Revista Espiritualidad

'A los pies del Maestro' de Krishnamurti

Por Ana

Krishnamurti escribió este librito cuando solo tenía 15 años.
A LOS PIES DEL MAESTRO - KRISHNAMURTI
A LOS PIES DEL MAESTRO
Por Krishnamurti
Digitalizado por Biblioteca Upasika 2003
www.upasika.tk
A LOS QUE LLAMAN
Conducidme desde lo ilusorio a lo Real.
Conducidme de las tinieblas a la Luz.
Conducidme de la muerte a la Inmortalidad.
PRÓLOGO

Estas palabras no son mías, son del Maestro que me enseñó. Sin él no hubiera podido hacer nada, pero con su ayuda he puesto los pies en el Sendero. Vosotros también deseáis penetrar en este Sendero; y así, las mismas palabras que él me dijo, os ayudarán si queréis obedecerlas. No basta decir que estas palabras son bellas y verdaderas; quien desee lograr éxito debe hacer exactamente lo que ellas entrañan. Mirar la comida y decir que es sabrosa no satisfaría a un hambriento: ha de comerla. Así pues, no basta escuchar al Maestro: debéis practicar lo que él aconseja,atendiendo a cada palabra y fijándoos en cada insinuación. Si no advertís una indicación, si no atendéis a una palabra, queda perdida para siempre, porque él no las repite.

En este Sendero se requieren cuatro cualidades: DISCERNIMIENTO, CARENCIA DE DESEOS, BUENA CONDUCTA, AMOR.

Trataré de explicaros lo que el Maestro me dijo acerca de cada una de ellas.

A LOS PIES DEL MAESTRO I

La primera cualidad es el DISCERNIMIENTO. Se denomina así, generalmente, a la facultad de distinguir entre lo real y lo ilusorio, y la cual guía a los hombres para entraren el Sendero. Pero también es mucho más que esto, y debe practicarse no tan sólo en los comienzos del Sendero, sino en cada una de sus etapas, diariamente, hasta el fin. Vosotros entráis en el Sendero porque habéis aprendido que tan sólo en él pueden encontrarse las cosas dignas de ser alcanzadas. Los que no saben esto trabajan para adquirir riqueza y poder, pero esto dura a lo más una vida tan sólo y, por lo tanto, no es real. Hay bienes mayores, reales y perdurables, cuando los hayáis alcanzado, ya no desearéis jamás aquellos otros.

En el mundo hay dos clases de seres: los sabios y los ignorantes. Esta sabiduría es la que nos interesa. La religión que un hombre profese, la raza a que pertenezca, importan poco; lo realmente importante es que los hombres conozcan el plan Divino. Porque el plan de Dios es la evolución. Una vez que el hombre realmente lo reconoce, no puede sino identificarse con sus designios y trabajar de acuerdo con él, porque es tan glorioso como bello. Así, conociéndolo, permanece al lado de Dios, firme para el bien y resistente contra el mal, trabajando para la evolución y no por egoísmo. Si está al lado de Dios, está unido a nosotros, y no importa lo mínimo que se llame hindú o buddhista, cristiano o mahometano, ni que sea indio o inglés, chino o ruso. Los que están al lado de Dios saben por qué están aquí y cuál es su misión, y procuran cumplirla; los demás no saben todavía lo que han de hacer, y así obran a menudo erróneamente e intentan trazarse vías que imaginan placenteras sin comprender que todos somos uno y que, por lo tanto, tan sólo lo que el Uno quiere puede ser verdaderamente agradable para todos. Ellos van en pos de lo irreal, en vez de lo real. Hasta que aprendan a distinguir entre los dos, no se colocarán al lado de Dios, y, para aprenderlo, discernimiento es el primer paso.Pero, aun después de efectuada la elección, debéis recordar que hay muchas variedades de lo real y lo irreal, y por lo tanto debemos discernir también entre lo justo y lo injusto, lo esencial y lo accesorio, lo útil y lo inútil, lo verdadero y lo falso, lo egoísta y lo altruista. Aquellos que, deseosos de seguir al Maestro, han resuelto servir a lo justo a toda costa, no hallan dificultad en la elección entre lo justo y lo injusto. Pero el cuerpo es distinto del hombre, y la voluntad del hombre no siempre coincide con el deseo del cuerpo. Cuando vuestro cuerpo desee algo, deteneos a pensar si vosotros realmente lo deseáis. Porque vosotros sois Dios, y queréis únicamente lo que Dios quiere; así, debéis buscar profundamente en vosotros mismos para hallar el Dios interno y escuchar Su voz, que es vuestra voz. No confundáis con vosotros mismos ni vuestro cuerpo físico, ni vuestro cuerpo astral, ni vuestro cuerpo mental, porque cada uno de ellos pretenderá ser el Yo, a fin de obtener lo que desea. Debéis conocerlos todos y reconoceros por su dueño. Cuando se ha de hacer un trabajo, el cuerpo físico quiere descansar, pasear, comer y beber; y el ignorante se dice a sí mismo: "Yo quiero hacer estas cosas y debohacerlas." Pero el sabio dice: "Lo que en mí desea no soy yo, y puede esperar." A menudo, cuando se presenta alguna oportunidad para ayudar a alguien, el cuerpo incita a pensar: "¡Qué molestia me causa esto! Dejemos que otro lo haga." Pero el hombre le replica a su cuerpo: "Tú no me estorbarás para practicar el bien."

