Revista Educación

8 de marzo, golpe certero sobre la mesa

Por Siempreenmedio @Siempreblog
8 de marzo, golpe certero sobre la mesa

Llega un nuevo 8 de marzo que, de entrada, no será igual al de años atrás. Intuyo que este jueves será mucho más que la repetida fecha en que se celebren plausibles concentraciones reivindicativas en muchas ciudades españolas o en la que los medios de comunicación nos refresquen en reportajes e informaciones la aún escandalosa desigualdad entre hombres y mujeres en múltiples facetas de la vida.

Este 8 de marzo va un paso más allá, se me antoja un golpe certero sobre la mesa, con una convocatoria de paro que, como mínimo, se plantea de corte laboral, pero que pretende ser también una huelga de todas aquellas labores y funciones que las mujeres realizamos casi a diario, además de nuestro trabajo remunerado, las que por suerte lo tenemos. Es una huelga de acción global, de trabajadoras, madres-quita-mocos, cuidadoras, educadoras, limpiadoras, taxistas sin taxímetro y sin carrera, gerentes-coordinadoras de cada hogar, psicólogas, consejeras, memorias externas, secretarias de agendas propias y ajenas y todo aquello que quieran sumar al carro, pagado o no, que representa el día a día.

Quienes tenemos la suerte de repartir tremendo curro diario con nuestra pareja, tenemos una carga menos pesada, pero la cosa no queda ahí, en el ámbito doméstico. Brecha salarial, techo de cristal, acoso sexual, inseguridad laboral o simple precariedad. Son estas algunas de las denuncias públicas que sostienen las reivindicaciones de esta convocatoria feminista (sí, feminista, que no pasa nada por decirlo, porque ser feminista es desear la igualdad, no machacar al género opuesto, aunque luego haya feministas y feministas en diferentes grados de radicalidad) y con la que, sorprendentemente, las centrales sindicales mayoritarias han mostrado una insultante tibieza, circunscribiendo los paros a dos horas por la mañana. Claro, pensarán mayoritariamente los hombres que lideran estas organizaciones, es una reinvindicación justa, pero con ella no sumamos adeptos, así que venga, la apoyamos un poco, para no quedar mal. Qué pena, qué oportunidad de oro perdida.

Pero no quiero caer en la crítica sindical. No juzgo tampoco la decisión personal e intransferible de no secundar este paro por las razones que tenga cada una. Yo, por mi parte, solo tengo las mías, razones que me dicen que si bien esta carrera es de fondo y aún no se divisa la meta, el camino recorrido se muestra firme, pero aún insuficiente para que mis hijas vivan en una sociedad más igualitaria. Y hacen falta más golpes certeros sobre la mesa.

Como periodista, me anima mucho saber que en causas comunes como esta no hay directrices de empresas, rivalidades ni distancias que separen un interés colectivo. #Lasperiodistasparamos se ha convertido en pocos días en la ilusionante suma de apoyos ajenos a intereses políticos, sindicales o empresariales. Y eso hoy, expertos individualistas que somos, es un gran aliciente.

Yo, por mi parte, paro, convencida, firme, leída, sin modas y deseosa de que muchos hombres feministas entiendan que esta protesta también va con ellos.


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