Revista Tendencias

a.J./d.J.

Publicado el 30 diciembre 2021 por Claudia_paperblog

Aunque parezca extraño, a veces me gusta esperar. Me gusta porque se despiertan todos mis sentidos. Nunca miro el móvil mientras espero. Desde la sala de espera del médico, se ve el cementerio. Nunca antes me había fijado en este escabroso detalle. El cielo está límpido, será de un azul poco intenso incluso al mediodía, pero tiene un aire cautivador. Un par de aviones dejan estelas a su paso y parece que rasguen el cielo como si fuera papel de regalo. Las ventanas están abiertas, pero no entra nada de aire. En la sala, un hombre adulto, de raza caucásica, acompaña a un menor marroquí para hacerle de intérprete. Sé que es marroquí y no de otro país porque lo dice él mismo. Me siento mal por no haberle mirado a la cara al entrar. Lleva una gorra grande puesta, tiene la mirada fija en el suelo. También me siento mal porque me fijo en si lleva la mascarilla bien puesta, él y no el hombre.

Suena una canción rara mientras la mujer de recepción lleva a cabo una tarea que le ha pedido el hombre y que, en ese ordenador viejo, parece durar horas. La canción es en español, al principio me parece nueva, pero luego me doy cuenta de que esa voz profunda es de un cantante de otra época, no sé de cuál, pero me gusta. Mis pensamientos se interrumpen porque me llaman para hacerme la radiografía. 2 minutos y fuera.

Cuando llego, mi hermano está limpiando el coche en el garaje y de repente me viene una imagen a la cabeza, yo volviendo del trabajo, llorando por ti cada tarde a las 16,30 porque no aguantaba más. Intentaba cantar alguna canción de la radio y acababa llorándolas todas, las tristes y las alegres, porque no me salía fingir más. Porque tú no has vivido ese llanto, esa agonía, ese dolor. Porque aún lloro recordándolo, pero no sufro ni una milésima parte de lo que sufría entonces.

Se queja de que en el autolavado no se lo han hecho bien y me pregunta que cuándo lo llevé yo por última vez. Es curioso que mis recuerdos se dividan entre antes de ti, contigo y después de ti, como si fueses Jesucristo. Me intento visualizar en el coche haciendo la cola para pasar por la máquina de autolavado y no consigo recordar cómo me sentía. Creo que fue después de ti porque todo me irritaba, porque no conseguía tener la mente en calma.

En la terraza, aprovecho los últimos rayos de sol mientras me leo ese libro que le regalaste a mi padre por su cumpleaños. Tú ni siquiera recuerdas cuál es, olvidas rápido. Cuando se pone el sol, bajo las escaleras lentamente y me fijo en una hoja de color rosa que nace de una planta. No debería ser rosa, sino blanca. Le pregunto a mi madre por el nombre de la planta, pero no se lo sabe. No me gusta que me mientan.

a.J./d.J.

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