Revista Cultura y Ocio

[A vuelapluma] Pobre Madrid, o Carmena ha perdido el norte

Por Harendt

[A vuelapluma] Pobre Madrid, o Carmena ha perdido el norte

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...[...]En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar!Canción de otoño en primavera, Rubén DaríoTantos años esperando a que la derecha perdiera Madrid, para esto... Lo dice el escritor y académico Javier Marías en su columna de El País de ayer domingo. Y una vez más tengo que darle la razón. Quizá podría aplicar a mis sentimientos por Madrid las dos estrofas de Rubén Darío que me sirven de introducción.Quiero a Madrid con toda mi alma. Allí viví entre los cuatro y los veintiún años, quizá la época más feliz de mi vida, la de la niñez y la primera juventud. Allí vivieron y murieron mis padres, mis abuelos, mis hermanos. Allí volví innumerables veces desde Canarias por motivos familiares, de estudio, profesionales y de vacaciones. En el último año en dos ocasiones por tristes motivos familiares. Y no reconocí el Madrid de mi niñez ni de mi juventud ni de mis visitas posteriores, sino que me encontré con un Madrid sucio, descuidado, inhabitable, aunque sus millones de visitantes parezcan acreditar lo contrario. Cuando Manuela Carmena se hizo con la alcaldía de Madrid me alegré sinceramente: ¡Por fin nos quitábamos de encima la casposa derecha que la gobernaba como si fuera un predio personal... No tengo la menor duda que de haber vivido en Madrid hubiera votado por ella. Por esa princesa, Madrid, triste de esperar, como decía Darío. Pero todo ha sido un sueño: ya no hay princesa a la cual cantar. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, contaba el periodista Juan José Mateo en El País del pasado día 20, ha advertido este jueves sobre "la profunda crisis" que, a su juicio, viven los partidos como instrumentos que puedan resolver las necesidades de los ciudadanos y ha señalado que "el mundo de la democracia representativa se está acabando". La regidora, que ha intervenido en el ciclo Sociedad civil y cambio global, organizado por la Universidad Autónoma de Madrid y El País, apuesta por resolver los retos de las grandes urbes con una política "que identifica gestionar con cuidar" y con consultas ciudadanas. O lo que es lo mismo a golpe de plebiscitos. 

Carmena, cuenta Juan José Mateo, que llegó a la alcaldía de la capital de España como cabeza de lista de Ahora Madrid, una coalición electoral que integra a Podemos, siempre ha marcado distancias con la formación de Pablo Iglesias. Pero este jueves, durante un diálogo con la periodista Pepa Bueno en el ciclo Sociedad civil y cambio global, ha subrayado tanto sus críticas a la estructura de los partidos ("te despersonalizan") como el diagnóstico de que estos viven una profunda crisis.“El mundo de la democracia representativa se está acabando”, ha afirmado. "Los partidos políticos te despersonalizan, son una gran trampa, no te puedes someter a una serie de imperativos y consignas", ha dicho la juez sobre su inmersión en el mundo de la política. "Los partidos políticos están en crisis", ha recalcado. "El camino va por el empoderamiento personal, por el poder del individuo", ha seguido. Y ha añadido: "Estamos empezando una gran revolución, como todos los momentos nuevos, con contradicciones y ruptura de costuras. Estamos en una crisis profunda. Me da mucho miedo que esa crisis profunda pueda generar mucha desesperanza si no hay líderes políticos extraordinariamente inteligentes y que podamos vivir momentos difíciles. El futuro de la izquierda tiene que tener una consideración muy fuerte de las personalidades individuales de los colectivos. Una especie de masa que una".¿Cómo afronta Carmena el cambio de paradigma?, se pregunta el periodista. Madrid celebrará entre el 15 de diciembre y el 15 de febrero las votaciones sobre dos propuestas realizadas por los madrileños. Las consultas ciudadanas, no vinculantes, decidirán si la capital tiene un billete integrado para su transporte público (metro y autobús) y medidas para combatir la contaminación atmosférica. También está previsto que los ciudadanos decidan con qué proyecto arquitectónico reforma Madrid su emblemática Plaza de España.Carmena, sigue diciendo, que aspira a peatonalizar la Gran Vía antes de que termine su mandato, en 2019, ha estrechado lazos con Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y Anne Hidalgo, de París. Las tres regidoras reivindican una nueva forma de hacer política para afrontar los retos de las grandes urbes europeas. Las tres coinciden en pedir más competencias para los Ayuntamientos, en materia de educación o en la gestión de los permisos de asilo para los refugiados. Y las tres, según Carmena, aportan un rasgo distintivo a la política: "La cultura de las mujeres, que son las que han luchado más por la vida, lo doméstico y lo cotidiano. Me identifico con la política de la gestión de los cuidados. Identificar gestionar con cuidar".

Parece difícil oponerse seriamente a algunas de esas proposiciones, salvo por el hecho de que olvidan que por muchos experimentos sociales que hagamos no hay más democracia posible que la representativa y la de partidos. Y si esta funciona mal, que sí, que es verdad que funciona mal, mejorémosla, pero no la suprimamos, porque la otra, la de los plebiscitos continuados a la ciudadanía al margen de las instituciones, es la de Cuba, Venezuela, China o Corea del Norte. 