El cuerpo es nuestro animal, el caballo en que cabalgamos. Por lo tanto, debéis tratarlo y cuidarlo bien; no debéis fatigarlo; debéis alimentarlo tan sólo con comidas y bebidas puras, y llevarlo escrupulosamente limpio de la más leve mancha. Porque sin un cuerpo perfectamente limpio y sano no podríais llevar a cabo el arduo trabajo de preparación,ni podríais soportar el esfuerzo incesante. Pero vosotros debéis gobernar constantemente al cuerpo, nunca el cuerpo a vosotros. El cuerpo astral tiene sus deseos a docenas; él os inclina a la cólera, a la injuria, a la envidia, a la avaricia, a codiciar los bienes ajenos, a sumiros en la depresión. El cuerpo astral quiere todas estas cosas y muchas más, no porque desee perjudicaros, sino porque le gustan las vibraciones intensas, así como el cambio constante de ellas. Mas vosotros no necesitáis estas cosas, y por esto debéis saber distinguir entre vuestros deseos y los de vuestro cuerpo. Nuestro cuerpo mental desea pensar orgullosamente que es algo separado de lo demás; pensar dándose mucho valor a sí mismo y poco a los otros. Aun cuando lo hayáis apartado de las cosas mundanas, persiste en especular sobre sí mismo, en incitaros a pensar en vuestros propios progresos, en vez de pensar en la labor de los Maestros y en ayudar a los demás. Cuando meditéis, tratará de haceros pensar en las diferentes cosas que él desea, en vez de pensar en lo que vosotros queréis. Vosotros no sois esta mente, sino que ella está a vuestro servicio, y así también en este caso es necesario el discernimiento. Debéis vigilar constantemente, so pena de fracaso.

El Ocultismo no tiene compromiso entre lo justo y lo injusto. Debéis hacer a toda costalo justo; debéis dejar de hacer lo injusto, sin importaros lo que el ignorante piense o diga. Debéis estudiar profundamente las leyes ocultas de la Naturaleza, y cuando las conozcáis, ordenad vuestra vida de acuerdo con ella, empleando siempre la razón y el sentido común. Debéis saber distinguir lo importante de lo secundario. Firmes como una roca cuandode lo justo y de lo injusto se trate, dad siempre la razón a los demás en cosas de poca importancia. Porque debéis ser siempre amables y cariñosos, razonables y condescendientes; habéis de conceder siempre a los demás la misma libertad que necesitáis para vosotros mismos. Tratad de ver lo que es más meritorio que hagáis, y recordad que no debéis juzgar las cosas por su aparente grandeza. Es mucho más meritorio hacer una cosa mínima pero útil a la labor del Maestro, que otra de mayor apariencia de las que el mundo llama buenas. Debéis distinguir no tan sólo entre lo útil y lo inútil, sino entre lo más útil y lo menos útil. Alimentar a un pobre es bueno, útil y noble; pero alimentar su alma es todavía más noble y más útil que alimentar su cuerpo. Cualquier rico puede alimentar el cuerpo de un necesitado, pero tan sólo los sabios pueden alimentar su alma. Si sois sabios, vuestro deber es ayudar a otros en el logro de la sabiduría. No obstante, por sabios que seáis, tenéis mucho que aprender en este Sendero, y por esto también en él es preciso el discernimiento. Debéis pensar cuidadosamente lo quees mejor que aprendáis.

