Revista Regiones del Mundo

A dedo

Por Lagunamov @Lagunamoc
Cuando pienses que algo no funcionará por ser improbable, recuerda que lo improbable es que una ballena sea repentinamente llamada a la existencia en la atmósfera de un planeta extraterrestre donde la gravedad la hará caer al suelo antes de que pueda terminar de autoexplorarse. Eso es improbable, ¿ganarte la lotería ya no se escucha tan extremo, o sí?
Guía del autoestopista Galáctico
Creo que en lo que llevo de viaje nunca me he sentido tan inseguro como cuando me puse a hacer dedo en la entrada de Ushuaia. El taxista me dejó cerca del control policial (aquí para salir de las ciudades necesitas que los policías te den un visto bueno),me acerqué al puesto y los agentes me pidieron la documentación. Les enseñé el pasaporte y me dijeron que podía pasar, así que avancé unos diez metros y me puse a un lado de la carretera.
Delante mío solamente había oscuridad, no había nada, parecía que estaba a punto de entrar en la mismísima nada, y, detrás, tenía Ushuaia con 0 tráfico en ese momento. Eran las 5 am, estaba todo oscuro y hacia un frío del carajo.
¿Dónde me había metido?
A dedo
Menos mal que a la media hora empezaron a pasar algunos coches, si no hubiese vuelto al hostal. Me puse a hacer dedo. 
Casi todos eran vehículos familiares, no había rastro de camioneros ni de transportistas, parecía que ese día todos los amigos de la carretera se habían quedado en casa durmiendo. Ana me había dicho que era fácil hacer dedo en este país pero parecía lo contrario.
Ningún coche de los que pasaba paraba ni me miraba. Para ellos era como si no existiese, cada vez que uno se acercaba al lado mío y no me hacía ningún gesto me sentía como un hombre con un tenedor en una tierra de sopas (en honor al libro). Me estaba empezando a desesperar.
Entonces, hubo suerte. Llevaba como cerca de una hora pasando un frío de mil demonios cuando un vehículo con banderas argentinas paró. Me acerqué a la ventanilla y esta bajó. De repente, un chihuahua sacó la cabeza del coche y me empezó a mirar. Le acaricié y vi que estaba encima de una mujer de unos 50 años de edad. Miré al conductor:
-Hola, hacía donde vais?
-Hacía Tolhuin, sube que te estarás helando.- Me dijo un simpático señor de la misma edad que la mujer.
Mi objetivo en ese momento era Puerto Madryn (1800 km al norte) porque me esperaba un chico de helpx,  pero sabia que era casi imposible que alguien fuese directo hacia allá, así que cualquier transporte que fuese al norte me servía. Parecían tener buenas intenciones , por eso, accedí.
Me contaron que eran de Ushuaia pero que iban siempre que podían a una casita que tenian en Tolhuin, él era policía y ella ama de casa. Tras unos 5 minutos en los que estuvimos conversando sobre lo peligrosa que era la carretera en esa época del año (por el hielo), me desvelaron el motivo de su hospitalidad. Sus hijas eran mochileras y siempre han podido viajar de esta manera gracias a la ayuda de la gente que las recoge. Así que siempre que pueden intentan devolver el favor llevando a los viajeros que se encuentran haciendo dedo.
También me explicaron que necesitaria mucha suerte ese día para encontrarme a camioneros, era feriado (festivo) y que casi nadie iría hacia el norte. La verdad es que las dos horas que estuve en ese coche se me pasaron volando, estuvimos hablando de todo y me dieron muchos consejos sobre la vida en argentina.
A dedo
Al llegar al destino se despidieron de mí deseándome mucha suerte y me llevaron hasta una gasolinera. No había ningún camión y el camino al norte seguía tan oscuro como en Ushuaia. Pero no tenía otra opción mejor, así que me puse en un lado esperando a que pasara algún coche.
Al cabo de unos 10 minutos, unas luces me deslumbraron parando al lado mio. Era el matrimonio de antes, la mujer había pasado por la panadería y me había comprado unas chocolatinas y un café para aguantar el frío. ¡Qué bien iría el mundo si todas las personas fuésemos así! Acepté con un descomunal agradecimiento y se marcharon.
Pasaron los minutos y las horas, incluso amaneció, pero por allí no pasaba ni Dios. Me puse a andar hacia delante para mover un poco los pies y entrar (dentro de lo que cabe) en calor. Caminé unos 30 metros y me encontré con otro control policial.
