Tenía 27 años, y aparte de por su inconfundible voz cantando una mezcla de blues, soul y jazz, era famosa por sus excentricidades, sus llamativos vestidos y peinados, así como por su dependencia de las drogas y el alcohol.
Protagonista de constantes escándalos y problemas con la justicia aireados por la prensa, reconocía sufrir también depresiones y trastornos alimenticios. El pasado junio anuló su gira veraniega, tras una bochornosa actuación en Belgrado abucheada por el público ante sus continuos tropiezos y el olvido de las letras de las canciones.Hacía un mes que había vuelto a salir de una clínica de desintoxicación. La artista, ganadora de siete premios Grammy, tenía previsto publicar su tercer disco próximamente. Una gran voz que se suma a la lista maldita de estrellas que se fueron prematuramente a la eternidad, una estúpida relación de gigantes que se fueron por caer en el triste juego del "Sexo, drogas y rock'n roll". La prensa amarilla está servida...