Tú decides.
Porque esta noche es la noche mágica por excelencia para los estadounidenses. Y si algo aprendí en aquel único año (hace ya cuatro) que celebré Acción de Gracias (y por partida triple) fue que esta es la fiesta del acercamiento y la amistad. Del compartir, del sonreír más que nunca y de trinchar un ave tan grande como exquisita y saborear deliciosos purés de patatas con piel, absolutamente incomparables a los de paquete con grumos que tanto odio.
Es el momento de agradecer el compartir nuestras vidas con gente que nos necesita y a la que necesitamos:
eso es Thanksgiving para mí.
Dar las gracias por compartir y aceptarnos no siempre es bien recibido y, se diga lo que se diga, que una nación base su fiesta más importante en esto tiene su miga. Y de pavo, claro.
Año tras año, me digo y redigo que voy a hacer una cena especial y noche tras noche lo descumplo, reduciendo mi homenaje personal a degustar los diferentes episodios que mis series de excepción rinden puntualmente. Aunque tenga que perderme la salsa de arándamos…
Os dejo con este clásico ya de “Cómo conocí a vuestra madre”,
porque ¿qué sería un Acción de Gracias sin un Acción de Tortas?
Thanksgiving without any slapgiving? NO… wait for it… WAY!