Todo conocimiento es útil, y llegará un día en que lo alcancéis; pero mientras tan sólo poseáis una parte, cuidad de que ésa sea la más útil. Dios es tanto Sabiduría como Amor, y cuanta más sabiduría alcancéis, mejor podréis manifestar a Dios. Estudiad, pues; mas, en primer lugar, estudiad lo que os ayude a ayudar a los otros. Estudiad pacientemente, no porque los hombres os llamen sabios,ni aun por tener la dicha de serlo, sino porque tan sólo el sabio puede ayudar sabiamente. Por mucho que deseéis ayudar, si sois ignorantes, podréis hacer más mal que bien. Debéis saber distinguir lo falso de lo verdadero; debéis aprender a ser verídicos en todas las circunstancias, en pensamiento, en palabra y en obra. Primero en pensamiento; y esto no es fácil, porque en el mundo hay muchos pensamientos falsos, muchas supersticiones tontas, y nadie que esté esclavizado por ellas puede progresar. así pues, no debéis sostener una idea precisamente porque otros la sostienen, ni porque se haya creído en ella durante siglos, ni porque esté escrita en algún libro que los hombres tengan por sagrado. Debéis pensar acerca de aquel asunto por vosotros mismos, y juzgar si es razonable. Recordad que la opiniónde un millar de hombres acerca de algún asunto que desconozcan no tiene ningún valor. Los que piensan hollar el Sendero deben aprender a pensar por sí mismos,porque la superstición es uno de los mayores males del mundo, una de las ligaduras deque totalmente debéis desembarazaros.En lo tocante a los demás, vuestros pensamientos deben ser verídicos; no debéispensar acerca de nadie lo que no sepáis. No supongáis que los demás están siemprepensando en vosotros.Si un hombre hace algo que parezca perjudicaros, o dice algo que creáis que se refierea vosotros, no penséis entonces: "Quiere ofenderme." Probablemente ni siquierapiensa en vosotros, porque cada alma tiene sus propias tribulaciones y pensamientos,que flotan principalmente alrededor de ella. Si un hombre os habla colérico, no penséis:"Me odia, trata de herirme." Quizá otra persona o alguna otra cosa lo han contrariado, yporque tropieza eventualmente con vosotros, descarga su cólera en vosotros. Él obraimprudentemente, porque toda clase de cólera es prueba de insensatez; pero vosotrosno os debéis formar de él un juicio equivocado.Cuando seáis discípulos del Maestro, podréis poner siempre a tono la pureza devuestros pensamientos comparándolos con los Suyos. Porque el discípulo es uno consu Maestro, y debe procurar fundir su pensamiento con el Suyo y ver si coinciden. Si noestán a tono, su pensamiento no es recto, y debe variarlo inmediatamente, porque lospensamientos del Maestro son perfectos, puesto que Él lo sabe todo. Los que todavíano han sido aceptados por Él, no pueden hacerlo del todo; pero pueden ayudarsemucho deteniéndose a pensar a menudo: "¿Qué pensaría el Maestro en estascircunstancias?" "¿Qué haría o qué diría el Maestro acerca de esto?" Porque no debéisnunca hacer, decir o pensar lo que no podáis imaginar al Maestro haciéndolo,diciéndolo o pensándolo.Aun al relatar habéis de ser verídicos, exactos y sin exageración.Nunca atribuyáis intenciones a otro; tan sólo su Maestro conoce sus pensamientos, y élpuede estar obrando por razones de que no tenéis idea. Si oís que dicen algo en contrade alguna persona, no lo repitáis; podría no ser verdad, y aun cuando lo fuese, escaritativo callar. Pensad bien antes de hablar, no sea que incurráis en inexactitudes.Sed verídicos en la acción; jamás pretendáis ser otro del que sois, porque todapretensión sirve de impedimento a la pura luz de verdad que debe brillar a través devosotros como la luz del sol brilla a través de un diáfano cristal.Debéis distinguir entre el egoísmo y el desinterés; porque el egoísmo se presenta bajomuchas formas, y cuando creáis que al fin lo habéis destruido en algunos de susaspectos, surge en otro tan fuerte como siempre. Pero gradualmente os irá animandotan por completo el pensamiento de ayudar a los demás, que no habrá lugar ni tiempopara pensar en vosotros mismos.También debéis distinguir en otro sentido. Aprended a reconocer a Dios en todos losseres y en todas las cosas, prescindiendo del mal que puedan presentar en lasuperficie. Podéis ayudar a vuestros hermanos por medio de lo que tenéis de comúncon ellos, esto es, la Vida Divina. Aprended a despertarla y a vivificarla en ellos, así lossalvaréis de lo falso.IIHay muchos individuos para quienes la