Revista Opinión

Acatar

Publicado el 06 octubre 2014 por Jcromero

Ahora que la actualidad política se agita con patrias y banderas, con agravios, amenazas y desvergüenzas, políticos y periodistas portan consignas como si fueran palomas mensajeras. Muchos, a cuenta de la consulta catalana, chapurrean sobre la obligación de acatar y cumplir leyes y sentencias. Quienes se permiten esa contundencia al hablar o escribir, ¿conocen el significado de la palabra acatar? Si la respuesta es positiva, entonces cabría preguntarse si es más lamentable la ignorancia o el conocimiento.

No soy catalán, tampoco nacionalista. Soy de esos de la mala reputación de Brassens, de esos a los que la música militar nunca supo levantar y de los que nunca siguió al abanderado de turno. No soy nacionalista ni catalán, pero percibo el miedo a la democracia. ¡La Constitución no autoriza la consulta!, vocifera alguien. ¿Seguro que la responsable es la Carta Magna? Cuando el poder necesitó apretarnos aún más las clavijas, se abordó una reforma constitucional a toda prisa y sin debate previo. Es la democracia que tenemos. La que responde al viejo camelo del absolutismo borbónico: todo para el pueblo pero sin el pueblo. Una democracia rígida o flexible, según intereses del poder. El problema no es la Constitución, que también, sino la determinación de quienes temen la voz de la ciudadanía. Ahora que tanto se habla de regeneración, qué mejor instrumento de regeneración democrática que la consulta a los ciudadanos. El Gobierno no lo entiende así porque ha renunciado a la política y a la democracia cuando delega sus competencias en los tribunales. Los ciudadanos discrepamos, interpretamos la realidad de diferentes maneras según perspectivas. La política es, o debiera ser, la encargada de mediar entre las diferencias. Rajoy ha optado por fulminar la política, el diálogo y la capacidad de entendimiento para, de manera cobarde, escudarse en los tribunales.

No soy nacionalista, pero escuchando a tantos exaltados de la unidad nacional, uno siente ganas de ser catalán. Se repite que los catalanes tienen que acatar y cumplir la sentencia del Constitucional y uno, que no es nada revolucionario y confunde banderas y banderías, llegado el caso, se limitaría a cumplir lo sentenciado, ¡qué remedio!, pero no acataría nunca lo dictaminado por un tribunal político presidido por un militante del PP. Aunque siempre hay espacio para la desobediencia civil, la ley se cumple y cuando nos parezca perjudicial o nociva tenemos la obligación ciudadana de apoyar a formaciones que garanticen el cambio de la misma.

Las leyes, como las sentencias, hay que cumplirlas; pero, ¿qué es eso de acatarlas? Además de cumplir, ¿es necesario ese matiz reverencial y de sumisión que implica todo acatamiento? Acatar es mucho más que obedecer.

Cuando hay dudas con el significado de las palabras es aconsejable recurrir al diccionario. Y el diccionario dice que acatar es, en su primera acepción, tributar homenaje de sumisión y respeto. Más elocuente aún es la segunda: aceptar con sumisión una autoridad o unas normas legales, una orden, etc. Quienes hablan de acatar la ley o bien desconocen el significado de la palabra o, lo que es aún peor, nos quieren sumisos, como miembros bobos de esa mayoría silenciosa borrega que tanto gusta al actual presidente del Gobierno. La ley se cumple y, llegado el caso, se cambia; pero, ¿qué es eso de acatar?

¿Que es la democracia?, Quiero votar pero puedo esperar, Consultas, Catalunya: la pregunta, La hoja de ruta de Bloomberg para Mariano Rajoy para el problema catalán, La libertad del pueblo catalán y sus aliados, El cuento de la democracia, Rajoy terminará por obligarme a ser independentista, Unas palabras para el ¿Honorable? Artur Mas, Sobre la consulta catalana, Amigas y amigos, os pido vuestro apoyo al derecho a decidir.

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