Revista Cultura y Ocio

75 aniversario

Por Jmbigas @jmbigas

Estos días se cumplen los 75 años de aquel Golpe Militar de 1936, que provocó una sangrienta Guerra Civil, que alumbró un Régimen ciertamente autoritario, a menudo dictatorial y siempre excluyente, y que sumió a España en un retraso crónico frente a otros países de su entorno geográfico próximo.

75 años

Barricada en la calle Diputación de Barcelona, el 19 de Julio
(Autor: Agustí Centelles; Fuente: paradoxplaza)

Van quedando poquitas personas vivas que recuerden esos hechos en primera persona, desde uno u otro bando. Y casi ninguno de los que participaron activamente en los hechos.

Sin embargo, las confrontaciones civiles tardan muchísimo en cicatrizar. Mientras haya personas que conocieron a los abuelos que vivieron la guerra, las historias sórdidas seguirán formando parte de las memorias familiares y las rencillas, las enemistades, las frustaciones, seguirán vivas.

No nos engañemos con falsos placebos, porque ni a esta distancia temporal nos lo podemos permitir. Lo que algunos llaman Alzamiento Nacional fue en realidad la rebelión de una parte del Ejército contra sus jefes (el Gobierno legítimo y legal de la II República) y contra el pueblo que les había confiado su defensa. Sirviendo, además, los intereses bastardos de las clases más reaccionarias del país, enemigas (por hardware, diríamos hoy) de todo lo que huela, aunque sea remotamente, a libertad y justicia social.

Una banda de generales, acostumbrados al método PMC (Por Mis C......) para todas las cosas de la vida, comandados por Franquito (el más listo del grupo), interfirieron de modo irreversible en el destino de este país. Y de un modo también injustificable, porque mordieron la mano que les daba de comer, y violaron sus juramentos.

A partir de ese Golpe, el resto ya fue bastante inevitable. El país se dividió, y empezaron tres largos años de Guerra Civil en que hermanos mataron a hermanos, en que los peores instintos de todos llegaron a la superficie, en que hubo asesinatos indiscriminados (o lo que es peor, muy discriminados) en uno y otro bando. A fin de cuentas, todos pueden alegar que los otros fueron crueles. Que también fueron crueles.

75 años

Los generales Franco y Mola, en Burgos (1/10/1936)
(Fuente: salmonetesyanonosquedan)

Ante la pasividad de las democracias occidentales (que consideraron el hecho como un asunto interno de España, en el que no debían inmiscuirse) y el alborozo de los gobiernos fascistas de la época (Alemania e Italia, especialmente) que colaboraron muy voluntariamente con Franco, el país y sus gentes se fueron destruyendo. Murió mucha gente en el frente, en las batallas puramente militares. Pero también murió mucha gente en la retaguardia, víctimas de bombardeos o de enemistades personales o colectivas.

Por su parte, la Iglesia Católica buscó su supervivencia y su supremacía aliándose con los golpistas, en contra de buena parte del pueblo, que nunca se lo ha perdonado ni, seguramente, podrá perdonarle.

Franco supo escoger los aliados que mejor le convenían en cada momento, se hizo con el poder omnímodo en España, y acabó muriendo en su cama, prácticamente de viejo, en 1975, casi cuarenta años después de esos hechos iniciales que desencadenaron el desastre.

75 años

(Fuente: rincondelvago)

Mucha tinta se ha vertido con estas historias y mucho celuloide se ha utilizado para ilustrarlas. Buena parte dedicada a justificar a unos o a otros, a enfatizar las presuntas buenas intenciones detrás de las más sangrientas decisiones. O, desde hace bastantes años ya, a ilustrar las penurias de los perdedores. Pero conviene no olvidar que en una guerra civil todos pierden, porque pierde el país, se deteriora, se desmoraliza. Y que los únicos culpables de esa guerra civil fueron los militares que desobedecieron a sus jefes y que no cumplieron con sus obligaciones. 

Todos esos hechos ya forman parte de nuestra historia, y esto ya no podemos remediarlo. Las heridas cicatrizan, pero las cicatrices perduran.

Afortunadamente, para muchos el 18 de Julio ya sólo es la fecha en que, durante muchos años, se cobraba la paga extraordinaria de verano.

Pero, para bien y para mal, las fuerzas que soportaron y apoyaron a uno y otro bando siguen muy presentes en nuestra sociedad. Sólo espero que hayamos olvidado por completo esa forma de dirimir las diferencias, y que todos estemos convencidos de que existen otras maneras mucho más civilizadas y democráticas de defender nuestras ideas, nuestros ideales, nuestros intereses, que la pura confrontación con las armas en la mano.

75 años

(Fuente:  rincondelvago)

Si tuviera que escoger un solo libro que ilustrara esos hechos, seguramente me quedaría con Invierno en Madrid, del británico C. J. Sansom. Esta novela no se centra en el punto de vista de los ganadores ni de los perdedores, sino que es como un Tercer Ojo que mira (con cariño) a un país que se va a destrozar a sí mismo, o que ya está destrozado. Sigue las peripecias de uno de esos brigadistas que decidieron venir a luchar en una guerra donde nada suyo se les había perdido, más que sus ideales. Y a sus amigos que le buscan en un Madrid oscuro y lóbrego de posguerra, ocupado por los nuevos gobernantes, que sienten más vacilaciones que certezas. Un Madrid donde siempre era invierno.

En cambio, no sabría decantarme por una película. Porque en todas hay buenos y malos (aunque nunca sean los mismos) y me falta esa visión de un Tercer Ojo que no explique las cosas ni como apología, ni como justificación, ni como revancha. Sí hay algunas excelentes películas que ilustraron el aire triste de una posguerra que duró más de veinte años. Dentro y fuera de España. Que hablan de ese tiempo de silencio y resignación, dentro, o de ese tiempo de tristeza y de extrañamiento para los exiliados, fuera. Pero no me atrevo a citar solamente una.Porque la realidad, una vez más, supera a la ficción.

JMBA


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