Agua sucia, de Antonio Rodríguez del Castillo

Agua SuciaAntonio Rodríguez del CastilloASIN: 9788415551775Formato: Digital– 373 PágsEditorial: Leer-e
Argumento
Antoine Sartre muere atropellado en la estación de metro de Denfert Rochereau en París. La policía francesa concluye de forma apresurado que ha sido un suicidio. Lejos están de imaginar que este hecho luctuoso está relacionado de forma directa con la colisión del Alejandría y el Mesana en aguas del estrecho de Gibraltar unos meses atrás.
Jacinto Reyes, perito especializado en accidentes marítimos, cincuentón, bebedor, recién divorciado y un tanto escéptico con lo que le pueda deparar la vida, es enviado para tasar los desperfectos producidos en el Mesana. Lo que parecía a priori una investigación rutinaria se complica de manera espectacular por la aparición de una red mafiosa que intentará ocultar un secreto que atesora uno de los barcos implicados. Sin embargo no va ser éste su mayor reto porque en ese viaje, en el que regresa a la ciudad en la que pasó su juventud, tendrá que enfrentarse a una mujer a la que conoce demasiado bien, Alicia.
Estructura, ambientación y estilo narrativo
La novela se estructura en 19 capítulos introducidos por un prologo, numerados con números romanos y un titulo que establece la fecha y el lugar. La extensión de cada uno es bastante corta, de unas 10-15 páginas.
La ambientación sitúa la acción en Jerez de la frontera, al sur de España, durante el año 2007. Cuenta con algunas descripciones, aunque la narración se enfoca más en los hechos. También dispone algunos saltos temporales a modo de recuerdos.
La narración está hecha en primera persona por el personaje de Jacinto, de modo que se entremezclan hechos objetivos con opiniones y sentimientos propios. El estilo es sencillo y el ritmo muy ágil.
Personajes
Jacinto, el protagonista indiscutible de la novela y narrador, es un hombre que aspiró a ser fotógrafo, pero terminó como perito en una empresa de seguros. Tiene algunos problemas no reconocidos con el alcohol, y le persigue el fantasma del recuerdo de una relación fallida muchos años atrás.
Alicia, la mujer de aquella relación, la presenta (vista por los ojos de Jacinto) algo egoísta y con grandes aspiraciones. Da la impresión de que se siente superior, e iremos conociendo la historia de ambos poco a poco.
Silvia Olmo, la mujer de Antonie Sartre, es argentina y vive obsesionada porque la muerte de su marido no fue un suicido. Con un carácter muy fuerte, y decidida a todo, aporta muchas de las pistas que llevan a Jacinto a darse cuenta de que el caso que perita no es lo que parece.
Mi opinión
Cuando te ofrecen leer una novela negra, o cualquier otro género que esté entre tus favoritos, que tenga una sinopsis tan atrayente, es difícil negarse. Incluso es difícil resistirse a no adelantarla en la lista de pendientes. Aunque al final no haces…
La historia empieza intrigante, con una despedida (o un abandono) en 1986. Al principio no sabemos muy bien qué es lo que sucede, pero cuando por fin intuimos algo, da el salto hasta el 2007 y debemos esperar a que poco a poco nos vaya esbozando la situación.
Quizá un primer problema que pude surgir de la lectura es la falta de separación en los “saltos temporales”. Parece ser que eso fue un fallo de maquetación por parte de la editorial, que no han querido corregir. De todos modos, a cualquier lector inteligente no le costará trabajo intuir donde está el cambio, y nos acostumbramos rápidamente.
En mi opinión, el punto clave de esta novela es el realismo. El hecho de que esté situado en una ciudad española no excesivamente poblada, ya es algo a destacar. Y si además lo unimos a unos personajes reales y cotidianos (el hombre atormentado, la mujer ambiciosa), tenemos una situación muy del día a día, en la que nos podemos ver reflejados. Vamos, que no hace falta ambientar en un pueblecito noruego para que sea una buena historia de intriga.
Lo que espero que no nos identifique a ninguno es el fraude, tráfico y demás ilegalidades que se ven en este caso. O al menos que intuimos, ya que apenas se desvelan algunas cosas antes del final. Y no es hasta entonces que vemos hasta donde llegan los tentáculos de una conspiración que no se alcanza a imaginar.
Puede que en este sentido, y por la localización, se vea aun mas real para aquellos que viven y conocen la zona, que saben los “chanchullos” que se pueden llegar a hacer por el cambio de territorialidad en esa zona conflictiva cerca del estrecho. Personalmente, en el norte no se ven esas cosas, pero sabemos que existen.
Es posible que en mi caso haya sufrido un poco de aversión por el personaje principal, un tanto quejica e irresponsable para mi gusto. Pero es que en la vida real no soporto a las personas que culpan de todos sus males a algo que les sucedió 20 años atrás (y menos una relación turbulenta).
Lo que si nos va desvelando un poco antes para poder verlo todo en perspectiva, es la verdadera naturaleza de lo que sucedió entre Jacinto y Alicia. Poco a poco, en forma de recuerdos, como lo vivió él. Y es en este punto, donde podemos entender la obsesión que siente por ella, y porque le ha dejado marcado.
Mención aparte merece el final, o al menos el último cuarto de novela, en la que descubrimos que nada ni nadie es lo que parece. La historia da un giro bastante interesante, y a pesar de que parte del final ya no los ha contado desde el principio, es imposible no sorprenderse por el rumbo que toman los acontecimientos.
De hecho, personalmente tuve que volver atrás en la lectura, porque no estaba segura de haber leído bien todo lo que había pasado. Pero si… lo había leído bien. Cierra la novela de una forma bastante abrupta, pero que en cierta manera se identifica con la vida de Jacinto y todo lo que le ha sucedido. ¿Acaso hace falta saber más allá?
La novela realmente se lee en un suspiro, ya que no es demasiado larga y además tiene un ritmo realmente ágil. En ella se encuentra de todo: intriga, misterio, rencores y una historia de amor (más bien de desamor). Y lo que más se agradece es el estilo trabajado y pensado. Una pena que solo la podamos encontrar en digital, aunque tal vez con el tiempo esto cambie.