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Adidas, Puma, el milagro de Berna y los tapones intercambiables

Publicado el 05 noviembre 2011 por Marianofusco

En ciertas ocasiones, una campaña de marketing bien ejecutada puede terminar alterando una verdad histórica.  Y una vez que millones de personas se convencen de que ciertas cosas sucedieron de una manera, se vuelve casi imposible –o irrelevante- intentar convencerlas de que en verdad sucedieron de otra.

Esto mismo es lo que parece suceder con un episodio que podría parecer una nimiedad, si no fuera porque pertenece a la larga serie de enfrentamientos entre dos de las más poderosas firmas deportivas del mundo.  Nos referimos a Adidas y Puma, dos marcas que nacieron a causa de una terrible disputa entre los hermanos Adolf y Rudolf Dassler -hasta el día de hoy no del todo aclarada-, prolongada luego por sus herederos y mantenida hasta el día de hoy por más que ambas marcas pertenezcan ahora a dos grandes corporaciones sin ninguna relación con la familia fundadora.

El episodio al que nos referimos es apenas una discusión acerca de cuál de estas dos marcas fue la que realmente inventó los botines de fútbol con tapones intercambiables.  Una discusión que a nadie parecía importarle demasiado, hasta que una de las dos marcas incorporó el asunto a una de sus campañas de marketing más importantes: la que realizó Adidas antes de la Copa Mundial de Alemania 2006.

Está muy claro que todos los mundiales son importantísimos para Adidas y para cualquier otra marca con presencia en el mercado del fútbol internacional, pero, por motivos más que comprensibles, el de Alemania era fundamental para la marca de las tres tiras.  Era “su” mundial, el que se jugaba en “su” país, porque, después de todo, Adidas se las ha arreglado a lo largo de los años para superponer su propia identidad a la del fútbol alemán en su conjunto.

Los botines Fritz Walter, el capitán de Alemania en 1954

Pero las grandes marcas también saben que los consumidores son proclives a perder la memoria, por eso es que Adidas se preparó para recordarles a todos los alemanes y al mundo por qué su nombre es indisociable de la historia del seleccionado de Alemania.  Así fue que en las globalizadas tiendas de Adidas aparecieron antes del mundial 2006 los grandes carteles en blanco y negro con la imagen de Adolf “Adi” Dassler, el padre fundador, enfundado en un equipo de gimnasia de los años 50 con el escudo de la Deutscher Fussball Bund y cargando una enorme bolsa llena de botines.

La imagen era muy efectiva, más allá de algún breve epígrafe que explicaba que allí estaba Adi, al pie del cañón, cargando los primeros botines con tapones intercambiables, los mismos que ayudaron a que los jugadores alemanes lograran el milagro de derrotar al ballet húngaro de Puskas y Kocsis en la final del mundial en Suiza de 1954.  Porque sólo los alemanes pudieron afrontar el tremendo aguacero que se desató imprevistamente en Berna antes de aquel partido, cambiando a último momento los tapones normales por otros más largos para campo embarrado.

Lo que la imagen decía, en definitiva, era “estamos ahora porque estuvimos siempre”.  Y además, que si Adidas fue parte de la hazaña de Berna cincuenta años atrás, cómo no habría de estar ahora para llevar a los alemanes a una nueva victoria en casa.  Como en 1974, otra final ganada contra la Naranja Mecánica de Cruyff, otra hazaña imposible.

Sin embargo, aunque los afiches aparecieron algunos meses antes del mundial 2006, la campaña había empezado ya bastante antes.  En 2003, más exactamente, y con una película llamada Das Wunder von Bern (El milagro de Berna), que es justamente como se conoce al primer campeonato mundial ganado por Alemania.  La película fue dirigida por el realizador Sönke Wörtmann y se convirtió en uno de los éxitos de público más resonantes de los últimos años en Alemania.  No fue, desde luego, un film realizado con el único propósito de hacer publicidad  para Adidas, pero sí está claro que las tres tiras tuvieron mucho, pero mucho que ver con el guión.

