7 días en París (II)

Seguimos con nuestra visita por París durante Semana Santa.

Miércoles 12 de abril

Para ir a ver la Torre Eiffel en medio de unas vacaciones de Semana Santa, hay que armarse de paciencia. Primero para pasar los controles de seguridad que en los últimos tiempos son tan habituales en cualquier lugar de París y segundo por las largas colas para acceder al monumento más emblemático de la ciudad desde alguno de sus pilares.

Hay tres niveles abiertos al público desde los que se puede acceder en ascensor o andando (solo hasta los dos primeros). Desde el segundo nivel las vistas son más que impresionantes y evitamos otra larga cola para coger el ascensor hasta el tercer piso.

No hace falta explicar mucho de la Torre Eiffel, pero como dato curioso decir que la torre tiene 324 metros de altura incluida la antena de televisión que tiene en su extremo. Sin embargo, esta cifra puede llegar a variar unos 15 centímetros, ya que las miles de toneladas del hierro se expanden cuando hace calor y se contraen cuando hace frío.

Aquí os dejo un link con la informacion práctica para la visita.

Mientras Ariadna y yo visitábamos la torre, Jose y Scott se quedaron descansando y disfrutando de las maravillosas temperaturas parisinas en el Champ de Mars.

Casi era ya medio día cuando salimos por el pilar norte de la Torre Eiffel. Seguimos hacia el barrio de Fabourg St-Germain, cruzando la Esplanade des Invalides. Este barrio fue el más moderno de París durante l siglo XVIII. Hoy aún conserva muchas de sus mansiones, convertidas en embajadas y ministerios de gobierno.

Más al este, St-Germain-Des-Prés, lideraba la vida intelectual parisina en los años cincuenta. De aquella época quedan bulliciosos cafés y editoriales que conviven con tiendas de moda y multitud de restaurantes. Muy cerca de la Place de l’Odéon en el 41 rue Monsieur le Prince se encuentra el Polidor una crémerie-restaurant con algunos platos típicos franceses y menús caseros en un ambiente que conserva la esencia del siglo XIX. Las especialidades son el bœuf bourguignon y la tarta Tatin, dicen que la mejor de París y es posible que sea cierto.

En la Place St-Sulpice, la iglesia homónima construida entre 1646 y 1780 se yergue con dos filas de columnas y coronada por dos torres con estilo neoclásico. Hasta hace pocos años esta iglesia era una más de otras tantas de la ciudad, desde que Dan Brown la utilizase en el Codigo da Vinci, las visitas han aumentado exponencialmente. En medio de la plaza, se encuentra la Fontaine des Quatre Évêques o des Quatre Points Cardinaix que representa a cuatro líderes eclesiásticos en los cuatro puntos cardinales de la brújula. Point también significa “no” ya que los cuatro lideres nunca fueron cardenales. Juego de palabras en una fuente.

Con estas temperaturas, el Jardin de Luxembourg se llena de gente que acude a relajarse bajo las arboledas, a hacer deporte, a pasear o al jugar al dominó. En el extremo norte, el Palais de Luxembourg fue construido en 1620 para Maria de Medicis, esposa de Enrique IV, para recordarle su Florencia natal y aliviar su nostalgia por el Palacio de Pitti donde había pasado su infancia. Cuando finalizó, María había sido ya desterrada. Desde 1958, alberga la cámara alta del gobierno francés, el Senado.

A poca distancia hacia el sur, el cementerio de Montparnasse se convirtió en el destino póstumo de numeros personajes ilustres franceses y extranjeros albergando sus tumbas. A  pesar de ser el más pequeño de la ciudad, es el más vistado y fotografiado.

En Montparnasse damos por finalizado el día y desde aquí volvemos al camping a descansar.

Jueves 13 de abril 

Primer día de las vacaciones de Semana Santa, propiamente dichas, y la ciudad parece un hervidero de gente por todas partes.

