Revista Pareja

Adiós amante, hola amigo

Por Codigoxy
Adiós amante, hola amigo
¿Se puede compartir sexo con un amigo? ¿Y cuánto dura? ¿Qué ocurre después, hay vida más allá de este intercambio o por haberla llevado al extremo la relación previa muere?
Yo soy partidaria de conservar a las personas que merecen la pena. Sean del ámbito que sean. No abundan, y si tengo la suerte de encontrar a alguien que merezca la pena, intento que 'se quede'. No siempre el lugar donde ubicar a alguien encaja desde el primer momento. Un chico interesante y atractivo puede ser un amigo que te guste; si intentas algo más con él puede haber esperanza y oportunidad de que vuestros caminos coincidan y se junten durante más tiempo, pero si de todos los componentes que deben sustentar una relación de pareja falta alguno, llega el momento de cambiar de lugar y de puesto. ¿Cómo nos colocamos entonces?
Me gustan los chicos a los que conozco de algo. Tengo esa debilidad. Es decir, no suelo interesarme por desconocidos aunque sean el doble de Brad Pitt. No me dice nada un cuerpo o una cara bonitos, más que para contemplarlos. Cuando alguien me interesa, es que me gusta algo en su forma de ser.
Mi amigo "X"  no me gustó el primer día. Ni me fijé. Me fijé después de un año de compartir clase. Me fijé cuando le vi reirse de alguna de mis tontadas y, sobre todo, cuando me hizo reír a mí con algo ingenioso. Era muy tranquilo, excesivamente tranquilo. Y eso también despertó mi curiosidad, porque yo soy como una metralleta. Su ritmo lento enseguida se tradujo en 'yo no hago nada ni doy el primer paso', así que me armé de valor y cuando el interés solo tenía dos caminos: extinguirse o explorarlo, opté por la segunda opción y salió bien. Me gustó su estilo entonces, y me gustaron sus formas en privado. La espontaneidad le hacía brillar mucho más cuando bajaba la guardia. Sin embargo, cierta capa de miedo y prevención enseguida puso fin a los impulsos más cariñosos y espontáneos. Esta versión de X ya no era tan buena, pero me pareció importante esperar y seguir conociéndole.
Ha sido un compañero de juegos sexuales atento, divertido, interesante, y vibrante. Y ese fue mi principal papel: darle confianza, compartir cosas y demostrarle otro tipo de relación de las que había encontrado. El intercambio, por lo tanto, estuvo muy bien. Siempre con honestidad y mucha amistad de fondo.
La vida, sin embargo, nos obliga a escoger una única versión de nosotros mismos. X no puede ser esos dos tipos diferentes, el que se suelta y disfruta sin darle muchas vueltas, o el que detecta que no termina de sentir lo que cree que sostiene una relación de pareja. X tiene que ser quien cree ser ahora mismo y no sirve de nada que yo vea todo su potencial y le asegure que llegará un momento en el que cosas que ahora le restan independencia le darán la vida y le llenarán sin comparación. Porque todo tiene que llegar a su tiempo, y el X de ahora es este chico que empieza a despertar a muchas cosas y necesita tiempo para seguir descubriendo, conociendo y, como todos, terminar por elegir lo que quiere.
Yo tampoco puedo ser dos versiones diferentes de mí misma. Me gustaría poder simultanear dos vidas ahora mismo, una de ellas, la más real, basada en la creencia de que el hombre de mi vida me identificará y me hará un hueco; será activo y no considerará mi presencia un simple accidente, sino algo valioso que conservar; me cuidará y sabrá que lo que busco es un refugio en el que abandonar el escudo y las armas que el día a día nos obliga a vestir para sobrevivir ahí fuera. Esta versión de mí misma es la que está dispuesta a crear las condiciones para que algo surja pero ha aprendido a que sola no se crea una relación de dos. Mi versión real sabe que si alguien te mira sin verte luminosa, ese alguien no es quien quiero y toca esperar o seguir buscando. Pero me gustaría haber podido ser también la otra versión de mí misma, la que podría haber cuidado de X y la que quería haberle enseñado todo lo bueno que se puede compartir en una relación que avanza. Le habría mostrado cómo la complicidad puede hacer que la independencia no se vea comprometida a pesar de compartir muchas cosas. Me habría gustado enseñarle ciudades, lugares, experiencias vividas hace nada y que ahora me habría encantado enseñar a disfrutar a alguien que viene de otro lugar y otro momento.
No podemos, ninguno, ser más versión que la única que ahora mismo nos sustenta, y esas versiones solo encajan una junto a la otra, en el rincón precioso en el que se alojan los amigos. Por eso voy a seguir cuidando de X, de sus miedos y sus avances, de su espontaneidad y su encanto. X es una gran persona y he tenido la suerte de cruzarme con él, ahora ya forma parte de mi biografía y espero que, una vez más, la tónica general en mis relaciones me permita demostrar que de un estupendo amante puede surgir un maravilloso amigo.
Obviamente sé que no todas las historias son tan amables y no siempre las dos partes tienen la disposición adecuada para que las cosas encajen sin doler, porque los asuntos del corazón son muy traicioneros. Pero seguro que si ponemos de nuestra parte y avanzamos siendo honestos, habrá muy pocas cosas que lamentar e iremos construyendo un CV emocional que será digno del tipo de persona que queramos ser. En temas como estos, merece la pena dar la talla. Será nuestro sello y quedará siempre.

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