Revista Opinión

Acabar la faena en Iraq

Publicado el 08 agosto 2014 por Vigilis @vigilis
Uno de los problemas de las democracias occidentales es que en política exterior no se ganan votos. Por eso es tan dificil lograr la cooperación internacional necesaria para detener las acciones de toda esa inmensa cantidad de personas que quieren decirle al resto cómo deben vivir sus vidas.

Acabar la faena en Iraq

Ahora imagínatelo con coleta.

A través de un gran angular podemos ver que el mundo tiene infinidad de problemas. En pocas palabras estos problemas los podemos resumir en "lugares y personas que no se parecen a nosotros". Suena horriblemente mal decir esto, pero si encontráis otras formas de vida, de convivencia, de organización política y social mejores que las que disfrutamos en los países occidentales a día de hoy, dadme un toque.
Algunos desarrollaron la idea del eurocentrismo dentro del conjunto de ideas etnocentristas. Hoy vemos denuncias contra el "occidentocentrismo" que es una palabra que me acabo de inventar pero que apostaría dos huevos duros a que algún indocumentado ya la empleó antes (y además tomándola en serio). En general lo que vemos en Occidente es el propio rechazo a la expansión de nuestro modo de vida. Ciertamente este rechazo está justificado en parte: sólo hay que mirar la historia del siglo XX en Europa como para activar las prevenciones.

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#truestory

Pero esta misma historia que nos enseña a no meternos en avisperos ajenos, también nos enseña que llega un momento en que es inevitable involucrarnos. En todo caso, la prudencia recomienda obtener información real de lo que sucede y valorar costes. Decía el mejor presidente americano del siglo XX que las guerras comienzan cuando los estados consideran el precio de la agresión lo bastante bajo. Hoy tenemos estados enemigos más o menos controlados, con una capacidad de provocar daño limitada, pero el problema surge cuando delante no tienes a un estado. O cuando ese territorio sólo tiene una apariencia de estado y en caso de descabezamiento aparece el caos.
Una banda de criminales se ha extendido por Siria e Iraq y ha prometido cargarse a todo aquel que no se convierta a su club de fútbol, religión o lo que sea. Siria lleva años inmersa en una guerra civil con cuatro o cinco bandos enfrentados entre sí. Hubo una oportunidad de que Occidente se implicara, pero la oportunidad se perdió, dejando al dictador de Rusia anotarse un punto. Hemos visto las consecuencias de ese intento de apaciguamiento a la dictadura rusa: no sirvió de nada. Como ocurre con la vida misma, hay gente con la que es imposible hablar. Los dominicos españoles ya llegaron a esa conclusión en el siglo XVI. Podemos recordar a Francisco de Vitoria y su ius comunicationis sin ir más lejos.

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Ojalá eso fuera suficiente , Micaela. :(

Pues bien, como es imposible hablar con esa banda de criminales, y ante la incapacidad de las fuerzas iraquíes y kurdas de contener a esos pelanas, Estados Unidos nuevamente tiene la obligación de darles una lección de comportamiento. Hay gente a la que esto le chirría. Todos conocemos el odio puro que siente una mayoría de europeos por la hegemonía americana. Tal vez debieran repasar la historia: si esos euroquejicas tienen la libertad de quejarse, es gracias a Estados Unidos. ¿Cuento una visión simplista de la historia? Sí, por supuesto.
Ese disfrutar del occidentalismo y al mismo tiempo quejarse de él. Ese criticar a Estados Unidos y luego hacerse el culo pesicola con sus películas, ese antijudaísmo militante para ir corriendo a Hollywood a trabajar tal vez para un productor judío. Debe de ser duro ser un progre antiamericano. Por eso igual hacen tanto ruido: deben defender sus planteamientos una y otra vez, no vaya a ser que caigan del caballo como Pablo de Tarso.

Acabar la faena en Iraq

De que China envíe a su ejército a Urumqi los progres no se quejan, ¿no? Sólo por saberlo.

Quejicas que proclaman sus lamentos por las esquinas o por las tribunas de los periódicos: "es que Estados Unidos es la policía del mundo y no es justo". Lo que no es justo, miserable cotidiano, es asumir una posición aislacionista cuando están diezmando a la gente. Lo que no es justo es no desembarcar en Normandía, lo que no es justo es sentarse en la misma mesa que un dictador borracho, lo que no es justo es proclamar la tolerancia con el intolerante.
Y aquí reconozco una pequeña contradicción: esta posición que defiendo es intolerante con quienes no son tolerantes. Pero precisamente nuestro sistema de valores no puede coexistir con otro que le es hostil. Ni permitir que sistemas ajenos se extiendan. ¿Por qué? Porque nuestro sistema es mejor. Y ahora llegamos a la cuestión fundamental: ¿por qué es mejor?

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Supongo que esto debe ir aquí: al fin y al cabo Israel combate a nuestros enemigos.

Yo creo que es mejor porque la resolución de conflictos la hacemos —la mayor parte de las veces— de forma pacífica. En todo caso no salimos a la calle para encontrarnos con cuatro encapuchados armados puestos de grifa hasta las orejas. Además, tenemos portaaviones y desfiles de modelos en ropa interior. Supera eso Estado Islámico.
E insisto en la idea de que tal vez haya una solución mejor para la cuestión de la hegemonía americana: que los países occidentales formen parte de esa hegemonía. De momento ni Hispanoamérica ni Europa parecen estar por la labor. En el fondo da un poco igual: esos pilotos de los F-18 tienen a sus parientes entre nosotros y en lo que respecta a España, en el fondo este fue el primer país americano, solo que los mapas engañan mucho.

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