Revista Infancia

Ahora a subir y bajar escaleras

Por Celia Garabaya @britishbubbles

bebé niño escalerasLos desarrollos de los bebés y los niños son asombrosos. Cuando nos fijamos el ritmo al que aprenden y aumentan su destreza, nos damos cuenta de la importancia que tiene la etapa de educación infantil en los niños. Y también en lo que va a ser nuestro futuro. Aunque podemos asegurar, que no todos los niños tienen los mismos ritmos en el aprendizaje, lo que no quiere decir que sean más lentos o torpes. Hoy nos vamos a centrar en una parte del desarrollo evolutivo muy bonita. El proceso de andar. Y más concretamente, en la actividad de subir y bajar escaleras. Algo que hacemos a diario y nos parece tan sencillo, conlleva un aprendizaje muy duro para conseguir coordinar todas las extremidades con la vista. De esta manera, seremos capaces de comprender un poco mejor como funciona el cerebro de los bebés y los niños en el desarrollo motor.

¿A qué edad empiezan a subir las escaleras?

Como decíamos antes, el proceso evolutivo es muy diferente en cada niño. Hay bebés que con tan solo 7 meses ya son capaces de andar solos. Y sin embargo nos encontramos con muchos otros que pueden soltarse del todo en el mes 18. Lo que en ningún momento quiere decir que el niño que más tardo en andar, luego le cueste más. Es posible que ese niño al final se convierta en un gran deportista. Ya que cada niño va a su ritmo. Contando mucho el entorno que les rodea. Así por ejemplo, no es lo mismo un niño que tiene un  hermano mayor en casa, que se convertirá en todo un estimulo para conseguir las metas más rápido. O un niño con mucha curiosidad, con lo que quiera llegar a todos los sitios para aprender. Pero, aunque hablemos del sistema motor, esto lo podemos aplicar a cualquier parte del desarrollo, como el habla, la empatía…

Cuando hablamos de subir escaleras, nos pasa algo muy similar. No es necesario que el niño ande para que empiecen a sentir curiosidad por ello. En la mayoría de los casos, cuando empiezan a gatear, al poco, intentan subir sus primeros escalones. Lo que les resulta más fácil que cuando están andando. Ya que tienen que mantener mejor el equilibrio. Será al poco de empezar a andar, cuando intenten subir las escaleras de pie. En muchas ocasiones, cuando les cuesta mucho, se bajarán al suelo y seguirán gateando, que seguro que lo tienen más dominado que andar. Lo que quiere decir que dependiendo del niño lo más normal, es que sea entre los meses 10 y 18.

Me voy a las escaleras.

Casi todos los niños pasan por las mismas fases en diferentes momentos. En la fase de las escaleras. El niño se enfrentará a un gran reto. Conseguir coordinar cuerpo y cerebro para superar un reto al que en la vida va a tener que enfrentarse todos los días. Cuando el niño comienza a andar, ve que se abre ante él un nuevo horizonte, ya tiene al menos una mano libre (cuando necesita una mano para andar). Pero, en ese momento, se encuentra con otro nuevo obstáculo. Las escaleras, a pesar de querer llegar a más sitios, aun encuentra sitios que explorar que no puede acceder. Lo que hace que quiera superarlos.

Lo primero que hará será observar, ver como nosotros y los demás niños hacen para subir las escaleras. Y una vez que sabe lo que quiere, irá directo a por ello. Desde ese momento el niño sentirá una especie de fijación hacía las escaleras. Allí donde vea un escalón, allí irá. Y además no se cansará, puede pasarse mucho rato subiendo, bajando, subiendo, bajando… Las mismas escaleras una y otra vez. Lo que nos puede resultar algo pesado y aburrido.

Lo que tenemos que hacer es ponernos en su lugar, ser empáticos con nuestro niño. En verdad no es que sea un pesado, es que necesita mucha practica para poder dominar todos los escalones de la escalera. Y como todos sabemos para mejorar la técnica no hay nada como la practica y sino que se lo pregunten a cualquier deportista. Y luego nos encontramos la satisfacción de conseguir lo que queremos. Superarnos a nosotros mismos. No solo los

niño subiendo escaleras
adultos tienen metas. También el bebé más pequeño. Y la verdad, es que los bebés y los niños obtienen una mejor recompensa cuando consiguen su objetivo que cuando somos adultos. En verdad, las dos son dosis de dopamina, aunque el adulto está más acostumbrada a ésta, con lo que el efecto es inferior.

Por eso, la próxima vez que tu niño vea unas escaleras y tire directo. Tómatelo con un poco más de humor y observa como está aprendiendo con cada vez que lo hace. Hasta que un día te sorprenda y se ponga el solo a subirlas perfectamente. Entonces empezará otro problema, ¿Y si se cae de las escaleras? Como dicen los niños son todo preocupaciones, pero en el fondo compensan y de que manera.

¿Por qué esa sed de aprender?

Los niños como cualquier ser humano es curioso por naturaleza. Lo que hace que investiguemos, que intentemos entender el por qué de las cosas. Aunque curiosamente es verdad, que la curiosidad cambia mucho cuando somos bebés y niños a cuando somos adultos. Cuando nacemos todos somos filósofos, durante los próximos años, querremos saber que hacemos aquí, donde estamos, que sentido tiene la vida. Aunque es a largo plazo. Sin embargo con los años, según vamos saciando nuestra sed de curiosidad, en lo que podíamos considerar “importante” nuestra curiosidad se suele volver más nimia. Según vamos dando por certezas lo que hemos aprendido. Así por ejemplo si creemos en un dios por que nos lo han contado en nuestro entorno. La mayor parte de la sed de conocimiento se verá resuelta. Cualquier pregunta tiene una respuesta más que valida, ha sido Dios. Dejando de pensar en la existencia.

Desde bebés también estamos interesados por los retos, queremos superarnos a nosotros mismos. Y cuando lo conseguimos, nuestro cerebro nos premia con una buena dosis de dopamina. Lo que hace que nos encante afrontar nuevos retos.

Estas son las causas, que provocan que el niño quiera moverse (además de la libertad que te da por supuesto). Y lo mismo pasa con el subir y bajar escaleras. Según vaya consiguiendo metas el niño, más retos se buscará.


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