cualidad "CARENCIA DE DESEOS" esverdaderamente difícil, porque sienten que sus deseos son ellos mismos, y que sidesechan sus deseos peculiares, sus gustos y disgustos, dejará de existir su yo. Peroesto les sucede tan sólo a quienes no han visto al Maestro. A la luz de su SantaPresencia se extinguen todos los deseos, menos el de igualarse a Él. Sin embargo,antes que gocéis, de la felicidad de encontraros frente a frente con Él, podréis alcanzar,si queréis, la "Carencia de deseos".El Discernimiento os ha mostrado ya que las cosas que los hombres más desean,como la riqueza y el poder, no tienen valor alguno. Cuando esto no se dice tan sólo,sino que se siente en verdad, cesa todo deseo de ellos.Así pues, todo eso es sencillo; sólo se requiere que lo comprendáis. Pero hay algunosque cesan de perseguir los bienes terrenales, con el fin de ganar el cielo o alcanzar laliberación personal del renacimiento; no debéis caer en este error. Si habéis olvidado alyo, no podéis pensar en la hora en que este yo sea libre o qué clase de cielo tendrá.Recordad que todo deseo egoísta ata, por elevado que sea su objeto, y en tanto no oshayáis librado de él no estaréis enteramente preparados para dedicaros a la labor delMaestro.Cuando desaparezcan todos los deseos que se refieren al yo, todavía puede existir eldeseo de ver los resultados de vuestra obra. Si ayudáis a alguien, querréis ver encuánto lo habéis ayudado; aun tal vez queréis que aquel a quien habéis ayudado,también lo vea y os lo agradezca. Esto es t odavía deseo, y, además, falta de confianza.Cuando hacéis todo el esfuerzo que podéis para ayudar, debe dar un resultado, tanto sipodéis verlo como si no; si reconocéis la manera de obrar de la Ley, sabéis que esto esasí. Por esto debéis obrar rectamente por amor a lo recto, no con esperanza derecompensa; debéis trabajar por amor al trabajo, no por la esperanza de ver elresultado; debéis entregaros al servicio del mundo, porque lo amáis y no podéis dejarde entregaros a él.No deseéis poderes psíquicos ; ya vendrán cuando el Maestro comprenda que debéistenerlos. Además, es esforzarse en adquirirlos trae consigo, muy a menudo, granperturbación; frecuentemente, a su poseedor le descarrían los falaces espíritus de lanaturaleza, o se envanece y cree que él no puede caer en error; y el tiempo y elesfuerzo que emplea para alcanzar estos poderes podría emplearlos, de cualquier otromodo, en trabajar para los demás. Los poderes vendrán en el curso del desarrollo;deben venir; y si el Maestro ve que es útil que los tengáis antes, os enseñará adesarrollarlos sin peligro. Hasta entonces, estaréis mejor sin ellos.Además, debéis precaveros de ciertos pequeños deseos que son comunes en la vidadiaria. No deséis jamás brillar o parecer superior en ningún sentido; no habléis mucho.Es mejor hablar poco; es mejor todavía callar, hasta que estéis seguros de que lo quevais a decir es VERDADERO, BUENO y PUEDE AYUDAR A OTROS. Antes de hablar,pensad cuidadosamente si lo que vais a decir posee estas tres cualidades; si no es así,no lo digáis.Lo mejor es acostumbrarse desde el primer momento a pensar cuidadosamente antesde hablar, porque cuando alcancéis la Iniciación debéis fijaros en cada palabra, no seaque digáis lo que no debe decirse. Mucha habladuría vulgar es insensata y vana;cuando es chismosa, es maligna. Así, acostumbraos a escuchar, mejor que a hablar,no expongáis opiniones, a menos que os las pidan directamente. En resumen; lascualidades son: saber oír, querer y callar; y la última es la más ardua de todas .Otro común deseo que debéis reprimir severamente es el de inmiscuiros en los asuntosde los demás. Lo que otro haga o diga o crea, no es cosa vuestra, y debéis aprender adejarlo completamente solo. Él tiene perfecto derecho al pensamiento, palabra y acciónlibres, mientras no se meta con otro. Así como vosotros reclamáis la libertad de hacerlo más conveniente, debéis concederle la misma libertad, y cuando la usufructúa notenéis ningún derecho a ocuparos de él.Si pensáis que obra equivocadamente, y podéis hallar oportunidad de decirleprivadamente y con la mayor delicadeza vuestra opinión, es posible que lo convenzáis;pero hay muchos casos en que, aun de esta manera, la intervención sería impropia.Nunca debéis hablar a una tercera persona acerca del asunto, porque ésta es unaacción muy baja.Si veis un caso de crueldad contra un niño o un animal, vuestro deber es defenderlos.Si estáis encargado