Toca recorrer la zona más antigua de París y lugar del primer asentamiento en la ciudad, l’Île de la Cité, con la Cathédrale de Notre Dame como auténtico corazón de París. De hecho las distancias a cualquier lugar de Francia se miden desde la estrella situada frente a la entrada principal de la catedral, el Ponint Zéro des Routes de France.

Notre Dame es el monumento más visitado, por delante de la Tour Eiffel, y es una joya de la arquitectura gótico francesa, además del centro del París católico durante siete siglos.

En el otro extremo de la isla se ubica otra obra maestra del gótico la Sainte-Chapelle y la Conciergerie, construida en el siglo XIV como lujoso palacio real para ser utilizada posteriormente como prisión y cámara de tortura durante el régimen del Terror en los años de la Revolución.

La zona de la orilla derecha al norte de l’Île de la Cité fue una ciénaga, tal y como su nombre indica en francés, Marais, pero adquirió importancia  a partir del siglo XVII cuando Enrique IV mandó construir la que hoy  se denomina Place des Vosges. Se convirtió entonces en uno de las zonas más elegantes de París y muchos aristócratas construyeron sus mansiones en esta zona. En la actualidad, el barrio alberga importante museos, decenas de galerías de arte, elegantes boutiques y restaurantes y es el corazón del ambiente gay y de la comunidad judía que se concentra en los aledaños de la Rue des Rosiers donde se sirven platos típicamente kosher.

El barrio de la Bastille fue un barrio olvidado durante muchos años por su alto indice de criminalidad, pero esto ha ido cambiando y sus calles se han llenado de artistas y lofts que han ido cogiendo espacio a los talleres de artesanos. Es en este barrio donde se encuentra la Crêperie Bretonne Fleurie, en el 67 rue de Charonne, lugar donde degustar unas exquisitas galettes y crêpes dulces.

Para desplazarnos hasta el Quartier Latin, cogemos el metro. El conocido como Barrio Latino por el idioma en el que se comunicaban estudiantes y profesores entre ellos desde  la Edad Media hasta la Revolución es hoy una zona monopolizada por los restaurantes de menús turísticos a precios económicos pero de dudosa calidad.

Aún cuenta con ilustres y prestigiosos institutos de enseñanzas y con la Sorbonne, sede de la universidad de París y una gran cantidad de estudiantes y profesores que se mezclan con los turistas que visitan la zona y copan sus terrazas.

Otro edificio importante ubicado en pleno corazón del Quartier Latin es el Panthéon, encargado por Luis XV en 1750 como abadía dedicada a Santa Genoveva, pero que no se terminó hasta 1789 por problemas económicos. Entonces, la Asamblea Constituyente decidió convertirla en mausoleo para les grans hommes de l’époque de la liberté française. El edificio es un magnífico ejemplo de arquitectura neoclásica donde están enterrados  ilustres hombres y mujeres (Marie Currie fue la primera).

Viernes 14 de abril

Un día para descansar un poco más. Decidimos no madrugar, dormir hasta que el cuerpo aguante y coger el último shuttle bus de la mañana hasta el centro para aprovechar el día por la tarde/noche y quedarnos a cenar. Dejamos a Scott en el camping para que también él pueda descansar un día, es mayor y aunque el pobre no se queja, sabemos que de vez en cuando le gusta estar tranquilo y dormir durante todo el día.

Desde Porte Maillot bajamos andando por Champs Elyseés tal y como hicimos el primer día que visitamos París. Comer en esta céntrica calle resulta casi imposible debido a las colas de turistas que se amontonan en todos sitios. Pero si nos adentramos por alguna de las calles perpendiculares podemos encontrar algún restaurante asiático a buen precio y no tan colapsado. En Rue du Colisée, la Traiteur Asiatique ofrece platos típicamente chinos a un precio asequible, no es nada para relamerse pero nos sirve para aguantar hasta la noche.

