La adolescencia, de acuerdo a la OMS, comprende el período de edad que va entre los 10-11 años y hasta los 19. Resulta evidente que esos parámetros son orientativos, y es que fácilmente encontramos personas de más de 20 años que aún siguen siendo unos “niños”, y otras de 15 o 16 que ya son prácticamente adultas.
Pero, ¿por qué la adolescencia es una etapa tan complicada?
Ese período comprende una etapa intermedia, en la que el niño deja de ser niño pero aún no es adulto. Con ello, llegan cambios corporales propios de la edad, se despierta la sexualidad, así como también una modificación en la relación con sus padres y amigos.
La adolescencia supone una fase de revolución, en la que tanto padres como hijos deben adaptarse a sus condiciones propias. Tarea un tanto difícil cuando los cambios a que se ven sometidos los pre-adultos no son comprendidos ni por ellos mismos.
Entonces, ¿qué hacer para entender a un hijo que pasa por esta etapa?
No existe ningún “truco” efectivo, simplemente se trata de un ciclo de vida que se debe pasar de la mejor forma posible. A la vez que se les debe de suministrar un poco más de libertad, conviene tener paciencia y ser comprensivo en la medida de lo posible.
Un adolescente no tiene por qué odiar a sus padres, ni mucho menos, es más, puede desarrollar grandes vínculos de afección con ellos si se llega a un entendimiento por parte de ambas partes.
En ocasiones, el ser humano es bastante olvidadizo, por lo que también debemos hacer memoria y evocar nuestros años de adolescencia por los que todos hemos pasado. Así, nos daremos cuenta de que en menor o mayor medida, los cambios que experimentan nuestros hijos y que no entendemos, también los sufrimos en nuestras carnes, y probablemente también encontramos incomprensión por aquel entonces.
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