de instruir a otra persona, es vuestro deber reprenderafectuosamente sus faltas. Excepto en semejantes cas os, ocupaos de vuestros propiosasuntos y ejercitad la virtud del silencio.IIILas seis reglas de conducta que particularmente se requieren, las da el Maestro eneste orden:1ª Dominio de la mente.2ª Dominio de la acción.3ª Tolerancia.4ª Alegría.5ª Aspiración única.6ª Confianza.Sé que algunas de estas cualidades se han denominado diferentemente, pero yo hagouso de los nombres que el Maestro mismo les daba al explicármelas.1ª dominio de la mente. — La cualidad "Carencia de deseos" nos demuestra quedebemos dominar el cuerpo astral; esta otra significa lo mismo con relación al cuerpomental. Ello implica dominio del temperamento, de suerte que no podáis sentir cólera oimpaciencia; dominio de la mente, de modo que podáis sosegar y tranquilizar elpensamiento y, por medio de la mente, dominio del sistema nervioso, a fin de que seexcite lo menos posible.Esto último es difícil, porque cuando os preparáis para entrar en el Sendero, no podéisevitar que vuestro cuerpo se haga más sensitivo, y así los nervios son perturbados porcualquier choque o sonido, y sienten agudamente cualquier presión; mas debéis hacerlo posible por evitarlo.Mente tranquila significa también valor para arrastrar sin temor las pruebas ydificultades del Sendero; significa además firmeza para considerar serenamente cuantoos acontezca en la vida cotidiana, y evitar el incesante tedio e inquietud que dimanende ciertos pormenores de la vida, en los que muchos malgastan la mayor parte deltiempo. El Maestro enseña que a un hombre no le debe importar lo más mínimo cuantoprovenga del exterior: tristezas, disgustos, enfermedades, pérdidas; todo esto nadadebe significar para él, ni ha de permitir que perturbe la calma de su mente. Estascosas son resultado de pasadas acciones, y cuando sobrevengan, debéis soportarlascon calma, recordando que todo mal es transitorio, y que vuestro deber es permanecersiempre contentos y serenos. Aquello pertenece a vuestras vidas anteriores, no a ésta;no podéis alterarlo, y, así es inútil preocuparos por ello. Pensad, mejor, lo que hacéisahora, lo cual determinará los acontecimientos de vuestra próxima vida, pues estopodéis modificarlo.No cedáis jamás a la tristeza ni a la depresión.La depresión es un mal, porque contamina a otros y torna sus vidas más penosas, a locual no tenéis derecho alguno. Por esta razón, si alguna vez os acometen, desechadlaspara siempre.Aun en otro sentido debéis dominar vuestro pensamiento; no le permitáis errar a laventura. Fijad la atención en lo que estéis haciendo, sea lo que fuere, para que lohagáis con toda la perfección posible; no acostumbréis vuestra mente a la vagancia;antes bien conservad buenos pensamientos siempre en su fondo, dispuestos a surgiren el momento en que ella esté libre.Emplead todos los días el poder de vuestro pensamiento en buenos propósitos;convertíos en un poder que trabaje de acuerdo con la evolución. Pensad cada día enalguno de quien sepáis que está triste, que sufre o que necesita ayuda, y enviadlepensamientos de amor.Apartad vuestra mente del orgullo, porque el orgullo es hijo de la ignorancia. Elignorante cree ser grande, cree que ha hecho esta o aquella gran cosa; el sabio sabeque tan sólo Dios es grande y que sólo Él es el hacedor de todas las cosas buenas yperfectas.2a dominio de la acción. — Si vuestra mente es tal como debe ser, se perturbará muypoco con vuestra acción. Recordad que para ayudar a la Humanidad, el pensamientodebe convertirse en acción.En esta labor no caben tibiezas, sino una constante actividad. Pero debéis cumplirvuestro propio deber, no el de los demás, a no ser con su permiso y con el fin deayudarlos. Dejad que cada cual cumpla su propio deber, a su modo peculiar; estadsiempre dispuestos a ofrecer vuestro apoyo cuando sea necesario, pero nunca osentrometáis. Porque, para algunas personas, la cosa más difícil del mundo es aprendera cumplir sus propios deberes, y precisamente esto es lo que vosotros debéis hacer.Aunque tratéis de realizar una labor más elevada, no por ello debéis olvidar vuestrosdeberes ordinarios, pues hasta que éstos no queden satisfechos, no estaréis enlibertad para prestar otros servicios. No os comprometáis a nuevos deberes mundanos;mas debéis cumplir perfectamente aquellos de que estéis encargados, esto es, todosaquellos deberes que reconozcáis como evidentes y razonables, no deberesimaginarios que otros traten de imponeros. Si queréis servirles a Ellos, debéis cumplirvuestros deberes ordinarios mejor y no peor que los demás; porque haciendo estotambién Les servís.3ª tolerancia.