Revista Opinión

A ciegas

Publicado el 28 octubre 2019 por Jcromero

Rasgos adictivos del fanático: verdades absolutas, principios inamovibles, dogmas de obligado cumplimiento, exhibición de símbolos; alergia a la discrepancia y a la opinión contraria. Ante la proliferación de intransigentes: sentido común, algo de escepticismo, romper amarres mentales, cuestionar todo y a todos, rechazar consignas, repudiar el relato de los propagandistas; ser tan coherente como infiel a uno mismo.

El ciudadano no abducido por algún fanatismo, ya sea ideológico, religioso o patriótico, está obligado a resistir los embates de la manipulación política y mediática. Si la democracia es la puesta en valor de la palabra como arma para hacer frente a los conflictos, no parece coherente recurrir al mutismo o a la violencia para defenderla: la democracia, como la libertad, no se defiende a palos. Entre quienes hablan el idioma universal del interés común es indispensable la palabra, la apuesta por el diálogo. En cualquier caso, una pregunta en busca de respuesta: ¿Qué hacer con quienes desean imponer sus objetivos recurriendo a procedimientos antidemocráticos?

Escribo esto a propósito de lo que acontece en Cataluña. Hacía tiempo que no escribía una línea sobre Catalunya, sobre el derecho que tienen los pueblos a decidir su futuro. Saturado por tanta desinformación, no me apetecía, no me apetece. Resulta que entre tanto iluminado estoy a ciegas; incapaz de compaginar tolerancia, respeto y razón. Tengo la impresión que las aspiraciones de buena parte de los catalanes han derivado en algo chusco, desagradable e incomprensible. No termino de comprender cómo parte de la izquierda se ha hecho cómplice de ese independentismo burgués salpicado por la corrupción y por los recortes sociales.

Escribo, como tantas otras veces, que detesto la exhibición provocadora de banderas y la ostentación bravucona de símbolos. Dicen que el patriota es el que ama a su país; para algunos sólo es patriota el abanderado. En todo caso; por delante de cualquier nación, sus ciudadanos. Podría estar orgulloso de este país si las diferencias se solventaran con la palabra, si estuviera empeñado en hacer independientes, solidarios y libres a sus ciudadanos. ¿Es el caso?

En estos días de banderas, no conozco mejor patriotismo que la defensa de los derechos humanos, de la justicia social y de la palabra para el entendimiento. Es cierto que la palabra también es la herramienta que usan los manipuladores, los fanáticos. Los demagogos, ya sean políticos, opinadores o predicadores, conocen el poder de la palabra y por ello la pervierten y manipulan con el objetivo de seducir a los ingenuos. La palabra es un arma poderosa: contra los proyectiles se puede usar equipamiento defensivo, contra la palabra, en boca de los embaucadores, solo cabe formarse para reflexionar sobre lo que acontece, para cuestionar desde lo trascendente a lo obvio.

En estos días de manifestaciones reivindicativas y violencias inaceptables, de bandera, mamporro y adoquín, el lenguaje está siendo tan tóxico como el humo que sale de los contenedores incendiados. A kilómetros geográficos y mentales de los hechos, la desobediencia civil defendida por grupos violentos no debiera imponerse a la revolución de la palabra y del diálogo.

De las imágenes que he visto, me quedo con los selfies junto a cualquier contenedor en llamas como metáfora de estos tiempos, como el retrato de unos personajes que sustituyen el compromiso por un exhibicionismo supuestamente heroico, es decir, por la nada.

La democracia se difumina cuando no responde a las expectativas de los ciudadanos, cuando no da respuesta a sus demandas y cuando éstos dejan de confiar en sus instituciones. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Tengo la impresión que ha faltado diálogo y realismo, que la judicialización de la política ha sido y será un error, que por delante de las necesidades de la ciudadanía se ha puesto eso de la identidad nacional, la unidad territorial y los intereses partidarios. En fin, que entre tanto iluminado algunos nos perdemos con tanta oscuridad.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas