Revista Coaching

7 cosas que aprendí en mi viaje a México

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

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Al final todo lo que nos pasa, ¿es bueno o malo? En realidad no lo sabemos hasta pasado un tiempo.

“Un labrador tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del campesino se acercaron para consolarle, y lamentar su desgracia, éste les replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?». Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos. Entonces los vecinos felicitaron al anciano por su buena suerte. Pero éste les respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?». Cuando el hijo del labrador trató de domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. El pueblo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?». Una semana más tarde, el ejército entró en el pueblo y fueron reclutados todos los hombres jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del campesino con una pierna rota, le dejaron tranquilo. ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?”

He vuelto de unas vacaciones muy especiales en la costa caribeña de México: sol, playa, calor tropical, animales exóticos como iguanas o coatís correteando en libertad por el bosque del hotel, he nadado y buceado con peces de colores y tortugas gigantes, he sido testigo de las impresionantes ruinas mayas de tiempos remotos… Y también he disfrutado de días de relax y descanso. Hace mucho que no tenía vacaciones de ese tipo y menos en un país tan lejano. El último fue mi viaje a Costa Rica, sobre el que todavía estoy pendiente de escribir.

Pero un viaje a otra cultura, país, continente… siempre conlleva consigo un choque cultural, hay cosas que te encantan y otras que te sorprenden, algunas incluso te disgustan o incomodan. Y como no podía ser de otra manera, desde que soy coach, tengo un enfoque diferente sobre las cosas que me suceden a diario, enfoque que yo diría es casi profesional. O como decía la fábula del principio, que compartió conmigo una de las lectoras de un artículo que publiqué hace no mucho en mi blog en La Razón digital: todo lo que nos pasa puede ser bueno o malo, según se mire.

Por lo que quiero compartir contigo esos aprendizajes que resumen de alguna manera este viaje tan especial a la Riviera Maya del que volví la semana pasada. Si piensas viajar allí, puede que esta información te resulte útil. Y si has estado ya o no tienes planes de ir, puedes sacar algunas ideas de cómo todo lo que nos pasa siempre tiene un significado y puede convertirse en una experiencia de la que aprender.

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1# Aceptar que no puedo trabajar de vacaciones

Sí, aunque suene extraño, yo iba empeñada en dedicarle al menos un par de horas al día para trabajar en el blog. Esto nos ocurre a muchos que emprendemos y más cuando lo hacemos de forma vocacional. Amamos tanto lo que hacemos que nos parece inadmisible no dedicarle unas horas de tiempo a lo que es nuestra pasión.

Pero la cruda realidad es que no me fue fácil. Había tanto que ver, tanto que conocer, tantas excursiones interesantes que hacer… que nos han hecho falta por lo menos un par de días más.

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¿Qué he aprendido? Dejar de querer controlarlo todo y dejarme llevar por las circunstancias especiales. Me hice consciente de que no puedo responder todos los mails conforme me llegan. Ni puedo contestar comentarios a posts en el blog y grupos de facebook. Esa impaciencia mía de tenerlo todo atado y respondido desde el principio fue una de mis lecciones más valiosas.

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2# Aprender a confiar

Como decía más arriba, uno de nuestros mayores enemigos suele ser nuestra mente controladora que prefiere tenerlo todo bajo control. Esa necesidad de planificarlo todo de antemano hizo que semanas antes del viaje empezara a mirar decenas de webs de tiempo y clima, deseando que nos hiciera sol y 30 graditos todos los días. Y es que era en parte lógico: en Holanda apenas tuvimos verano y estábamos un poco desesperados por disfrutar del buen tiempo.

¿Por qué no tenía que haberlo hecho? Sencillamente porque para mi gran decepción todas las webs de meteorología pronosticaban lluvias. ¡No iba a haber ni un sólo día de sol durante la semana! Imaginaos mi desilusión. Y es cierto: nada más aterrizar en Cancún, nos recibió una cálida e intensa lluvia tropical. Yo ya iba concienciada.

¿Pero sabéis qué pasó al final? Que tuvimos sol absolutamente todos los días. Y es que como nos explicó al día siguiente uno de los guías de la agencia, las páginas meteorológicas casi siempre te van a poner que llueve, puesto hay mucha humedad condensada en esa zona y en esta época del año. Y sí, llueve casi todos los días, pero a ratos y de forma muy breve. El resto del tiempo, sol.

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¿Qué he aprendido? Que el excesivo control de una situación que no depende de nosotros nos crea emociones negativas y además en ocasiones esas emociones no tienen nada que ver con la realidad. ¡La mayoría de miedos son imaginarios! Y otra lección importante: aprender a confiar en que todo se solucionará en vez de preocuparme antes de tiempo.