Mientras me iba acercando los policías no paraban de mirarme, supongo que estaban sorprendidos de ver a un mochilero en pleno invierno por esas tierras. Pensé que a lo mejor me paraban y me multaban (prejuicios), pero cuando estuve a 2 metros, se acercaron corriendo y me preguntaron hacia donde iba.
-A Puerto Madryn.- Respondí.
-Eso es imposible, como mucho podrás llegar hasta Río Grande hoy, es feriado y juega argentina. Tranquilo, que si pasa un coche lo pararemos y le diremos que te lleve.
No pasó mucho tiempo hasta que llegó el primer coche, era un vehículo familiar que arrastraba un remolque. Los policias lo pararon y le explicaron mi situación. Hubo suerte, me indicaron que podia montarme y fui corriendo con la mochila. En él iban un padre y un hijo.
Me explicaron que llevaban mercancía a Río Grande desde Ushuaia y que no recogen nunca a nadie, que si el policía no les hubiese parado yo seguiría haciendo dedo. Al principio se mostraron muy reacios, pero con el devenir de los minutos se abrieron y me estuvieron explicando muchas cosas sobre el país.
El chico había suspendido una asignatura relacionada con la filosofía en la escuela y el padre no paraba de bromear sobre que yo podría ayudarle vía email (cosa que hubiese hecho encantado). En seguida me hicieron sentir como si estuviese entre amigos, las bromas no paraban de fluir dentro de ese auto.
A mí me gusta mucho la comida, así que ese tema de conversación tenia que salir tarde o temprano...y lo hizo. Según el conductor, uno no podia irse de la Patagonia sin probar el cordero patagónico, insistió mucho sobre la exquisitez del plato.
Cuando pasamos a hablar de los postres salieron a relucir las pastas estrellas de la nación: los alfajores y el dulce de leche. Les dijen que mi prima argentina me los había recomendado pero que todavía no los había probado. Al escuchar esto, el hombre abrió un cajón y me regaló un alfajor de dulce de leche (combo, 2 x 1).
A dedo
No sé si alguno de vosotros habrá ido a la Patagonia, pero si no lo habéis hecho os aviso de que el paisaje entre destino y destino es aburrisimo. Es siempre igual, una especie de desierto seco con pastos marrones, al principio llama la atención pero luego cansa. Menos mal que a las 2-3 horas llegamos a Río Grande, si no me suicido.
A dedo
En esta ciudad sufrí algo muy duro. Los que me llevaban me habían dicho que eran transportistas y yo, siendo de España, me imaginaba que llevaban mercancía nueva. Pero, al llegar al destino, se me cayeron los huevos al suelo cuando vi que hacían un viaje tan largo para llevar una cama destrozada y un armario sin puertas. Todo a cambio de 70 pesos (~ 6 euros).
Nada más ver lo que llevaban, me ofrecí sin vacilar ni un segundo a ayudarles a dejar las cosas en su sitio. Era lo menos que podía hacer por haberme llevado y por haberme dado comida. Mucha gente dice que los pobres son los que mejor te reciben y, en este caso, les doy totalmente la razón. Ese padre y ese hijo me habían hecho sentir entre amigos cuando, seguramente, la comida que me dieron les hacia más falta que a mí y esto es muy loable.
El valor de una persona no se demuestra en los momentos buenos y fáciles. Si eres rico es muy fácil hacer regalos o invitar a comer, pero cuando te tienes que prohibir de algo para que otro esté bien, es ahí donde entra la calidad del interior de cada persona y, nuestras actuaciones en esos momentos, son las que nos definen.
Además, al acabar la faena, insistieron en invitarme a comer un plato típico que se come aquí durante el día de la independencia (no recuerdo su nombre) pero me negué, no podía abusar más de ellos. Me dejaron en la carretera hacia río gallegos y se volvieron para Ushuaia.
A dedo
Este tipo de situaciones te hace reflexionar sobre lo injusto que es a veces el sistema. Esta gente se desploma a cambio de casi nada y, luego, hay otros que haciendo un 1% ganando barbaridades y, lo peor de todo, son unos cabrones.
Ya en Río Grande me dispuse a seguir con el viaje pero, si en Tolhuin pasaba poca gente...aquí pasaba menos. Con el sol en mis espaldas y con un dedo en la carretera, decidí buscar un hostal y pasar allá la noche. En Argentina si es feriado y juega la selección, no sale de casa ni el camionero más trabajador.
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