—Debéis sentir perfecta tolerancia hacia todos y un sincero interés porlas creencias de los que profesan otras religiones, tanto como por la que profesáis.Porque la religión de los otros es un sendero que conduce a lo más elevado, lo mismoque la vuestra. Para ayudar a todos, debéis comprenderlos.Mas, para alcanzar esta perfecta tolerancia, debéis libraros antes del fanatismo y de lasuperstición. Debéis saber que no hay ceremonias necesarias; de otro modo esconsideraríais algo mejores que los que no las practican. Sin embargo, no debéisvituperar a los que aun las necesitan. Dejadles hacer su voluntad; pero ellos no debenmeterse con vosotros, que sabéis la verdad, ni deben tratar de imponeros aquello quehabéis trascendido. Sed indulgentes y bondadosos en todo.Ahora que vuestros ojos están abiertos, quizás os parezcan absurdas algunas devuestras antiguas creencias y ceremonias; tal vez lo sean en realidad. Pero, aunque yano toméis parte en ellas, respetadlas por consideración a aquellas buen as almas paraquienes todavía tienen importancia. Ellas tienen su lugar y su utilidad, como la falsilla lesirve a un niño para escribir derecho, hasta que aprende a escribir mejor y con mayorigualdad sin ella. Hubo un tiempo en que las necesitasteis, pero ya pasó aquel tiempo.Un gran instructor dijo: "Cuando yo era niño, hablaba, comprendía y pensaba comoniño; pero ya hombre, di de lado las niñerías."Quien haya olvidado su infancia y perdido la simpatía por los niños no puedeenseñarles ni ayudarles. Así, sed bondadosos, amables, tolerantes con todos loshombres sin distinción, sean buddhistas o indos, jainas o judíos, cristianos omusulmanes.4ª alegría.—Debéis sobrellevar alegremente vuestro karma, cualquiera que sea,aceptando como un honor que el sufrimiento caiga sobre vosotros, porque estodemuestra que los Señores del Karma os consideran dignos de ayuda. Por muypenoso que resulte, agradeced que no sea peor. Recordad que podréis servir muypoco para la labor del Maestro, mientras vuestro mal karma no se extinga y quedéislibres. Al ofreceros a Él, habéis pedido que se acelerase vuestro karma, y así, en una odos vidas haréis lo que de otro modo hubierais debido hacer en cientos. Pero a fin deobtener el mejor resultado, debéis sobrellevarlo alegremente.Todavía hay otro aspecto. Debéis desechar toda idea de posesión. El Karma puedearrebataros las cosas que más queráis y hasta a las personas que más améis. Aunentonces debéis permanecer alegres, dispuestos a separaros de todo. A menudo elMaestro necesita verter Su fuerza sobre otros por medio de Su discípulo eincondicional servidor; y si éste cayese en la depresión no podría Él realizarlo. Así, laalegría debe ser vuestra norma.5ª aspiración única.—El objetivo que debéis tener a la vista es realizar la obra delMaestro. No debéis jamás olvidarla, cualesquiera que sean las ocupaciones que ossalgan al paso, y ninguna otra labor puede interponerse en vuestro camino, porquetoda la que sea fecunda y desinteresada es labor del Maestro, y debéis ejecutarla poramor a Él. Además, debéis poner toda vuestra atención en cada parte de la misma,para que la hagáis lo más perfecta posible. El mismo Instructor dijo también: "Sea loque fuere que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.Pensad cómo ejecutaríais una obra si supieseis que el Maestro ha de venir a verla; asídebéis realizar toda labor." Los más conscientes sabrán mejor lo que este versículosignifica. Y hay otro semejante y mucho más antiguo: "Esfuérzate tanto como puedasen cumplir cualquier cosa que se te presente."Aspiración única significa también que nada deberá jamás desviaros, ni siquiera por unmomento, del sendero en que habéis entrado. Ni tentaciones, ni placeres terrenales, nimundanos afectos deberán nunca apartaros de él. Porque vosotros mismos debéisidentificaros con el Sendero, el cual ha de formar parte de vuestra natulareza, de talmodo que lo sigáis sin necesidad de pensar en él ni en la posibilidad de abandonarlo.Vosotros, la Mónada, lo habéis decidido; desprenderos de él equivaldría adesprenderos de vosotros mismos.6ª confianza.