Javier Marías se muestra mucho más crítico que yo con la gestión de Carmena en su artículo de ayer en El País. Una sucesión de alcaldes y alcaldesas se han empeñado en destrozar Madrid, dice en él, y sumirla en el esperpento. Manuela Carmena se incorpora a la lista. Quienes lean esta página con asiduidad, dice más adelante, sabrán que llevaba más de veinte años esperando que el Ayuntamiento de Madrid lo gobernara un partido distinto del PP. Con éste, y por imposible que pareciera, todo fue siempre a peor. Era inimaginable alguien más nocivo para la ciudad que Álvarez del Manzano, hasta que vino Gallardón. Lo mismo, hasta que vino Botella. Entonces asomó en lontananza la figura de Aguirre, que podría arrasar con facilidad lo poco que sus correligionarios habían dejado sin destruir. Fue muy votada pero no lo bastante, así que por fin se hizo con las riendas (es un decir) Manuela Carmena, de otra formación. He sido prudente, he dejado pasar año y medio sin apenas opinar, confiando en ver mejoras. Al cabo de ese tiempo, no cabe sino concluir que la capital está maldita, con alcaldes y alcaldesas empeñados en destrozarla y sumirla en el esperpento, procedan de donde procedan.Seguir los avatares municipales, añade, es siempre deprimente, cutre y sórdido. Pero, sin seguirlos muy de cerca, la impresión que la mayoría de los madrileños tenemos es que Carmena está ida con excesiva frecuencia; cuando no, le sale algún resabio autoritario de su época de juez halagada por sus camarillas; y, cuando no, mete la pata hasta el fondo con declaraciones demagógicas o estupefacientes. La versión benévola que corre es la siguiente: ella no sabe ni se ocupa mucho; ni siquiera conocía a los concejales que nombró (si es que los nombró ella y no se los impusieron desde Podemos, Ganemos, Ahora Madrid o como se llame la agrupación que manda); no se entera de casi nada y la manipulan sus ediles, levemente famosos por sus ideas de bombero, sus tuits desagradables o sus juicios pendientes de cuando eran meros “civiles”. Un informe interno de IU ha revelado que hay profundas divisiones en su Gobierno. Hemos sabido de algunas iniciativas demenciales, como la de crear “gestores de barrio” y “jurados vecinales”, que por suerte no salió adelante (¿se imaginan a sus vecinos dirimiendo altercados y hurtos, sin idea de la justicia y de sus garantías? Da pavor). A la Policía Municipal, que está a su servicio, la enfadó y humilló al prohibir a sus miembros celebrar en el Retiro el homenaje anual a su patrón, porque al parecer “desfilaban” y eso contravenía su carácter “no-militar”. Casi ningún madrileño estaba al tanto de esta ceremonia en un parque, luego poco podía molestar a nadie. Carmena organizó una votación popular para decidir qué hacer con la Plaza de España (a la que se podría dejar en paz), en la que participaron menos de 27.000 personas, el 1% de la población. Aun así, el Ayuntamiento dio por validada su opción, terrorífica como de Botella o Gallardón.

La sensación, sigue diciendo, es de absoluto caos, de descabezamiento, y, por supuesto, de majaderías continuas. Si ya había una tendencia municipal a ellas en todas partes, desde que gobiernan Carmena y su equipo locoide éstas se han multiplicado. Ya no hay sábado ni domingo del año en que la ciudad no sea intransitable y sus principales arterias no estén cortadas durante diez o doce horas, las centrales del día. Jornadas “peatonales”, infinitas maratones y carreras por esto o lo otro, concursos de monopatines, permanente adulación de los ciclistas fanáticos. En la última jornada reservada a las bicis, 70.000 individuos salieron a pedalear por todo el centro (siempre todo en el centro, puro exhibicionismo y ganas de fastidiar). Por muchos ciclistas que sean, no dejan de ser una minoría en una ciudad de casi tres millones, igual que los de las carreras y otras abusivas zarandajas. Es decir, se complace a las minorías más gritonas y exigentes, siempre en detrimento de la mayoría. Muchos de esa mayoría han de llegar al aeropuerto o a la estación en domingo o sábado, o ir a almorzar, y el reiterativo capricho de unos pocos les impide llevar su vida seminormal. Eso tiene el nombre de discriminación.

La suciedad, concluye diciendo, es igual o peor que con el PP, sobre todo en el centro. Papeleras y contenedores a rebosar, churretones de orina y olor a orina por doquier, suelos porquerosos, favelas cada vez más esparcidas por la Plaza Mayor y las zonas turísticas, atronadores músicos callejeros que impiden trabajar y descansar. Botella y Carmena, en este capítulo, son idénticas, como en el de los árboles que se caen y matan. En cuanto a las declaraciones, difícil elegir entre la famosa “cup of café con leche” o las recientes de la actual alcaldesa (cito de memoria): “Interiormente aplaudía a los subsaharianos que lograban saltar la verja de Melilla, y les decía: ‘Os queremos, sois los mejores”. Al hacer público su sentimiento, ya no era “interiormente”. La civil Carmena es muy dueña de tener las simpatías que quiera, y quizá coincidan con las de usted y mías. Pero lo cierto es que ahora es la regidora de una capital europea, y que estaba animando a algo ilegal, alentando a quienes saltan la verja por las bravas a continuar y venir. Si se compromete a albergar en su casa particular a cuantos lo consigan, bien está. Si no, la ex-juez ha perdido el juicio, ahora que ya no juzga, sino que ejerce un cargo público de gran responsabilidad. Madrid, capital maldita. ¡Pobre Madrid!

[A vuelapluma] Pobre Madrid, o Carmena ha perdido el norte
La fuente de la diosa Cibeles, símbolo de Madrid
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
[A vuelapluma] Pobre Madrid, o Carmena ha perdido el norte
HArendt
Entrada núm. 2980[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

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