Feministas radicales, periodistas ultrafeministas y vengadores de los explotados por los ricos disfrutaron la pasada primavera con entusiasmo del mejor caso posible para ejercer la justicia de género y la guerra de clases.
Un señorito despechado acosaba e incluso ordenaba acuchillar a una antigua amante ante un hijo de ella de ocho años para que no lo denunciara, haciéndoles vivir a ambos un terror permanente.
A Javier López Madrid, yerno de uno de los primeros empresarios españoles, Juan Miguel Villar Mir, consejero de su empresa OHL y amigo de estudios de Felipe VI, fue despedazado en los medios informativos por rico y machista violento.
Luego, ya se encargaría la justicia de él por haber acosado sexualmente a la dermatóloga de su familia.
Desde marzo hubo una orgía de grandes titulares y programas de televisión que premiaban las obsesiones de periodistas chillonas –La Sexta-- que ven en todo hombre un violador.
La atractiva doctora Elisa Pinto, la mártir, presentaba en el juzgado 26 de Madrid sus denuncias, y el agresor, que lo negaba todo, las suyas en el 39, regidos ambos por juezas.
Leyendo un periódico, Alejandra Soto, hija de un antiguo jefe de Pinto, descubrió que aquella historia era la sufrida en 1993 por su padre, quien para evitar un escándalo le pagó a Elisa un chantaje de dos millones de pesetas.
Esta señora una chantajista, denunció Soto ante la policía, que ya sabía que las llamadas con amenazas se las hacía a sí misma con distintos teléfonos, que ordenaba a su propio hijo escribir las cartas pornográficas, y que el acuchillamiento era un montaje.
Ahora van a acosarla, pero las juezas, y posiblemente perderá la custodia del hijo e irá a la cárcel, pena pequeña comparada con la sufrida por López Madrid, y comparada también con la que hubiera padecido él si las denuncias hubieran resultado ciertas.
Más aún, nada le ocurrirá a quienes convirtieron a la verdadera víctima en un criminal sexual.
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SALAS