Revista Comunicación

A mis queridos lectores

Por Roales

Siempre he pertenecido a la corriente filosófica de escribir cuando la inspiración llega, por ese mismo motivo mis entradas suelen ser mensuales y a veces ni eso. Pero el otro día alguien me hizo una revelación que me dejó sorprendida: me acusó de escribir como una feminazi. 

Mi querido amigo X (sí David, se trata de ti) lanzó esa acusación con total impunidad mientras me echaba una copa de Bailey’s que CASI me sienta mal debido al disgusto y desde entonces vivo en un sinvivir (levemente aliviado por el ron de caramelo).

Mi segunda gran sorpresa fue cuando M también entendía la opinión de X, dijo que mis alusiones a los hombres eran críticas. Puede que tengan razón, puede que parezca que odio a los hombres y nada más lejos de la realidad.

Mis críticas solo van dirigidas a los cínicos hipócritas y mentirosos, los demás contáis con mi afecto o al menos mi tolerancia. Soy todo amor. 

Además quiero aclarar que para criticar no me hace falta que el objeto de crítica tenga pene, de hecho me caen peor las mujeres que los hombres en líneas generales. 

Eso sí, no voy a quedarme callada ante situaciones injustas porque ahora parece que si das tu opinión sobre esos temas ya eres una feminazi. No vivimos en una situación de igualdad real y el que diga lo contrario que me pase lo que fuma que también quiero, pero tampoco digo con eso que nosotras salgamos siempre perdiendo en desigualdades, hay situaciones injustas para ambos sexos y jamás he dicho lo contrario. 

Es asqueroso que los hombres cobren más que las mujeres o que sean ascendidos antes, tampoco considero que sean más listos o más trabajadores. Pero también es injusto que tener un hijo suponga un cheque en blanco para la mujer que va a tener al tio atado por los cojones en temas económicos hasta que sea mayor o peor, que tenga que pasarle una pensión compensatoria el resto de su vida por haber cometido el error de casarse.

Así que como podéis ver, no odio a los hombres, odio a la humanidad en general. Pero después estáis los que me caéis bien, en los que confío, los que me parecéis geniales y con los que de vez en cuando organizo cenas. ¡Para vosotros soy todo encanto! 

pd: esta entrada va por ti, M.


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