Esta es una de esas historias de éxito que a todos nos encanta escuchar y más aún en los tiempos que corren…
Con tan solo 13 años José Hernández, Pepote, tuvo un sueño que con el tiempo se ha convertido en una empresa de gran éxito. Todo empezó cuando vio a Paco de Lucía tocar un cajón peruano durante un concierto. Como desde “chico” había visto a sus padres trabajar con la madera, se las ingenió para fabricar un cajón con el fin de poder llevarlo ese mismo año al Rocío.
Hizo dos cajones. Uno para él y otro para un amigo que vendió por unas 5.000 pesetas de entonces. Algún tiempo después acudió con uno de sus cajones a una tienda de la capital onubense especializada en instrumentos musicales. Allí le dijeron que para poder comprarle los cajones necesitaban una marca. Es ahí cuando crea la marca Pepote Percusión, Pepote porque así es como le conocen desde que era un niño y Percusión porque esa es, sin duda, su pasión.
A partir de ese momento, Pepote, alentado por el músico Agustín Diassera, vive pensando permanentemente en el buen sonido que puede salir de la madera (más armónico, menos armónico, más agudo, menos grave…) y cumpliendo su sueño.
Cursos de fabricación de instrumentos y de mobiliario, clases de música, cursos de charolista y barnizado… han sido necesarios para mejorar el producto y poder ofrecer la extensa garantía que tienen sus cajones.
Hoy día los cajones Pepote son reconocidos a nivel mundial y músicos de la talla de Antonio Carmona, Paquito Sanlúcar, Rubén Danza han sucumbido a su sonido.
Se exportan a estudios de grabación de todo el mundo, porque curiosamente hay cajones concebidos para actuar al aire libre o por el contrario en estudios de grabación.
Pepote Percusión cuenta con una producción de cajones muy extensa, muchos de ellos a precios muy asequibles teniendo en cuenta la calidad de los mismos. El cajón Jaleo arranca en los 135 euros hasta el profesional que alcanza los 840 euros.
También los realiza por encargo con materias nobles a un precio más elevado. Y los hay especialmente concebidos para niños (desde 89 euros) en sus dos modalidades: Pepillo de 2 a 5 años y Pepillo de 5 a 8 años.
Cuando comenzó su máxima era “no quiero meterme en muchos líos, prefiero ir despacio, como hasta ahora, haciendo bien las cosas” y lo cierto es que las ha hecho de maravilla.
Enhorabuena Luthier o mejor aún, ¡enhorabuena Pepote!