucho más efectivo estar al lado y asegurarnos de que nos están escuchando. Por cierto, ¿eres de los que cuando tu hijo te llama le dices “ahora voy” aunque sabes que te quedan tres filetes por freír? Pues eso

;-)

¿Te has sentido identificad@? Yo he vivido algunas de estas creencias y deshacerme de ellas ha sido una de las mejores cosas que he podido hacer por mis hijos (y por mí misma, porque estaban influyendo en otras áreas de mi vida). La superación de dificultades comunicativas que me llevaban a encontronazos constantes con mis hijos y mucha frustración, es la que me ha decidido a continuar aportando la oportunidad de dar un salto en el estilo comunicativo de otras familias. Es un curso online para que puedas participar desde cualquier lugar del mundo. Encontrarás todos los detalles EN ESTE ENLACE. Hazlo cuanto antes, comenzamos dentro de una semana ¡y solo quedan 5 plazas!

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