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Adiós al mercado

Publicado el 02 septiembre 2019 por Trescuatrotres @tres4tres

Hoy, día dos de septiembre a las 23:59 horas, finaliza la ventana estival de fichajes para los equipos españoles. Como cada año, muchos equipos apuran hasta el último momento para hacerse con posibles gangas u oportunidades de mercado y apuntalar sus planteles. Y es que es innegable que la necesidad apremia en muchos clubes, tanto en el capítulo de altas como de bajas, y ello desemboca en que tradicionalmente el último día del mercado estival suele ser bastante movido y noticiable.

Pero en este artículo no vamos a entrar en los posibles fichajes in extremis que puedan materializarse, ni vamos a centrarnos en las necesidades que apremian a los equipos o los puestos que más les urge cubrir. Vamos a tratar de dos asuntos que, en mi opinión, requieren de una perentoria reforma por parte de las autoridades competentes (tanto deportivas como políticas). El objetivo es adaptar el mercado estival a la nueva realidad de nuestra competición, dotarlo de mayor justicia y, por último, hacer más competente a nuestro torneo nacional frente a otras ligas extranjeras, la Premier League principalmente.

La problemática de las cláusulas de rescisión

La cláusula de rescisión consiste, grosso modo, en la inclusión de una disposición en el contrato de los futbolistas en el que se fija una cantidad de dinero a abonar por parte de éste para dar por finalizada de forma anticipada su vinculación contractual con el club en cuestión. Constituyen las cláusulas de rescisión en España una rara avis en el mundo del fútbol, pues hasta donde yo sé, no existen cláusulas de rescisión en ninguna otra gran liga europea.

Yo abogo firmemente por la abolición de las cláusulas de rescisión en el fútbol español. No hacen más que perjudicar a los equipos españoles. Y especialmente a los pequeños, que siempre están en inferioridad de posición en las negociaciones.

Y me explico. Cuando cualquier equipo español se interesa por un futbolista que milita en una liga extranjera, seguimos por los medios de comunicación lo duro y difícil de las negociaciones. El motivo es que el equipo propietario de los derechos del jugador fija libremente el precio de un activo que le es propio. Nada que objetar, opino que eso debe ser así. Y si no se quiere desprender de ese futbolista en cuestión, le basta con negarse en rotundo a negociar o pedir por él un precio desorbitado.

Obviamente, también entran luego en liza otros factores como, principalmente, la presión que pueda ejercer el jugador. Pero en principio, el equipo extranjero se halla, de partida, en posición de preeminencia sobre el equipo español. No ocurre así viceversa.

Cuando un club extranjero, sobre todo si se trata de aquéllos que cuentan con especial músculo económico, se interesa por un futbolista de un club español que no sea Madrid o Barcelona (éstos sí tienen poderío para fijar cláusulas de rescisión altas), le basta con pagar la cláusula (previo pacto con el jugador, obviamente, pues en puridad desde un punto de vista jurídico, es el jugador quien abona el importe, no el club de destino) y desentenderse de negociaciones con el equipo.

Como vemos, nos hallamos en la Liga española en una clara posición de desigualdad de armas. Desigualdad auspiciada por nosotros mismos, que somos los que nos imponemos esta regulación.

No obstante, sería compleja la supresión de esta regulación relativa a las cláusulas de rescisión, pues su régimen jurídico viene dado por un Real Decreto de 1985 regulador de las relaciones laborales de deportistas de élite y, por tanto, su derogación debería pasar por las Cortes mediante ley.

Dicho Decreto viene a establecer este sistema de cláusula de rescisión como opcional, aunque en la práctica el cien por cien de los contratos futbolísticos en España se acogen a dicha cláusula, pues en caso de no hacerse mención a la misma en el contrato, se dispone que será un Juez quien la fijaría. Y los clubes optan por incluirla, habida cuenta de lo que se podría eternizar un procedimiento ante la Justicia ordinaria cada vez que se fuese a acometer un fichaje.

En definitiva, opto claramente por suprimir las cláusulas de rescisión de nuestro fútbol, con una doble finalidad: primero, dotar a los equipos españoles de igualdad de armas frente a los de las ligas extranjeras y así proteger nuestro más preciado producto: la Liga; y, segundo, para darles un plus de protección a los equipos más modestos frente a los más poderosos.

O, al menos, se podría constreñir el ámbito de la cláusula de rescisión solamente al mercado español y no existir cuando se trate de traspasos a equipos de otras ligas, habida cuenta de la falta de reciprocidad en la regulación extranjera en cuestión. Sin embargo, quizá esta medida plantearía ciertos problemas de legalidad ordinaria cuya exposición excede el ámbito de este artículo.

No obstante, creo que éste es un asunto que no está sobre la mesa y que difícilmente se va a acometer a corto o medio plazo, aunque creo que sería muy beneficioso para nuestro fútbol.

Fecha del cierre del mercado

Me resulta de todo punto absurdo que ya finalizada la tercera jornada del curso liguero, aún estén las plantillas en un estado de provisionalidad que desemboca en una adulteración de la competición. Vivimos año tras año situaciones surrealistas de jugadores apartados en las primeras jornadas porque se les protege de una posible lesión dada la inminencia de su salida, o jugadores declarados en rebeldía porque buscan salir, o jugadores en el terreno de juego con la cabeza en otro lado salvo en el verde.

Hay que acabar con estas situaciones y esta provisionalidad absurda una vez ya adentrados en la competición. No hace sino adulterar la misma. Si la Liga empieza el 16 de agosto, pues ese día todos los equipos con sus plantillas hechas y confirmadas. Y se cierra el mercado a mediados de agosto. Ya lo lleva haciendo la Premier dos años. Y me parece intachable.

El motivo fundamental por el que terminaba a últimos de agosto el mercado de fichajes era porque la liga empezaba o bien el último fin de semana de agosto, o bien el primero de septiembre. La nueva realidad es otra: el inicio de la Liga se ha trasladado a mediados del mes de agosto, por lo que lo lógico sería que el final de la ventana de fichajes hubiese hecho lo propio. Sólo se trata de adaptarse a la nueva realidad del fútbol en cuanto a fechas se refiere.

Aboguemos por la pureza de la competición y adelantemos el fin del mercado de fichajes estival, como hicieron en Inglaterra. Así terminaríamos con esas extrañas suplencias de jugadores importantes, con esas no convocatorias de jugadores por si se lesionan y se frustran los traspasos, etc... Eso es adulterar la competición, pues de facto, con esta provisionalidad que acarrea estar tres jornadas con el mercado abierto se está restringiendo el aprovechamiento íntegro y sin cortapisas de todos los efectivos de sus plantillas a muchos equipos.


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