Revista Diario

A parte de Mamá soy Belén

Por Belen
Desde que mi hijo nació, es como si Belén se hubiera ido escondiendo, para que Mamá aparezca. Y es que el papel de madre, con el que estoy satisfecha al máximo, es agotador y absorbente. Tanto que a veces una se olvida de que también es mujer, con todo lo que ello implica. Una se sumerge tanto en el rol de mamá que se dejan de lado otras facetas, y se dejan de lado por puro agotamiento, porque una no da más de sí. Al menos ese es mi caso.
Cierto es que mi hijo es muy demandante, lo fue desde el día que nació. No fue un niño excesivamente llorón, pero sí demandante. Cuando vino al mundo se enganchó a la teta y así estuvo mucho tiempo, de día y de noche. Y era solo mamá, no existía papá, y los abuelos (mis padres) existieron porque su primer año de vida yo trabajaba y ellos se hicieron cargo de él en mi corta ausencia.
Hubo un tiempo en que no podía marcharme si él me veía, se desesperaba y frustraba, no podía soportar ver que me iba. Así que todo lo hacía a escondidas, me iba a escondidas, me vestía a escondidas, me ponía el abrigo en la calle, me calzaba en el descansillo. Cuando se daba cuenta de que me había ido, mis padres intentaban entretenerle y se acababa el problema. Cuando fue creciendo la cosa empeoró, él podía salir corriendo a la puerta de la calle, buscarme, gritar, llorar. Pero según ha cumplido años, ha madurado, y aunque sigue muy apegado a mi, las cosas han cambiado y mejorado mucho. Él se define a si mismo como “grandote”, y es cierto, ya es grandote, es un niño con el que se puede hablar, yo hablo muchísimo con él, lo hago desde que era muy bebé, y está acostumbrado a que nos sentemos juntos y mamá le explique las cosas. Es muy inteligente y comprende todo muy rápido. Esto nos está permitiendo mejorar en nuestra relación, para que ésta no sea asfixiante (para mi), que él mejore también, que su sensibilidad (extrema) no estropee los momentos que estamos juntos y disfrutando. El diálogo es maravilloso, incluso con niños muy pequeños, les hace reflexionar muchísimo y eso es estupendo, les ayuda a madurar, a comprender. Son niños, pero no por ello no entienden las cosas. Si uno intenta hablarles con palabras y ejemplos que ellos comprendan, te sorprenderán los resultados y sus avances.
Me olvidé mucho de mi misma, de mi cuidado, de mis necesidades, como mujer y como persona. Ahora todo está cambiando, mi hijo ha dado un gran salto, ha dejado atrás, completamente, la etapa de bebé, y de bebote grande. Y ha entrado en una nueva fase, en la de ser un niño.
Y de repente, se me ocurrió la idea de hacer otro blog, en un par de semanas, de andar mascándolo y pensándolo sin decidirme, pasé a tener dos blogs, y creé Cómo cuidarse sin arruinarse. Y pensando en nuevas entradas que hacer, escribiendo los post he reanudado mis cuidados, estoy recordando y poniendo en práctica de nuevo todo lo que siempre me ha gustado hacer, mis cremas, mis momentos de relajación (que a lo mejor solo duran 20 minutos), me cuido y me gusta. Puede que os parezca frívolo, pero si me cuido y me siento guapa, me encuentro mejor, me relajo, y todo ello me da fuerzas. Me relaja hacerlo y me relaja escribirlo.
A parte de Mamá soy BelénQuizá no haya dormido una noche, pero una buena ducha, un buen masaje, un par de potingues hacen que me recupere un poquito y sonría para poder seguir en mi papel de mamá a tiempo completo. Y entonces Mamá vuelve a ser solo Belén aunque solo sea unos minutos. Y Belén ayuda muchísimo a Mamá, que la pobre a veces no puede más.
PD: Dedico este post a mi marido, sin él no sería capaz de superar los días más duros. Te quiero cariño.

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