—Debéis confiar en vuestro Maestro; debéis confiar en vosotros mismos.Si ya habéis visto al Maestro, confiaréis del todo en Él a través de vidas y muertes. Siaún no Lo habéis visto, debéis tratar de imaginároslo y confiar en Él, porque si no lohiciéreis, no podrá Él ayudaros. Sin completa confianza no puede establecerse laperfecta corriente de amor y de poder.Debéis tener confianza en vosotros mismos. ¿Decís que os conocéis bien a vosotrosmismos? Si tal creéis, no os conocéis; tan sólo conocéis la débil corteza externa quecon frecuencia cae en el cieno. Vosotros, vuestro Yo real, es una chispa del propioFuego Divino; y como Dios, que es omnipotente, está en vosotros, nada hay que nopodáis hacer si queréis. Decíos: "Lo que hizo un hombre, otro hombre puede hacerlo.Yo soy un ser humano, más aún, soy Dios en el hombre: puedo y quiero hacerlo."Porque vuestra voluntad debe ser cual acero templado, si queréis hallar el Sendero.IVEl Amor es la cualidad más importante, porque cuando es bastante fuerte en unhombre, lo estimula a revestirse de todas las demás, que sin ella nunca seríansuficientes. Suele definirse el amor como un intenso deseo de unión con Dios y deliberación de la rueda de nacimientos y muertes. Pero este concepto del amor suena aegoísta e implica sólo una parte de su significado. El amor es más que deseo; esvoluntad, resolución, determinación. Para producir este resultado, la resolución debellenar vuestra naturaleza entera, hasta el punto de no dejar lugar para ningún otrosentimiento. Es, sin duda, la voluntad de ser uno con Dios, no para escapar delsufrimiento y de la fatiga, sino a fin de que, en razón de vuestro amor profundo haciaÉl, podáis obrar con Él y como Él obra... Pues siendo Dios Amor, si queréis llegar a seruno con Él, debéis también estar poseídos de amor y perfecto altruismo.En la vida diaria, esto significa dos cosas: primera, que procuréis cuidadosamente nocausar daño a ningún ser viviente; segunda, que siempre estéis alerta por si sepresenta la oportunidad de ayudar.Primero, no dañar. Hay tres pecados que causan en el mundo mayores males quetodos los demás: maledicencia, crueldad y superstición, porque son pecados contra elamor. Si el hombre quiere henchir su corazón de amor divino, ha de vigilarlos ycombatirlos constantemente.Veamos los efectos de la maledicencia: Principia con el mal pensamiento, y esto en símismo es ya un crimen. Porque en todas las personas y en todas las cosas existe elbien y el mal. A cualquiera de éstos podemos prestarle fuerza, pensando en él, y poreste medio ayudar o estorbar la evolución; podemos hacer la voluntad del Logos otrabajar en contra de ella.Si pensáis mal de otro, cometéis tres iniquidades a un tiempo:1a Llenáis el ambiente que os rodea de malos pensamientos en vez de buenos, y asíaumentáis las tristezas del mundo.2a Si en el ser en quien pensáis existe el mal que le atribuís, lo vigorizáis y alimentáis; yasí, hacéis peor a vuestro hermano en vez de hacerlo mejor. Pero, si generalmente elmal no existe en él y tan sólo lo habéis imaginado, entonces vuestro malignopensamiento tienta a vuestro hermano y lo induce a obrar mal, porque, si no es todavíaperfecto, podéis convertirlo en aquello que de él habéis pensado.3a Nutrís vuestra propia mente de malos en vez de buenos pensamientos, y asíimpedís vuestro propio desarrollo y os hacéis, a los ojos de quienes pueden ver, unobjeto feo y repulsivo, en vez de bello y amable.No contento c on hacerse todo este daño y hacerlo a su víctima, el maldiciente procuracon todas sus fuerzas que los demás participen de su crimen. Les expone convehemencia su chisme, con la esperanza de que lo crean, y entonces los convencidoscooperan con él, enviando malos pensamientos al pobre paciente. Y esto continúa díatras día, y no lo hace sólo una persona, sino miles. ¿Veis ahora cuán bajo, cuán terriblees este pecado? Procurad evitarlo en absoluto. No habléis jamás mal de nadie; negaosa escuchar a quien os hable mal de otro, y decidle, afectuosamente: "Tal vez eso nosea verdad, y, aunque lo fuese, es mejor no hablar de ello".En cuanto a la crueldad, ésta es de dos clases: intencionada y sin intención.La crueldad intencionada consiste en causar, de propósito, dolor a otros seresvivientes, y éste es el pecado más grave de todos: obra de diablo más bien que dehombre. Diréis que ningún hombre puede hacer una cosa semejante; peroprecisamente los hombres la han hecho muy a menudo y aún la están haciendo cadadía. Los inquisidores la practicaron, y también muchas gentes religiosas en nombre desu religión; los