Revista Deportes

A todos los culpables, gracias

Publicado el 23 enero 2014 por Squadraeterna @squadraeterna

A todos los culpables, gracias
Pasión: 'Sentimiento muy intenso que domina la voluntad y puede perturbar la razón'. 'Afición o inclinación viva por alguien o algo'. 'Entusiasmo que se pone en algo que se hace o se define'. 'Apetito o afición vehemente a una cosa'. Incluso en psicología 'dícese de la polarización de la afectividad sobre una emoción o una idea que suele monopolizar la actividad humana'.
Con este término se refiere hoy día mi pareja cuando habla de un servidor y el fútbol. Con ese término se han referido toda la vida mis padres cuando hablan de un servidor y el fútbol. En realidad no se equivocan, no se equivocaban, y es que examinando la palabra, buscando referencias y pensando, pasión es el vocablo más acertado cuando del balón y el que escribe se trata.
Entonces pienso y me sitúo en el verano de 1994, en el Mundial de USA. Ahí es donde empiezo a tener recuerdos en cuanto a fútbol se refiere, el campeonato que de madrugada me hacía despertar para descubrir lo que luego sería mi pasión: El fútbol. Sé que me he perdido muchas historias y grandes futbolistas de los que luego he tenido el placer de ver en video o leer. Sé que muchos han sido y serán estrellas que nunca alcanzaré a apreciar acorde a lo que brillaron, simplemente esto sucede porque nunca los viví en directo, ya no ver, vivir, importante diferencia. No debo disculparme, pero para un servidor y los que lleguen, los mitos, los héroes, nuestros héroes, siempre serán con los que crecemos, a los que podemos ‘palpar’ y con un poco de suerte y hablando de fútbol, llegar a disfrutar en directo y a pocos metros de su calidad. Vivirlo que no verlo.
Entonces uno se da cuenta que la pasión que despertó este deporte hacia un servidor, pudo surgir de vivir la magia de Romario, Bebeto, Raí, Leonardo, Dunga o Mauro Silva. Tal vez por de la admiración que siempre tuve hacia la seriedad de la selección de Alemania, a la que hoy día sigo respetando. Lloré junto a Luis Enrique una tarde lluviosa en Madrid, que también lloró. Boquiabierto por un país, Colombia, que se volcaba dejando problemas importantes a un lado por una selección capaz de todo y que volvería por la puerta de atrás, sumando la muerte de Escobar como colofón final a una trágica historia. Los últimos coletazos de Hugo Sánchez en México, donde me causaba admiración un peculiar cancerbero, Jorge Campos, o Nigeria, que empezaba a generar futbolistas inolvidables. El cuadro local, el de Alexis Lalas, Eric Wynalda, Cobi Jones, Tab Ramos y Tony Meola. La Rumanía de Hagi. La Suecia de Thomas Ravelli, Martin Dahlin, Tomas Brolin y un jovencísimo Henrik Larsson. La siempre temible y exquisita ‘Naranja Mecánica’ comandada por Bergkamp, Rijkaard o Koeman. Mi portero de la infancia, el de Bélgica, Michel Preudhomme que compartía vestuario con un superclase, Enzo Scifo. Rigobert Song y Oman-Biyic con la Camerún del Pelé africano, Roger Milla. La albiceleste de Redondo, Simeone, Caniggia y Batistuta que bailaba al son de Maradona y dejó de hacerlo cuando la música paró en mitad de la canción. O algún nombre suelto que recuerdo: Oleg Salenko, Onopko, Chapuisat, Roy Keane, Denis Irwin, Said Al Owayran o Noureddine Naybet. Todos ellos, absolutamente todos, tienen la culpa de mi pasión. Los cromos de aquel Mundial de USA 94 se convirtieron en los primeros de muchos. Mi pasión ya tiene culpables.
Como culpables, estos quizás en mayúsculas y los que orgulloso de mi pasión doy las gracias, son dos futbolistas que marcaron mi Mundial de USA 94, resultados y acontecimientos aparte, por eso digo mi Mundial, la zurda de Hristo Stoichkov y la categoría de Roberto Baggio, sin duda, eran el mejor despertador para aquellas madrugadas de 1994. Aquellas largas madrugadas en la que mis padres me acompañaban, ellos también son culpables de mi pasión, ellos fueron los que vivieron conmigo aquel campeonato en los que descubría la pelota. Ellos estaban a mi lado la noche que Baggio mandó al limbo el cuero que dejaba a Italia sin cetro. No supe reaccionar y aún hoy si viviese de nuevo la situación, no sabría hacerlo, ¿sonreír por una Brasil de ensueño o perplejidad absoluta por ver a un ídolo con la cabeza baja? Sea como fuere, mi pasión tiene culpables. Mi pasión tiene fecha y de esto hace ya 20 años. A todos ellos, gracias.
A todos los culpables, gracias
A todos los culpables, gracias Posted in: fútbol internacional , Opinión , selecciones Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook A todos los culpables, gracias

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista