Revista Opinión

Activistas

Publicado el 18 noviembre 2010 por Cronicasbarbaras

Nuestras principales fuentes informativas sobre el conflicto de El Aaiún han sido hasta hoy los activistas entregados a la causa saharaui, aunque también hubo varios periodistas, algunos tan ideologizados que los otros no se atrevían a contradecirlos.

El activista es un militante cegado por la pasión hacia su causa. Hayalgunos  activistas heroicos, que sienten el drama de cada saharaui, pero también guerrilleros propagandísticos, tan exaltados que terminan desacreditando lo que apoyan.

El paradigma es el actor Willy Toledo, gran valedor de la causa saharaui que acompañó a la activista de los derechos humanos Aminatu Haidar durante su huelga de hambre de 32 días en Lanzarote, hace ahora once meses.

Con mayor pasión se lanzó después contra Orlando Zapata, fallecido el pasado febrero tras pasar 85 días en huelga de hambre reclamando libertad y derechos humanos en Cuba.

Este caso muestra el anverso y reverso de muchos activistas: el amor hacia una causa se convierte en odio totalitario contra cualquier otra que no se acerque a sus valores ideológicos, en Toledo a los del comunismo fidelista.

Por eso posiblemente mentían aposta los activistas que denunciaban en los medios españoles el holocausto de saharauis en el campamento que desmantelaban los marroquíes.

Quizás usted todavía crea en el famoso genocidio de Yenin, en 2002: se anunciaba que Israel había asesinado fríamente a millares de palestinos, especialmente mujeres y niños, y se comprobó que habían muerto medio centenar de árabes varones, y una veintena de israelíes, todos en combate.

En aquella ocasión quien denunciaba el falso genocidio eran los periodistas, y es que los periodistas a veces somos activistas.

Somos cobardes frecuentemente al ser incapaces de ir contra lo políticamente correcto. Y ocultamos que entre nuestros buenos hay también malos, incluso posibles terroristas.

Pronto sabremos qué ocurrió realmente en El Aaiún.


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