Desde aquí otra vez a la Place de la Concorde y, de nuevo, a La Madeleine donde disfrutamos de un concierto de cánticos religiosos acompañado de la música de un órgano.

En La Place de la Madeleine cogemos el metro para ir hasta el famoso barrio de Montmatre inmortalizado en muchas de las obras de artistas del siglo XIX, cuando fue la meca de pintores, escultores y poetas que se reunían en burdeles, cabarés y otros locales que dieron a Montmatre fama de lugar de depravación. Actualmente el barrio aún conserva su encanto en los callejones empinados, en las pintorescas plazas y en las largas escalinatas que van a parar a la iglesia del Sacré-Cœur y a la bulliciosa Place du Tertre, repleta de retratista y pintores con caballete que enseñan su trabajos a los miles de turistas que llegan hasta este punto de París.

Lo primero que se ve al salir del metro es el famoso cabaré Moulin Rouge, construido en 1885 el cancan se asocia a este lugar, aunque en realidad no se originó aquí sino en Montparnasse. Fue Toulouse-Lautrec, asiduo al Moulin Rouge, quien inmortalizó en láminas y dibujos los espectaculos que se recreaban en su escenario.

Otro de los locales con solera y lugar de encuentro de artistas, entre los que se encontraba Picasso, fue Au Lapin Agile y que actualmente conserva gran parte de su ambiente original.

En la misma cima de la Butte de Montmatre, el Sacré-Cœur sobresale imponente con su cúpula y sus torreones de inspiración romano-bizantina. Las escaleras que llegan hasta la entrada principal se llenan de gente para admirar las visitas de París al atardecer, ambientado con música de grupos callejeros que se saltan la ley hasta que llega las policía y los hecha mientras son abucheados por los espectadores.

Por Montmatre hay que callejear, a pesar de las cuestas que hay por todo el barrio. También es una buena zona para cenar en alguno de sus muchos restaurantes, aunque hay que ser selectivo y no sucumbir a los menús turísticos de las plazas principales. Uno de los lugares favoritos durante varias décadas es el Refuge des Foundus, 17 rue des Trois Frères. Ofrecen un único menú que consta de un sencillo aperitivo, un biberón de vino o refreso y una deliciosa fondue savoyarde o bourguignonne, y todo ello en dos únicas largas mesas compartidas con todos los comensales. También se comparten conversaciones y risas por lo cómico que resulta el lugar cuando alguien tiene que saltar por encima de las mesas para acceder a las zonas interiores para sentarse, tal como manda la tradición.

Para finalizar el día nada mejor que bajar a Trocadero para ver la Tour Eiffel iluminada en todo su esplendor y bajar por los jardines hasta sus pilares.

Sábado 15 de abril

Último día en París y damos por finalizadas las visitas a los principales lugares de la ciudad. Aprovechamos en día para hacer las últimas compras y pasear por alguna de las zonas que tuvimos la sensación de no saborear al máximo.

Primero y antes de que las oleadas de turistas llenen sus calles, nos dirigimos al Latin Quartier a comprar las monas de chocolate que vimos días atrás para regalarlas a mis sobrinos y a Ariadna el Lunes de Pascua.

Atravesamos l’Île de la Cité para acercarnos a Marais donde aprovechamos para comer un delicioso falafel en uno de los conocidos locales de comida kosher de la Rue des Rosiers. Hay varios restaurante similares y todos con largas colas que dificultan la elección, pero el Chez Marianne es uno de los que más fama tienen de la zona.

Después de comer y aprovechando que el día está despejando (no podemos quejarnos, es el único día que nos ha llovido desde que estamos aquí) volvemos hasta el Champ de Mars con la Tour Eiffel como fondo para hacer las últimas fotos del viaje y quedarnos con esta vista en nuestra retina.

Volvemos pronto al camping, toca recogerlo todo para poder salir temprano al día siguiente. Tenemos 980 kilómetros por delante.

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