Revista Coaching

Aburridos

Por Soniavaliente @soniavaliente_

¿Cuándo fue la última vez que se aburrieron? Y por aburrirse no se refiere a tumbarse a la bartola y atiborrarse a ver series. Piénsenlo bien. Quiere decir aburrirse. De verdad.

Permitirse la licencia de no hacer nada durante horas. Que la mente deambule de la nada a ningún sitio. Apagar el móvil. Descansar los ojos y la mente. Erróneamente se da por hecho que solo es legítimo aburrirse en vacaciones. La única licencia para matar… el tiempo. Despertarse tarde, pasar el día inmersa en una calma deliciosa, desayunar disfrutando cada bocado, no sacudirse el sopor en todo el día y que no importe. Un baño en la piscina. O en el mar. El rumor de las olas. El silencio interrumpido por la chicharra de agosto. El ladrido de los perros del pueblo. Leer ficción. En papel. Hacer la siesta. Hacer el amor después de la siesta. Los helados. Engordar un kilo. O dos. Las cenas con los amigos de siempre. La risa. El bronceado. La buena cara.  Las buenas ideas. Las pilas cargadas.

Porque para poder seguir es necesario parar. También en su día a día. Nadie sabe aburrirse. Y menos que nadie los niños cuando el aburrimiento es un terreno fecundo para la inspiración.

aburridos

Ella recuerda aburrirse de solemnidad durante su infancia. La eternidad de los días. Y las horas. Durante el verano. Y ese aburrimiento fue precisamente el motor de mucho más.

De hecho, Sandi Mann,  investigadora de la universidad de Psicología en la Universidad Central de Lancashire, Reino Unido, mantiene que la evolución fue posible gracias al aburrimiento. “Probablemente quien inventó el fuego era alguien que estaba muy aburrido”, mantiene Mann. El cerebro tiende a escapar del aburrimiento. Prefiere el dolor al sopor. Ahora que ya lo saben no priven a sus hijos del difícil arte de aburrirse. Por muy ingobernables que se pongan.


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