Revista Cultura y Ocio

Agua

Publicado el 10 marzo 2010 por Dean

Vivo en una isla sin agua dulce por eso es necesario retirar la sal el agua de mar y hacerla apta para el consumo humano.

El proceso de retirar las sales disueltas del agua del mar recibe el nombre de desalinización. Aunque se han probado diversos métodos a lo largo de la historia (evaporación, electrodiálisis,…) actualmente la tecnología mayoritaria es la ósmosis inversa, que separa las sales haciendo pasar el líquido a través de membranas semipermeables inmersas en enormes tubos de alta presión.
(Tampa Bay Seawater Plant)
La desalación sólo es rentable a menos de 150 kilómetros del litoral y en una cota inferior a 200 metros.
Si bien la desalinización es una solución esperanzadora ante la creciente demanda de agua potable, no está exenta de polémica. Fundamentalmente porque en el proceso de extracción de la sal del agua se producen residuos salinos que, una vez vertidos al mar, pueden perjudicar a la fauna y flora marina (como las praderas de posidonia del Mediterráneo). Actualmente ese problema parece resuelto gracias a la aplicación de medidas de dilución y distancia.
(National Library of Australia)
En la actualidad España es la cuarta potencia en utilización de la desalinización, después de Arabia Saudita, los Emiratos Árabes y EE.UU. En sus más de 900 plantas desaladoras se producen diariamente dos millones de metros cúbicos de agua al día.     La planta desalinizadora de Tampa, en Florida (EE.UU.), produce 108.000 metros cúbicos al día. Por su trabajo en la construcción de esta y otras desaladoras, a principios de 2008 la empresa española Acciona fue distinguida por la revista británica Global Water Intelligence (GWI) como la mejor compañía de desalación de agua del mundo. Las futuras desaladoras de Londres (Reino Unido) y Adelaida (Australia) también tendrán manufactura española. 
Sin embargo nos siguen vendiendo agua embotellada en proporciones cada vez más grandes, los consumidores no escatiman a la hora de comprar agua envasada a pesar de las grandes diferencias con el agua de grifo normal e inconcientes del terrible impacto ambiental. El coste final de una botella de agua lo constituye casi en su totalidad el envasado, el transporte, la distribución, y las campañas de marketing. 
Al año  se utilizan casi 3 millones de toneladas de plástico para las botellas, y combustibles no renovables para su embotellado. Con el tiempo este plástico desprende sustancias tóxicas como el antimonio o el bisfenol sumamente perjudiciales para la salud. Una botella de plástico abandonada en un entorno natual puede tardar hasta 1000 años en biodegradarse. Y el consumo sigue aumentando exageradamente porque atendemos al marketing y a la televisión, mas no a una conciencia como ciudadanos del mundo.


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