De entrada habría que aclarar que la película es, más allá del éxito obtenido, bastante flojita.  Si bien es notable la pericia técnica y la minuciosidad con que son recreados los detalles de los partidos de Suiza ´54, y el desenlace de la historia logra momentos de auténtica emoción, las actuaciones en general son estereotipadas, el argumento roza lo pueril y las escenas están repletas de lugares comunes y golpes bajos.  Lo más grave de todo es que la película pasa por alto el por qué Alemania era a fines de los 40 y principios de los 50 una nación derrotada, devastada por la guerra y con la autoestima por el piso: no hay ni una mención, ni siquiera una leve alusión al nazismo y sus atrocidades.  Según El milagro de Berna, todo se reduce a que a los alemanes les fue mal en una guerra y los rusos se excedieron con sus represalias.  Lo cual no deja de ser cierto, desde luego, pero apenas si es una mínima parte de toda la historia.

Pero volviendo a la presencia de Adidas en la película, no sólo es posible comprobar a cada rato que los alemanes juegan con botines con las tres tiras bien visibles, sino que hasta el mismísimo Adi Dassler es directamente uno de los personajes.  Uno de los secundarios, desde ya, pero tiene sin embargo unas cuantas apariciones por aquí y por allá en las que se lo ve trabajando codo a codo con los jugadores y con su amigo Sepp Herberger, el entrenador del seleccionado alemán.  Fue justamente gracias a Herberger que Dassler se convirtió no en el sponsor –estamos todavía en 1954- pero sí en el zapatero y proveedor oficial del equipo, y a lo largo del film la historia de los tapones intercambiables aparece explicada con lujo de detalles, así como la importancia de los botines como el “arma secreta” que ayudó a derrotar a Hungría.

Sepp Herberger, calzado por Adidas

Lo que la película no cuenta –porque después de todo, qué le importa a Adidas- es el triste papel que tuvo en esta historia el otro de los Dassler, y su marca Puma.  Todos los que conocieron a Rudolf Dassler lo han caracterizado como un hombre brillante, pero de un carácter extremadamente difícil.  Cuando trabajaba junto a su hermano Adi, era Rudolf quien se encargaba de conseguir contactos y expandir la marca Dassler por toda Alemania y luego por Europa, mientras que se hermano sólo era feliz trabajando en su taller y pensando en mejorar sus zapatos y en crear nuevos modelos.

Lo cierto es que fue Rudolf quien primero conoció a Sepp Herberger, trabó amistad con él y lo acercó a la fábrica de los Dassler.  Pero el mayor de los hermanos no pudo con su genio y lo estropeó todo: se casó de denigrar al entrenador alemán (“Sos uno más, cuando quiera te reemplazo por otro”, solía decirle) hasta que éste se hartó y lo mandó a pasear.  Cuando los Dassler separaron su negocio, Adi se ocupó de recibir a Herberger con los brazos abiertos, y desde entonces Adidas fue la marca del seleccionado de Alemania.

Pero hay más: todo indica que Adidas bien podría no haber sido la primera marca en tener los benditos botines con tapones intercambiables, sino que en realidad fue un desarrollo de su archirrival Puma.  Desde la separación de las marcas en el año 48 que éstas se la pasaban espiando a ver qué hacía la otra, pero Puma ha encontrado en sus archivos una sólida evidencia de que sus botines Super Atom, lanzados en 1952, ya contaban con el chiste éste de los tapones.  La respuesta de Adidas a esta evidencia fue… silenzio stampa.  Para qué molestarse en contestar, si ya todos fueron convencidos de la “historia oficial” del milagro de Berna…

Los botines Super Atom de Puma, de 1952

De vez en cuando, Puma se encarga de recordar a través de sus canales en las redes sociales que ellos tuvieron los Super Atom dos años antes de Suiza ´54, que los de Adidas son unos piratas y han tergiversado la historia.  Difícil es saber si alguien les presta atención, o si todavía este asunto tiene alguna importancia.  Al menos, será así hasta la próxima operación de reescritura de la historia.

Eugenio Palopoli / Editor de arteysport.com


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