Revista Comunicación

A la caza de Pablo Iglesias

Publicado el 05 octubre 2014 por Elchesemueve Alberto Díaz Calatayud @Elchesemueve
A la caza de Pablo Iglesias

Esta noche se ha celebrado un interesante debate en La Sexta, en la que lo más jugoso ha corrido a cuenta Pablo Iglesias y Eduardo Inda, con una tensión en el ambiente que se podía cortar con un cuchillo. Resulta llamativo cómo los periodistas de este país, otrora y ahora serviles y sumisos con los partidos de La Casta, no dejan pasar oportunidad alguna para lanzarse a la vena yugular de Pablo Iglesias y su partido. Parece que ellos también sienten un escalofrío por su espalda cuando ven que las encuestas colocan a Podemos en órbita y se les acaba el chollo de subvenciones y apoyos por parte del poder establecido.

Y no es algo que haya podido comprobar solo con el debate de la noche del día 4 de octubre, no. Horas después he realizado un recorrido por los medios digitales de los más conocidos periódicos y, vaya, creo que más de uno está ya tomando ansióliticos y dejando los vicios caros, por lo que pueda venir. El uso de infinidad de epítetos para intentar desprestigiar la figura de Pablo Iglesias y Podemos es, cuando menos, cómico. He llegado a leer que Podemos es el Partido de la Ira, en referencia a que se trata solamente de un grupo político que aglutina el cabreo generalizado de los ciudadanos de este país. En parte tienen razón, pero no estamos cabreados, no, es lo siguiente. Sin embargo es una visión muy, muy limitada de la trascendencia de Podemos y su irrupción en el mapa político de España.

Que este país está hasta las narices de sus políticos es bien sabido. Que estamos hartos de crisis, bancos, corrupción, mentiras y demás términos relacionados con La Casta, también, pero Podemos no aglutina solo a ciudadanos indignados. Podemos ha cambiado radicalmente el discurso decimonónico de los partidos tradicionales y les ha ganado por la mano. Zapatero tuvo cuatro años para solventar o mitigar los efectos de la crisis. Hizo todo lo contrario. Rajoy lleva tres años y ha empeorado bastante las cosas, por no hablar de su cobardía para explicar a los españoles su forma de actuar, totalmente contraria a lo que pregonaba en la oposición. Todas y cada una de las medidas llevadas a cabo para afrontar los problemas tenían un único chivo expiatorio: los ciudadanos más débiles y la clase media de España, que por otra parte ya no existe.

Ante el sufrimiento de las personas han mostrado poca empatía, nula comprensión y mucho desprecio. Asuntos como el último escándalo relacionado con Caja Madrid no hace otra cosa que ahondar mucho más en la distancia sideral que hay entre La Casta y los ciudadanos. Para rizar el rizo, el aparato propagandístico del bipartidismo -es decir, la mayoría de medios de comunicación- achaca el fenómeno Podemos a otros de similares características en países que luego han sufrido mucho, como la Unión Soviética en su momento y que responde más a un hecho coyuntural que a la realidad misma. Es una manera de llamarnos inmaduros y fácilmente manipulables, pero la diferencia radica en que en esos países que aluden hubo violencia y auténtica revolución en todos los sentidos. En España queremos cambiar las cosas desde el voto y los mecanismos democráticos, tal y como nos decían cuando empezamos a salir a la calle con motivo del Movimiento 15M, pero entonces ellos no intuían de ninguna forma que aquello fuera a convertirse en lo que hoy es. Mala suerte. Recuerdo perfectamente a todos esos tertulianos, con una sonrisa de superioridad en el rostro cómo nos instaban a hacer las cosas bien, que estábamos en un sistema parlamentario y que el voto de los ciudadanos era el que decidía.

Pues no, no es suficiente para ellos. Como se les va de las manos recurren a todos los mecanismos posibles -éticos o no- para echar por tierra a Pablo Iglesias y a Podemos. Adjetivos como telepredicador, coletas, bolivariano o izquierda radical han sustituido a los que nos dedicaban hace casi 4 años, como perroflautas. Seguro que más de uno se acuerda. Ahora intentan ser más sutiles, no tan directos como antaño, aprovechando que éramos gente normal que salía a la calle y acampaba en las plazas. Lo están intentando vinculando a Podemos con ETA y con dictaduras de todo tipo y condición. Por no hablar de las críticas a Pablo Iglesias por utilizar el mecanismo de donaciones online para sufragar su demanda contra Eduardo Inda. Por lo menos los ciudadanos pagamos voluntariamente, ya que los partidos tradicionales ya aprueban sus propias leyes para financiarse más que bien con dinero público. Vamos, que no nos piden permiso para ello.

Y esto no ha hecho más que empezar. La campaña de desprestigio hasta las elecciones municipales y autonómicas promete ser histórica. Ya no hablamos de las Generales, porque si ahora están nerviosos y Podemos -según las encuestas- sería la tercera fuerza política, muy alejada aún del PP, no imagino qué pasará si estas detectan una victoria del partido de Pablo Iglesias. Puede arder Troya. Preparémonos, pues, a presenciar toda una retahíla de malas artes por parte de los aparatos del Estado. Y no solo de España, veremos qué dicen por Europa. No porque les importe este país, pero el efecto contagio no será bien recibido.


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