vivisectores, así como habitualmente algunos maestros de escuela.Todas estas personas tratan de excusar su brutalidad con la costumbre; pero un crimenno deja de serlo porque muchos hombres lo cometan. Karma no tiene en cuenta lascostumbres; y el karma de la crueldad es el más terrible. En la India, al menos, nopuede haber excusa para tales costumbres, porque todos conocen el deber de noacusar mal a nadie. El destino de los crueles cae también sobre aquellos que sededican intencionadamente a matar a las criaturas de Dios, y llaman a esto deporte.Ya sé que tales cosas no las efectuáis vosotros, y por amor de Dios hablaréisclaramente contra ellas cuando la oportunidad se os presente. Pero también haycrueldad en las palabras como en los actos, y una persona que diga una palabra conintención de herir a otra es culpable de este crimen. Esto tampoco lo haréis vosotros;pero algunas veces una palabra dicha al descuido hace tanto daño como unamaliciosa. Así pues, debéis estar siempre en guardia contra la crueldad nointencionada.En general, ello procede de la irreflexión. Hay hombres tan poseídos de la ambición yde la avaricia, que ni siquiera se dan cuenta del sufrimiento que causan a los demáspagándoles poco, o haciendo pasar hambre a su mujer e hijos Otros, pensando tansólo en su codicia, se preocupan poco de los cuerpos y de las almas, a quienesarruinan por satisfacerla. Para librarse de unos cuantos minutos de molestia, unhombre deja de pagar a sus obreros el día que les corresponde, sin acordarse de lasdificultades que este hecho les reporta. ¡Tanto sufrimiento se causa por descuido, porolvidar cómo una acción ha de afectar a los demás!... Pero Karma nunca olvida, y notiene en cuenta que los hombres olviden los hechos.Si deseáis entrar en el Sendero, debéis pensar en las consecuencias de vuestrosactos, para que no seáis culpables de crueldad irreflexiva.La superstición es otro mal tremendo, que ha causado grandes y terribles crueldades.Las personas esclavas de ella menosprecian a las que saben más, y tratan deobligarlas a hacer lo que ellas hacen.Pensad en la horrorosa matanza debida a la superstición de sacrificar a los animales yal todavía más terrible prejuicio de que el hombre necesita alimentarse de carnes.Pensad en el trato a que la superstición ha dado motivo con respecto a las clasesoprimidas en nuestra amada India, y ved cómo esta mala tendencia puede engendraruna despiadada inconsideración, aun entre los que conocen el deber de fraternidad.Los hombres han cometido muchos crímenes en nombre del Dios de Amor, movidospor la pesadilla de la superstición; cuidad mucho de que no quede en vosotros ni elmás leve vestigio de ella.Debéis evitar estos tres grandes delitos, porque son fatales a todo progreso, por serpecados contra el amor. Pero no tan sólo estáis obligados a refrenaros de este modoante el mal, sino que habéis de ser activos para el bien. El intenso deseo de servir hade llegar al máximo, hasta el punto de estar siempre a la mira para aplicarlo alrededorde vosotros no tan sólo a las personas, sino a los animales y a las plantas. Debéisprestar vuestro servicio hasta en las pequeñas cosas de la vida diaria, de modo que,acostumbrándoos a ello, no podáis substraeros, cuando se presente la oportunidad dehacer cosas de mayor importancia. Pues si deseáis llegar a ser uno con Dios, que nosea para vuestro propio beneficio, sino para convertiros en canal por donde fluya Suamor para alcanzar a vuestros semejantes.El que está en el Sendero no vive para sí mismo, sino para los demás; se olvida de élpara poder servirlos. Es a manera de pluma en manos de Dios, por la que fluye Supensamiento y tiene expresión aquí abajo, lo que no podría suceder sin ella. Es amanera de un canal de fuego viviente que derrama sobre el mundo el Divino Amor quellena su corazón.La sabiduría que os capacita para ayudar, la voluntad que dirige la sabiduría, el amorque inspira la voluntad, éstas son vuestras cualidades.Voluntad, Sabiduría y Amor son los tres aspectos del Logos; y vosotros, que deseáisalistaros para servirlo, debéis, hacer gala de ellos en el mundo.Quien la palabra del Maestro anhele,De Sus mandatos póngase en escuchaEntre el fragor de la terrena lucha,Y la escondida Luz atento cele.Sobre el inquieto y mundanal gentío,Del Maestro atisbe la señal más leve,Y oiga el susurro que Su voz eleveDel mundo entre el rugiente griterío.\


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