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3# Cambio de creencias

Una de las lecciones más valiosas tenía que ver con las famosas creencias limitantes.

Resulta que conforme iba viendo el mal pronóstico de tiempo, iba imaginándome días de lluvia grises y oscuros, sin posibilidad de ir a la playa, piscina, nadar, tomar el sol ni tampoco poder realizar excursiones culturales o de aventura. ¡La lluvia, el peor enemigo de unas vacaciones!

Bueno, pues el mismo guía (la verdad tuvimos una suerte enorme con los guías en este viaje), me echó por tierra esta creencia tan negativa. Nos dio otra versión y visión de la lluvia: es lluvia tropical, es incluso agradable y cálida (y tenía toda la razón del mundo, no tiene nada que ver con las lluvias europeas a las que estamos acostumbrados), y gracias a esa lluvia se tiene esa impresionante variedad de paisajes frondosos y verdes intensos.

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¿Qué he aprendido? Que las creencias tienen que ver con la experiencia subjetiva de cada uno, sea a nivel individual, social o cultural… pero si viajo a otra cultura, ya puedo ir dejando de lado todas mis creencias, pues es probable que no tengan ningún sentido en ese nuevo lugar.

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4# Dejar de juzgar desde mi postura o mapa mental

No sé si alguno de vosotros llegó a ver una película épica y bastante violenta llamada “Apocalipto”. En el post 50 cosas sobre mí os conté que no suelo ver películas de este tipo. Pero hace años iba al cine como acto social y eran mis amigos quienes elegían la película que veríamos, pues yo no tenía ni idea del cine en aquel entonces.

En esa película de la que os hablo se muestra la cultura maya con muchos episodios llenos de crudeza, incluyendo los terribles sacrificios que se realizaban justo en las famosas pirámides mayas, que tuve ocasión de conocer en este viaje.

Recuerdo que tras ver aquella película, mi mente impresionable no me dejó dormir durante varias noches (tenía que hacerlo con la luz encendida), y además me generó unas creencias muy negativas con respecto a aquella cultura.

El guía nos explicó que si bien era cierto que se realizaban sacrificios humanos en aquellos lugares, en realidad para ellos, los mayas, esa era la forma correcta de proceder, según la religión que tenían. Además formaban una sociedad muy avanzada científicamente.

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¿Qué he aprendido? Que no puedo juzgar una cultura desde mi postura y conocimiento actual. Ellos creían erróneamente que para atraer lluvias o tener buenas cosechas había que realizar sacrificios para tener contentos a los dioses. Nosotros somos conscientes en la actualidad de que es un acto inhumano y profundamente injusto, aparte de que no tiene ninguna fundamentación científica, pero ellos lo hacían por ignorancia. Mi lección ha sido que no puedo juzgar a otros sin conocer su situación ni tampoco su historia, por horrible que me parezca.

Pero por favor, que nadie me malinterprete, en ningún momento estoy defendiendo ni comprendiendo aquellas actuaciones terribles; sólo estoy tratando de entender el por qué de aquellas acciones tan espeluznantes.

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5# Mentalidad de escasez vs. mentalidad de abundancia

Si alguna vez has estado en un hotel en el que tenías el famoso Todo Incluido, seguramente esto te suene. La mayoría de personas suelen engordar después de este tipo de vacaciones. Y es que al tener una opción casi ilimitada de platos, el poder comer y beber a cualquier hora, así como una oferta amplia de restaurantes, en apariencia gratuitos (aunque ya has pagado con antelación), nos da la sensación de que debemos aprovecharlo al máximo.

Lo reconozco: los primeros días desayunaba el doble de lo que suelo desayunar en casa, comía hasta no poder más y sólo me controlaba en las cenas. Pero al tercer día me dije: no puedo seguir así. Al ser vegetariana no lo tuve difícil: opté por reducir los platos que elegía a ensaladas de todo tipo, zumos, smoothies, batidos, fruta y verdura. Nada de fritos. Bueno, no me pude resistir al maravilloso guacamole con nachos, mi capricho diario.

En una conversación con mi marido salió el tema. Cuando se nos ofrece una variedad tan amplia, nos parece que desaprovechamos la oportunidad si no probamos de todo. Como ya no hay que pagar nada por ello, sentimos que no hay nada que perder. Y nos parece que perder sería precisamente dejar de probarlo todo.

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¿Qué he aprendido? Que la mayoría de personas tenemos la llamada mentalidad de escasez: una tendencia natural a enfocarnos en lo negativo. Dejar de consumir cuando te dan algo gratis es como perder una oportunidad. En lugar de enfocarme en lo positivo: tengo mucho para elegir y por tanto elijo lo mejor para mí; me enfoco en lo negativo: si no aprovecho todo lo que me ofrecen, pierdo la oportunidad. Como siempre, creencias limitantes.

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6# Aprender a priorizar

Nuestro viaje era de una semana, de modo que entre el vuelo transoceánico de ida y vuelta, sólo disponíamos de 6 días completos para disfrutar. Y claro, cuando viajas tan lejos, a un país exótico, con tantas opciones para ver, visitar y conocer, quieres verlo todo, aprovechar al máximo tu tiempo.

Normalmente antes de viajes de este tipo, leo blogs, entro en foros de viajeros, miro webs con consejos y tips. Hay multitud de opciones para no aburrirte: lagunas subterráneas, submarinismo, snorkel, nadar con tortugas, con delfines, rappel y tirolinas, todo tipo de deportes de aventura, paseos en barco hasta islas cercanas paradisíacas… Pero sólo tienes 6 días y también buscas un poco de relax.

Es más: el tema de todo incluido o la famosa pulserita la elegimos por primera vez, justamente porque buscábamos playa y buen tiempo a finales de octubre, así como una estancia tranquila, sin demasiado ajetreo.

Finalmente tuve que decir no a la mayoría de excursiones que me hubiera encantado realizar, porque si no, no habríamos podido disfrutar del hotel y sus estupendas instalaciones y la impresionante playa del Caribe.

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¿Qué he aprendido? Decir NO incluso a aquello que tu mente desearía realizar. Es imposible abarcarlo todo. Es necesario aprender a priorizar y decidir a qué estás dispuesto a renunciar.

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7# Miedo a lo desconocido

Mi última lección en este viaje se materializó durante una de esas excursiones a la que le di prioridad en el viaje: hacer snorkel en los llamados cenotes (lagunas o ríos subterráneos de agua dulce).

Hasta ahora no me he atrevido a probar el buceo, aunque la fauna y flora marina me encantan. El snorkel lo realizaba por segunda vez en mi vida y la primera no cuenta, porque apenas habíamos tenido tiempo de hacerlo en condiciones.

En uno de esos preciosos cenotes tuve una experiencia que para mí ha sido la metáfora de lo que entiendo por miedo. Se trataba de un río subterráneo, localizado dentro de una cueva y en cuyo fondo yacían amenazantes unas enormes rocas puntiagudas. El agua estaba oscura y fría, como era de esperar en un sitio semi-cerrado. Se podían ver algunas personas realizando pruebas de buceo en el fondo, iluminando el agua con sus linternas.

Sinceramente me daba bastante miedo entrar a nadar, pues temía chocarme con las rocas que no podía ver bien. Desde fuera se veía el agua tan oscura… Pero cuál fue mi sorpresa, que al meter mi cabeza en el agua, de repente percibí mucha luz. Ahí abajo se distinguían perfectamente las rocas, la vegetación exuberante y hasta los peces más pequeños.

De repente lo ves todo y ya sabes por dónde ir, para no chocarte con nada. Se disipa el miedo.

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¿Qué he aprendido? Que así ocurre en nuestra vida diaria. Tememos algo porque nos falta el conocimiento, no sabemos realmente a qué nos estamos enfrentando: estamos casi a oscuras. Pasa también con las emociones. Con el coaching en cambio, cuando pones foco o luz sobre tus propias emociones, pensamientos, creencias… es más fácil avanzar sin miedo, porque ya sabes a qué te enfrentas y ves que tienes opciones y vías de solucionarlo.

Conclusiones

Como habréis podido ver en las fotos (es una pena pero las mejores, nadando con tortugas no las tengo), el viaje ha sido increíble. Pero aparte de las fotos, os diría que lo más importante de los viajes es que nos hagan crecer, que nos enseñen algo nuevo, que no nos hagan mejores que otros, sino que nos conviertan en mejores de lo que fuimos ayer. Y yo creo que éste ha sido de los viajes en los que más he aprendido, sencillamente porque había estado atenta a cómo me sentía, qué pensaba, cómo iban poco a poco cambiando algunas creencias y cómo iba relajándome, dejando de lado el ego y su ansiada necesidad de control.

¿Y tú has tenido algún viaje que te cambiara la mente? ¿Has descubierto algo nuevo de ti mismo en una cultura nueva? Me encantaría oír tu historia.

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